Con frecuencia me vienen a la cabeza preguntas a las que me cuesta encontrar respuesta, como, por ejemplo, ¿qué le hace a una persona posicionarse a favor o en contra en una cuestión aleatoria? o, ¿cómo es posible que dos personas con la misma información puedan opinar de forma opuesta?, ¿por qué hay periodistas que dan verdades a medias?, ¿es por ideología o por dejadez? Independientemente del concepto o la estima que tengamos hacia los periodistas, nos guste o no, son ellos los intermediarios entre la noticia y el receptor de la información y son ellos los que deciden cómo redactar una noticia para contentar a su audiencia. Véase como ejemplo de mala praxis de periodismo a los neo loquesean Ángel Expósito y Jiménez Losantos, que no se cortan un pelo en mentir y en presionar para que se impongan medidas que vulneran los Derechos Humanos. Me voy a ahorrar la mención de periodistas progres, porque esos directamente ejercen el terrorismo informativo.
Pero bueno, el periodismo es así desde siempre y nada de lo que diga hoy lo va a cambiar. A partir de aquí, nos encontramos con la manera de ser de cada individuo; si como ser humano libre, uno decide, por un lado, contrastar la información que recibe, o si, por el contrario, asume lo que le ponen delante como verdad absoluta y la divulga a los cuatro vientos sin filtro alguno.
Pues bien, hoy aparece como villano para unos y héroe inesperado para otros el actual número uno del tenis mundial Novak Djokovic, que sin comerlo ni beberlo se ha convertido en el epicentro de la polémica de la que todo el mundo habla. Para el que no se haya enterado, el serbio, ha estado retenido desde el 5 de enero, primero en el aeropuerto de Melbourne y más tarde en un hotel a expensas de que le dejasen entrar en el país con más restricciones del planeta sin un pasaporte de vacunación. No es difícil adivinar quienes son los que le apoyan y quienes, por el contrario, le tratan de delincuente. Los segundos son los de siempre, aquellos que ven con buenos ojos que unos políticos nos quiten derechos mientras digan que es por el bien de todos y los mismos que agotaron el papel higiénico al principio de todo el circo Covid y que acabaron con los test de las farmacias hace un par de semanas.
En esta situación aparecen los seudo-periodistas con la malvada intención de hacer el trabajo por el que les pagan, que no es otro que mal informar. Y ahora te toca a ti, como si de un expediente X se tratase, tomarte la molestia de encontrar la verdad ahí fuera. Dependiendo de la fuente que narre el caso, el señor Djokovic es un canalla que ha querido saltarse las leyes de un país soberano por ser famoso y tener dinero, cuando la verdad es que ha sido el gobierno de Australia, con el Orweliano Scott Morrison a la cabeza, el que ha montado todo este paripé, desbordado por la presión mediática y en un claro acto de campaña a las puertas de las elecciones del país continente.
En noviembre de 2021, el tenista recibió la confirmación para participar en el Open de Australia. El Jefe Médico del gobierno de Australia otorgó la responsabilidad de las exenciones médicas a Tenis Australia y al Estado de Victoria. Entre las exenciones, Australia permite la entrada a las personas que hayan contraído recientemente el Covid sin necesidad de estar vacunado. Es en este escenario cuando a finales de diciembre Djokovic obtiene una exención médica por haber pasado el virus. El 1 de enero le entregaron un documento donde le informaban de que cumplía todos los requisitos para poder entrar en el país y así poder participar en el torneo, aportando una PCR negativa y el certificado de anticuerpos entre otros documentos. El 5 de enero viaja a Australia y cuando aterriza, la historia había cambiado radicalmente. Ante las críticas y la presión social, el supuesto liberal, Scott Morrison, da marcha atrás.
Después de un viaje de 25 horas, Nole es retenido de madrugada en el aeropuerto. Sin opción de poder contactar con el exterior, le piden más acreditaciones de las que ya había entregado. Djokovic, que ya avisó de que no tenía ningún problema en ausentarse del torneo si no le dejaban entrar, durante el interrogatorio dejó claro que, si no le hubiesen asegurado que no iba a tener ninguna dificultad para entrar en Australia, se habría quedado en su casa y entonces no tendría que estar sentado en una sala con un foco apuntándole a los ojos teniendo que repetir una y otra vez que fue el gobierno de Victoria el que le había invitado y permitido viajar.
Pues bien, hoy el juez Anthony Kelly da la razón al tenista y dictamina que se le devuelva el visado, por lo que, en principio, podrá competir en el Open de Australia 2022. Una parte de la sociedad, incluso Rafa Nadal, ahora debería entender que el número uno del tenis mundial ha sido utilizado para hacer política de la mala. Que, quizá, no tiene ningún sentido prohibir la entrada a una persona completamente sana y que sin embargo se les permita el acceso a aquellos que, pudiendo estar enfermos, sean portadores de un documento que acredite que se han “vacunado”. Ahora, Morrison y medio mundo, se tienen que enfrentar a la realidad. El caso del tenista balcánico ha dado la vuelta al mundo y ha dejado con el culo al aire al régimen. ¿Qué ocurre cuando intentas utilizar a una persona de fama mundial, con principios y con dinero para hacer frente a cualquier litigio, sólo para hacer propaganda? ¿Qué puede pasar si tachas de delincuente y deniegas la libertad, a sabiendas de que no ha cometido ningún delito, a una persona que ha vivido la guerra y el comunismo del genocida Milosevic en sus carnes? Desde mi punto de vista te puede salir el tiro por la culata.
Los medios pro-regímenes autoritarios se posicionarán a favor del tirano sin pestañear y los que creen en la libertad lo harán a favor de la víctima, dando lugar a que muchas voces que antes estaban calladas, ahora se alcen por la libertad. Deportistas como Kelly Slater, Kyrie Irving o Novak Djokovic, se hacen fuertes y son, por el mero hecho de mantener firmes sus principios, una luz en este oscuro pasaje de la historia en el que nos están obligando a caminar.
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