Minorías que valen por mayorías

Siempre se ha dicho que las mayorías son las que tienen la razón sobre algo por el mero hecho de serlo, ya sea en cuestiones estadísticas, científicas o políticas. Craso error. Las minorías no tienen por qué estar equivocadas. Ellas, perfectamente, pueden pertenecer a un colectivo de gente cabal que no se ha dejado engañar por un experto o institución oficial que miente o juega con verdades a medias con fines interesados. Este asunto lo podemos asociar a muchísimos temas de actualidad, pero quiero hacer la reflexión a nivel general. Con este artículo pretendo ensalzar la figura de las minorías, al mismo tiempo que busco hacer recapacitar a las mayorías haciéndoles ver a estas que no siempre el discurso o la versión más respaldada es la más certera u honesta.

Partamos de la base de que quien maneja grandes cantidades económicas no solo vence, sino que también convence en cualquier tipo de ‘guerra’ que se plantee y más cuando hay cuestiones políticas o ideológicas por medio. El ricachón de turno no tiene por qué mancharse las manos para elaborar su plan, puesto que él posee esa reliquia llamada dinero para comprar a alguien que esté dispuesto a ejecutar su objetivo principal. Una buena estrategia de comunicación acompañada de un magnífico plan de marketing harán lo demás para lograr así llevar a cabo su plan de convencimiento de las masas. Tan efectivos acaban siendo los Publicistas y los expertos en marketing que ya podemos encontrar incluso dentro de nuestra sociedad a personas que ven con buenos ojos que se vendan dentro de los establecimientos gusanos, grillos o insectos varios para el consumo de los seres humanos y que se pretende que el mantra en cuestión por el que se incita al consumo de estos es el medio ambiente y el cambio climático. Triste pero cierto.

Con el dinero no sólo se compran expertos en Publicidad y Marketing para convencer a las personas que habitan en un territorio, sino que también a estadistas, científicos, periodistas e incluso medios de comunicación. ¿Quiénes los compran? Pues fácil, los Gobiernos y los magnates de todo tipo de corrientes ideológicas. En Minuto Crucial, hace unas cuantas semanas, escribí un artículo titulado “Estrellas (fugaces) de la comunicación” en el que, entre otros asuntos, manifiesto que todo el mundo tenemos un precio. Siempre conoceremos a algún que otro personajillo que diga lo contrario, pero esos que niegan la mayor son los primeros que se auto-engañan porque son sabedores de que nunca nadie les ofrecerá algo tan valioso a consecuencia de que no son personas influenciables en la sociedad. A esos demagogos, llegaría a agruparlos en el mismo saco que a quienes defienden el discurso políticamente correcto en cualquiera de sus vertientes, en el de la mediocridad. Todo en esta vida tiene un sesgo y el dinero mueve montañas. Casualidades de la vida que siempre se demoniza al empresario de turno por el mero hecho de ser empresario y, sin embargo, los amantes del globalismo y la izquierda no son críticos con uno de los hombres más ricos del mundo: Bill Gates. ¿Casualidad o causalidad? Es algo que siempre me he preguntado y nunca he logrado hallar respuesta de cómo a ese magnate se le idealiza por muy boca-chanclas y cínico que sea.

Volviendo al tema de las mayorías y minorías, trataré brevemente el asunto de las vacunas y del Covid. Si os fijáis, quienes mayormente dan credibilidad absoluta a la corriente oficialista en cuanto al asunto del virus y la vacuna son aquellos que exclusivamente se nutren de informaciones sacadas de la televisión y medios de primera línea. En este caso, tanto los unos como los otros que apoyan el pensamiento único oficialista -de manera directa o indirecta- pretenden estigmatizar a todos aquellos que no se quieran inocular. ¿Las consecuencias de todo ello? El odio generado por parte de un sector de los vacunados contra todo aquel que no lo ha hecho.

Entre los vacunados, no todos son unos fascistas totalitarios de manual, pero seamos sinceros: dentro de ese colectivo tan respetable hallaremos también a los vacunazis. Y, si ahondamos en el interior de estos, nos encontraremos con dos subgrupos que a pesar de que tengan reacciones similares, sus razones de por qué actúan de esa manera son completamente antagónicas. Unos por ingenuidad, miedo o falta de autoestima que acaban sugestionándose con facilidad, y como el miedo es libre y comprensible en una situación como la que nos encontramos, entiendo ‘a medias’ su reacción. Sin embargo, también dentro de los vacunazis hay otro target que es completamente injustificable. Concretamente es ese tipo de perfil que habitualmente su verdadera personalidad la esconde, pero la ‘excusa del virus’ le ha servido para imponer su pensamiento totalitario. Este tipo de perfil es tan mala persona que estaría deseando que un no vacunado fallezca por covid, todo por su condición de psicópata. Las minorías, -en este caso los no vacunados-, son estigmatizadas por un único motivo: ser los defensores de las libertades individuales.

Otro caso de minorías que valen por mayorías lo podemos encontrar en el País Vasco. En un territorio en el que abunda el nacionalismo, son las minorías quienes sacan las fuerzas de flaqueza -PP+Cs y Vox- para poder defender los derechos de todas aquellas personas que aman el sentimiento español, plantando cara a un nacionalismo sectario y excluyente. A diferencia del caso anterior, aquí los medios no atacan de manera tan descarada a las minorías, sino que, en muchísimos casos, omiten las negatividades que acontecen en esta zona o tiran de sesgo para restar importancia a unos hechos acaecidos. Tan malo es mentir como omitir sobre algo. En tierras vascas, por ejemplo, no puedes acudir abiertamente a un mitin o evento de un partido de la derecha española puesto que corres el riesgo de ser agredido por no defender el pensamiento de las mayorías. ¿Acaso las minorías siempre son las malas, crueles y las radicales? Yo creo que no. En este caso, por ejemplo, los que tienen menos respaldo son los que callan sus convicciones, quienes se autocensuran y al mismo tiempo temen ser estigmatizados, agredidos o humillados por el mero hecho de defender una manera de pensar que es completamente respetable.

Y si hay a una minoría a la cual nunca hay que olvidar con relación al País Vasco, es a la Policía Nacional y Guardia Civil que, junto a las otras Fuerzas de Seguridad del Estado, se dedican a velar por la seguridad de los vascos. Las han pasado canutas en periodos de terrorismo, son un colectivo que ha sido amenazado en los tiempos que los etarras cometían atentados y, por ese motivo, merecen esta mención especial en un breve párrafo independiente. Además, aprovecharé estas líneas para pedir la equiparación salarial de ambas FSE porque son los que darán la cara por nosotros ante cualquier tipo de problema que tengamos.

Normalmente, no suelo extenderme tanto a la hora de escribir un artículo de opinión. Pero viendo todo lo que sucede desde hace ya, necesitaba gritar a los cuatro vientos lo que pienso. Como periodista y como persona, veía la necesidad imperiosa de defender los derechos de esas minorías que están siendo señaladas y estigmatizadas simple y llanamente por ejercer su libertad de expresión. Goliat será el grande, fornido y vigoroso que mediante su ‘poderío’ convencerá a cualquier ignorante, pero yo opto y optaré por defender a David que, si con su pequeño tamaño es capaz de afrontar con valentía la mayor de las batallas contra un gran contrincante, tan solo por su valor y coraje, ahí me tendrá como fiel escudero para defender lo justo y lo correcto. Por ello, aquí me tenéis apoyando a las minorías ‘políticamente incorrectas’, las libertades individuales y a todos los que tienen la valentía de exteriorizar en territorio comanche su amor por España.

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1 Comment

  1. Wao Jhonatan! Simplemente excelente! Una opinión no solo valiosa,sino valiente 👏👏👏saludos desde República Dominicana 🇩🇴

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