A través de mi ventana

«Sé que suena ridículo, pero todo comenzó por la clave del wifi». Así da comienzo el libro y la película: A través de mi ventana. En realidad se trata de una trilogía y están escritos por Ariana Godoy, de procedencia venezolana, que adquirió mucha popularidad mediante la famosa app Watpad; ahora está más de moda que nunca el convertir libros en películas y la acogida ha sido bastante grande.

Yo no me he leído el libro, la verdad, ni tampoco creo que lo haga pese a que siempre es mejor que la película, (o eso dicen), y no porque tenga nada en contra de la autora ni mucho menos, pero no es muy de mi estilo. La historia es graciosilla, está bien contada, se nota la inocencia a leguas incluso con la descarada picardía del protagonista; sin embargo, los giros del guion a veces dan un mazazo un poco raro.

Ares es el hijo mediano de la familia Hidalgo, la cual está bastante bien acomodada gracias a que son los dueños de la empresa Alpha3 (haciendo referencia al nombre de sus tres hijos; Artemis y Apolo lo completan), convirtiéndolo de esta forma en casi un imperio del Olimpo. El muchacho se aburre y decide meterse con su vecina Raquel, una chica que ha perdido a su padre y vive con su madre de manera más humilde. La muchacha en cuestión posee un cuelgue considerable por él (así que vaya dos patas pa´ un banco), y es como su groupie particular, no obstante y según ella; con dignidad. Intenta hacerse la dura la mayoría del tiempo, sin embargo, creo que no le da muy buen resultado; ya que le sube la bilirrubina hasta las cejas cada vez que se le acerca. Lo dicho, no lo considero muy apropiado para mantener esa dignidad a flote, pero quien soy yo para mandar en las hormonas de unos adolescentes. Después de dejarla tirada demasiadas veces; al final resulta que el protagonista tiene un pequeño trauma infantil que le «obliga» a no querer sentir. Me recuerda un poco a Federico Moccia y sus A tres metros sobre el cielo, aunque de clichés está lleno el mundo.

Yo destacaría la manera de ser de Yoshi, su mejor amigo y futuro marido (según él, angelito mío). Creo que es mi personaje favorito, ya que no siente miedo de mostrarse tal cual es, incluso cuando tiene mucho que perder en el proceso. ¿Qué sentido tendría que te quisieran por ser alguien que no eres? Craso error, en mi opinión. Así que bravo por su valentía; y es que aparecer en el instituto en bata y sin ropa, con lo vulnerables, además de crueles que somos a esas edades, no es moco de pavo. De la mejor amiga me voy a abstener de hablar porque su personalidad es la que menos me gusta de toda la trama y encima, en la película la historia con el hermano de Ares parece calzada forzosamente de forma poco natural, por no decir nada. En líneas generales; no es de mi agrado.

En su contra, decir que la trama me da la sensación de que va demasiado rápida y forzada, por lo que realmente no logras tomarle cariño a los personajes. Los diálogos parecen  un corta y pega sin más añadidos, carecen de chicha y no ayuda en la credibilidad de la historia. Las situaciones se convierten en un tanto inverosímiles desde el principio; les falta gancho, fuerza y personalidad propia. La escena del baile con la canción de Camela me pierde por los confines del universo sin llegar a entenderla, pero supongo que tendrá alguna explicación. En definitiva, los personajes le dan frescura a una historia de amor que se tambalea, y es una pena porque pienso que se le podría haber sacado mejor partido. Al menos evitan las incongruencias que hay últimamente por doquier; que mucho llenarse la boca con el empoderamiento femenino. Sin embargo, luego se escriben y devoran copias de 50 sombras de Grey a diestro y siniestro.

No obstante, hay una frase que me llamó particularmente la atención en la que la protagonista dice: «Nos vendieron que el amor huele a rosas y resulta que huele a cloro de piscina y a hospital y a miedo». Sobre todo a miedo, porque duele, duele a rabiar y si no duele no es amor. No es que estés todo el día rabiando, no… Es que tu corazón, a partir de ese momento, sin motivo ni razón aparente, se dedica a pasearse por el filo del abismo sin apenas poner cuidado. Y si te caes, ya nunca jamás volverás a ser la misma. En consecuencia, parece que el amor haga un pacto con la muerte, y esta, por echar un cable de puro aburrimiento, evoca señales que indican cuando estás a punto de caer; lo malo es que siempre las vemos tarde; simplemente, porque no podemos llegar a relacionar que un sentimiento tan etéreo y abstracto, tenga en su haber olores, colores y sabores. Pero los tiene, solo hay que aprender donde se esconden.

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