Esta mañana he visto un anuncio de una conocida marca de ropa para hombre, Scalpers. Aparecía un atractivo varón que destilaba, sobre todo, valentía. El anuncio, que sí me ha gustado, enmarca su línea comercial en el personaje de Jesucristo como hombre rebelde de su época. Y citando lo que sus publicistas quieren destacar, sí es cierto que me parece respetuoso, elegante y contemporáneo.
Y a raíz de este anuncio, de que estamos en Navidad, que al hombre tal y como lo conocemos, le quieren despojar de sus cualidades y bondades innatas… se me ha venido a la memoria cuando siendo niña, me enseñaron a hablar con Jesús, el hijo de Dios. Antes de dormir siempre acostumbraba a decirle: «Jesusito de mi vida, tú eres niño como yo; por eso te quiero tanto y te doy mi corazón.» Y me dormía tranquila. Le imaginaba valiente, activo, sincero y buen niño.
Sin duda, el haberme criado en una familia que montaba el Belén, que los domingos iba a misa, que celebraba la Navidad y a quien llevaban a la Misa del Gallo que también era la excusa perfecta para acostarse muy tarde, todo sea dicho y estar rodeada de hermanos, peleas y risas, ha supuesto uno de los mejores legados que pueda agradecer a mis padres y que ahora siendo madre de dos, he transmitido a mis hijos. En los momentos duros que la vida me ha dado, siempre he pensado que ahí estaría él, de niño sonriéndome; de joven, acompañando mi soledad y de adulta otorgándome fortaleza a los desaires del destino. Pero nunca fallaba. Será cuestión de fe, será cuestión de amor, sea cual sea ese niño ya hecho hombre, nunca le negaré su poder.
Si nos paramos a pensar lo que fue su vida y por quién murió en la Cruz quizá comprenderíamos porqué hoy 2021 años después continuemos celebrando su nacimiento. La Historia, dicen, pone a cada uno en su sitio y sin duda a este Hombre, hijo de un humilde carpintero y de una mujer decida, que predicó la palabra de Dios y por encima de todo demostró ser justo y feminista, la vida que llevó y su legado le han colocado en el pódium de la generosidad en estos extraños tiempos en los que una parte de la sociedad se empeña en demonizar al hombre pisando su esencia. Si hubiera nacido en nuestra época le imagino humilde, culto, sensato, valiente. Nació en otra era muy distinta, pero en dónde el primer pecado capital, la envidia, también se manifestaba con el mismo odio que a fecha de hoy.
Hoy, los españoles tenemos otra cruz que soportar, la enorme cruz de pagar un ministerio inútil que ensalza a la mujer de izquierdas en exclusividad y a la delincuente, en particular, por el mero hecho de serlo. Haga lo que haga y cometa el delito que cometa. Siempre tendrá la excusa perfecta de verse arropada por la Ley de Violencia de Género y los chiringuitos de los que se alimenta. Hoy, los españoles tenemos otra cruz que soportar, el ver cómo desde las instituciones se señala al hombre sin pudor, se anima a la denuncia, aunque sea falsa sin pensar ni en la Justicia, ni en los niños que siempre son un cero a la izquierda.
Hoy, los españoles tenemos otra cruz que soportar, ver como ya desde pequeños en las escuelas e institutos de nuestros hijos se empapelan las paredes con carteles morados acusando siempre al varón de ejercer la violencia. Y ni rastro de cualquier ser de luz: la mujer. Hoy los españoles tenemos otra cruz que soportar, a una ministra obsesionada con los piropos que un hombre pueda decirnos a las mujeres, pero de perfil ante otro tipo de piropos como «azotar hasta sangrar» que el padre de sus retoños propine a cualquier periodista que no case con su ideario. El fin es el mismo: Acabar con el hombre. Nuestro deber moral y no sólo en Navidad, es acabar con ese Ministerio y apelar a la cordura y al amor hacia, primero a Jesucristo, después a la verdad y finalmente al hombre. ¡FELIZ NAVIDAD 2021!
A ratitos escribo cosas.
Cuando me inspiro.
Cuando me deja la vida.
Cuando se me van las manos.
Cuando me rodeo de silencio.
Cuando dejo el pudor dormido.
Cuando bailan mis palabras.
Pero sólo a ratitos de los buenos.
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