Cuando un deportista deja una sombra muy alargada, es difícil no presionar a las nuevas generaciones. Asociamos el éxito de una persona o un grupo a una institución o un país, siendo esto un arma de doble filo, ya que los que reciben esa presión pueden reaccionar con éxitos poco valorados o fracasos inesperados.
La sombra que dejará Rafa Nadal cuando se retire es extremadamente alargada, ya que hablamos del que probablemente sea el mejor deportista español de la historia, y uno de los mejores (si no el mejor) a nivel mundial. Ha destrozado varios de los récords más importantes del tenis mundial sobreponiéndose a muchas lesiones y problemas a lo largo de su carrera, y será muy difícil igualar sus registros. Sin embargo, España vuelve a ilusionarse con un tenista que apunta alto. Carlos Alcaraz es uno de los grandes ejemplos de esa Next Gen que sucederá a los tres grandes (Nadal, Federer y Djokovic) en un corto período de tiempo. Sus resultados de la pasada temporada y lo que llevamos de ésta, especialmente en dueños contra los Top 10.
Sus capacidades técnicas están fuera de toda duda. El tenista de El Palmar tiene un gran golpeo, tanto de derecha como de revés, y es tremendamente resolutivo en la red, tanto con dejadas como con voleas. A esto se suma un importante trabajo físico, especialmente muscular, para resistir partidos muy exigentes y llegar a bolas que son imposibles para la gran mayoría de jugadores del circuito ATP. A pesar de su corta edad, el jugador entrenado por Juan Carlos Ferrero se muestra maduro, cauto y paciente, mientras los focos empiezan a buscarle a sabiendas que será uno de los grandes.
Tan solo nos falta saber si el murciano sabrá manejar la presión, esa que le impondrán los medios de comunicación y la opinión pública en general como «El sucesor de Nadal». La única forma de no perder el tren de los éxitos es que simplemente se centre en ser el mismo. Que no se hable del nuevo Nadal, sino de Carlos Alcaraz.
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