Que España se ha vuelto loca es un hecho. Sólo eso puede explicar que, en medio de una pandemia, con cientos de muertos diarios (hoy más de 700), y dónde miles de trabajadores han sido obligados a cerrar sus negocios y medios de vida, por el » bien sanitario», se vayan a convocar elecciones.
Por si esto fuera poco, los mismos que no te dejan ir a el Mercadona del pueblo de al lado, porque tienen confinada tu localidad perimetralmente, como las leproserías en la Edad Media, no ven problema en acudir a mítines multitudinarios. O sea, abrir tu bar, no. Ir a ver a tu madre, tampoco. Pero apretujarse con los compañeros de partido, sí, que ahí el virus ni contagia nada, no se pone en riesgo la salud pública ni eres un insolidario.
Si esto le parece normal a alguien, cosa que ya he dicho que no me sorprende porque en España hemos perdido el oremus, llega la segunda, como en las sevillanas…»hay que hacer elecciones, sí o sí, y votar (muy importante) por la «democracia». ¿Democracia de qué? ¿En Cataluña? Venga, por favor. Si en España nos hemos vuelto locos, en Cataluña, que siempre ha ido en vanguardia, directamente es un corral lleno de gallinas sin cabeza. Políticos que incumplen las leyes, policías que no actúan como deberían, ciudadanos que entienden que la libertad de expresión es decir lo que ellos quieren oír y su democracia pegar y expulsar a quién no piensa como ellos.
Miles de ciudadanos a los que les ha tocado mesa electoral, han escrito a la Junta Electoral diciendo que allí va a ir su prima Rita a pasar el día. Pero el circo de tres pistas que es aquello, no defrauda, y dicen desde las instituciones que tienen que velar por el correcto funcionamiento de la jornada, que lo que no se pueda votar y contar el domingo…. Lo dejan para el martes y ‘arreglao’.
Como el salseo de todo esto no es suficiente, porque en España parece que no tocamos techo nunca. Aparece en escena nuestro vicepresidente a ponerle la guinda, diciendo que, en España no hay normalidad democrática porque hay «presos políticos», vamos, que bajo su Gobierno, suyo porque ahora es vicepresidente de ese gobierno, hay presos políticos…y son unos presos políticos muy peculiares estos, que van de mitin en mitin, acompañados de lo más granado del terrorismo patrio, porque estos conciudadanos míos, además de la cabeza han perdido la memoria, cuando reciben por aclamación al jefe de la misma banda que hace una década sembró de sangre sus calles mientras tiran piedras y palos a quiénes luchaban contra ellos.
Anormalidad democrática… no sé. Pero anormalidad a secas, mucha, a espuertas tenemos.
Otro artículo impecable.