Enfermedades renales: el problema de salud pública invisible

De acuerdo a la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos OCDE, México ocupa el segundo lugar en obesidad en adultos en el mundo, siendo uno de los principales países consumidores de bebidas azucaradas con un consumo de hasta 163 litros por persona al año. Si nos vamos a hechos concretos, el consumo constante y reiterado de bebidas edulcorantes provoca enfermedades renales cuyas causas son multifactoriales problemas cardiovasculares.

Estadísticamente, estas enfermedades renales en México, 1 de cada 10 mexicanos presentan signos a escala de la enfermedad, cuya estimación es gradual aumenta año con año, siendo por excelencia una solución paliativa a este fenómeno las técnicas la hemodiálisis; ya que en materia de trasplantes es difícil someterse a este proceso por causas de histocompatibilidad, sin mencionar la variante de que no existe una cultura de la donación de órganos. 

Las enfermedades renales anualmente están incrementando, por lo que, si hacemos un análisis en términos económicos, resulta insuficiente costear un proceso de terapia sustitutiva, este al ser un tratamiento equiparado al reemplazo de la función del órgano a sustituir. Estas enfermedades derivan de factores de riesgo, cuyos comportamientos habituales del ser humano como lo es la mala alimentación, el sedentarismo, la falta de inactividad física por mencionar algunos; siendo punto crucial la manera de comer de los mexicanos, los hábitos alimenticios, siendo esta la comida empaqueta

Es importante mencionar que, a pesar de que los empaquetados ya presentan señalamientos gráficos y concisos para su fácil comprensión respecto al contenido de exceso de algún ingrediente, pero si nos ubicamos una etapa antes de su compra consumada, la publicidad sigue siendo engañosa porque al observar que en la mayoría de los promocionales siguen “advirtiendo” que son comidas para un consumo saludable. En las especificaciones podemos observar que los conservadores y los endulzantes y edulcorantes son diferentes a la publicidad que prometen.

Uno de ellos es el jarabe de maíz de alta fructuosa, este al ser un similar al azúcar con la diferencia de que no proviene del azúcar sino la fécula de maíz, tienen implicaciones severas al metabolismo arriesgando a nuestro cuerpo a la producción de ácido úrico y enfermedades cardiovasculares, estando presente en la mayoría de los productos de consumo habitual como el yogurt, refresco, jugos, cereal, pan; estos productos tan arraigados, tradicionales y básicos de la alimentación usual y canasta básica de los mexicanos.

Recordemos que hace unos años se presentó a debate legislativo la imposición del impuesto especial sobre producción y servicios, a bebidas con contenido de jarabe de maíz de alta fructuosa resultado este aplicado por la Secretaria de Hacienda de México; un aumento de un peso equivalente a  0,04116 de euro aproximadamente por cada litro; así como, todas sus implicaciones de materias proteccionistas en materia internacional con la firma del Tratado de Libre Comercio en el tema de las importaciones de esta sustancia quebrantando la industria azucarera en el país resultando en la praxis prácticas desleales de comercio internacional denominadas dumping.

En el sistema financiero mexicano, el IEPS – Impuesto Especial Sobre Producción y Servicios es un gravamen que se paga por la producción y venta o importación de gasolinas, alcoholes, cerveza y tabacos, entre otros bienes; siendo en la praxis del impuesto con fines extrafiscales, una afectación económica a quien extingue esta obligación, es decir, el pago dirigido concretamente al último eslabón de la cadena económica, siendo este el consumidor.

La finalidad extrafiscal de este impuesto implementado como un medio de control para frenar el consumo generalizado de bebidas saborizantes, no es una solución a la raíz del problema porque en la praxis la solución los hábitos alimenticios promedio de nuestro país no han cambiado y la decisión de imponer un impuesto extrafiscal con el objetivo de sustentar el financiamiento en la promoción de la salud, prevención, diagnóstico, tratamiento y rehabilitación como lo establece la Ley General de Salud. Esto llega a ser una solución paliativa al problema que directamente nos aqueja, que es la concientización de las consecuencias del consumo de bebidas azucaras, siendo estos principalmente los problemas renales.

Subrayo que las autoridades del sistema de salud en México deben reforzar sus medidas de prevención ante esta situación inminente, establecer una política pública de Estado que se implemente en coordinación con los programas y acciones con las demás instituciones públicas para esta situación que va en aumento. Como segundo punto, fomentar desde nuestra trinchera la cultura acudir al médico como prevención y no como solución de una enfermedad evolucionada y como tercer punto llegar a generar un impacto en la agenda pública presionando públicamente a los líderes internacionales de las industrias refresqueras, porque no defienden la sensibilización de las repercusiones del manejo de información; al contrario, utilizan a conveniencia la mercadotecnia para fines de lucro. La concientización del consumo de bebidas azucaradas es una situación que aún podemos prevenir antes que de nuestro sistema de salud colapse.

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