Rusia es seguramente el país más activo en el ciberespacio. Resulta casi imposible saber el éxito que obtiene con ello, pero el hecho de que su presencia en el quinto dominio en forma de guerra de información sea tan persistente tiene que deberse a grandes ganancias políticas que se irán descubriendo con el paso del tiempo. Esta clase de guerra es negada cuando hay indicios de ella, lo que no es otra cosa que tratar de poner una valla a una posible escalada que pudiera desembocar en enfrentamientos armados. Biden ya advirtió de esta posibilidad, pero parece que sus adversarios del Kremlin no lo han creído.
En Facebook, Twitter, etc., hay grupos inexistentes que defienden causas como la secesión de Texas y California con respecto a Estados Unidos, la de Escocia con respecto al Reino Unido, la de Cataluña con respecto a España, la de Crimea y el Donbass con respecto a Ucrania, etc. Todos los países europeos tienen grupos inexistentes de separatistas en las redes. En esos sitios se reafirman los prejuicios de las distintas regiones y se estimula en sus habitantes el sentimiento de la desobediencia y la inclinación romántica a la rebeldía. Algunos son toscos, pero otros están muy bien elaborados. Todos tienen un número inmenso de visitantes, mucho mayor que el de las páginas oficiales o las reconocidas.
España también ha sufrido estos ataques de desinformación. Comenzaron después de la conquista de Crimea, cuando Putin pretendía dar legitimidad a su acto de fuerza contra Ucrania. Para ello utilizó a los independentismos europeos, comenzando por el de Cataluña. RT y Sputnik, a los que se unieron Julian Assange y el chavismo, fueron los artífices de la campaña de desinformación. Los sediciosos de Cataluña pusieron a su disposición noticias falsas que convencieron al mundo de la legitimidad de la rebelión, debido a que el gobierno español no supo hacer frente a la guerra que se libraba en el quinto dominio.
En un estudio de la Universidad George Washington se probó que, de las noticias y conversaciones de las redes sociales unos días antes y después del referendum, sólo un 19,2% defendían el derecho de España a defender su Constitución impidiendo la celebración de tal referendo de autodeterminación, mientras que un 78,2 % presentaba al Estado Español como represor de una supuesta pretensión legítima de los sediciosos. Ese estudio analizó 5.029.877 mensajes que se habían publicado en redes sociales entre el 29 se septiembre y el 5 de octubre.
La conclusión fue que el plan de comunicación de los sediciosos fue exitoso. Lo que la gente vio fue a catalanes pacíficos que querían votar, es decir, ejercer un derecho democrático, y a policías que actuaban con violencia para impedir el ejercicio de ese derecho. De las cincuenta conversaciones en redes más difundidas, las favorables a la independencia se compartieron casi un millón de veces y las contrarias apenas cincuenta mil. La legalidad española y la obligación que tenía el gobierno de impedir un acto ilegal no suscitó interés. (Fuente: Alandete, 13-10-2017)
¿Qué pretendía Putin con todo esto? Dos objetivos: uno consistía en debilitar a sus adversarios de la Unión Europea y Estados Unidos, otro en otorgar legitimidad a la toma por la fuerza de Crimea y el Donbass. Los independentismos de Occidente benefician a Rusia porque debilitan a sus oponentes, los de Ucrania también porque ponen bajo su poder territorios de este país.
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