Es tiempo de deporte en Minuto Crucial. Hace pocos días hemos conocido las declaraciones de Aleksander Ceferin, presidente de la UEFA, tendiendo la mano a los clubes fundadores de la Superliga que aún continúan en el proyecto, es decir, Real Madrid, Barcelona y Juventus. Pero ¿cuánto hay de cierto en las intenciones de Ceferin? ¿Realmente hay voluntad de llegar a un acuerdo?
La realidad es que Ceferin ha sido muy duro, tanto en fondo como en formas, desde que se conoció el proyecto Superliga. Cierto es que contaba con el apoyo de casi todos los órganos oficiales del fútbol y la política, lo cual es un manto de protección importante en estos casos. Quizás, su forma de lidiar con esta situación ha sido la más agresiva que se recuerda a un presidente de UEFA en décadas, máxime teniendo en cuenta que trataba con el club más poderoso de Italia, y los dos clubes españoles que se han repartido el 70% de las Champions League disputadas entre 2011 y 2020.
No sé si los clubes volverán a tener la misma relación en UEFA, ni tan siquiera si se sentarán a hablar con alguien que no ha buscado soluciones para todos, sino que simplemente ha impuesto un criterio de forma autoritaria. Las amenazas, sanciones y descalificaciones hacia Florentino Pérez, Joan Laporta y Andrea Agnelli han sido una herida muy dura y profunda, imposible para cicatrizar en el corto plazo. También llama la atención el momento de realizar estas declaraciones, a escasos días de que regresen las competiciones europeas y con los tres equipos implicados vivos (Real Madrid y Juventus en Champions y Barcelona en Europa League) y con duelos que van a llamar la atención del universo futbolístico.
Creo que en este caso Ceferin no actúa por convicción, sino por el mero interés económico y de imagen de UEFA, lo cual es un error que, si estos clubes no caen en el engaño, será aprovechado para poner a la UEFA en una situación complicada, y recuperar las opciones, cada vez más remotas, de cumplir el objetivo de crear una Superliga europea. No es, evidentemente, una situación fácil ni cómoda para UEFA, que ve como estos movimientos pueden dar algo de vida a un proyecto enterrado.
¿Qué le puede salir mal a Ceferin en esta situación? Que los partidos entre los grandes clubes que se cruzan en octavos sean espectaculares, o algo peor, que los que enfrenten a equipos menores no sean buenos encuentros o sean muy desiguales. Sólo ahí se podrá dilucidar el verdadero sentido de una Superliga europea.
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