Una educación en libertad

La educación es el arma fundamental para construir las sociedades próximas. Bien es cierto que el futuro se debate en el presente. Nuestra Constitución garantiza el derecho a la educación de todos los españoles. Sin excepciones ni ideologías. En cambio, el Gobierno de España y en determinadas autonomías se está vulnerando este derecho de forma sistemática.

La prueba más significativa de estos hechos se sitúa en Cataluña, donde los niños en edad escolar no pueden estudiar en su lengua materna, el castellano, porque el inquilino de la Moncloa prefiere mantenerse en el poder antes que potenciar el futuro del país que evidentemente, pasa por la educación. Las recientes reformas educativas limitan el uso del castellano en aquellas comunidades en las que exista una lengua propia del lugar.

Pero los nacionalistas catalanes han decidido vulnerar estas normas para así, politizar la educación y usar a los niños como rehenes de un sistema político que lo único que trae es el caos y la inestabilidad estatal. Realizan un juego sucio contra los ciudadanos de los que ellos deciden no formar parte. Consejos vendo que, para mí, no tengo. Por esta razón, es remarcable señalar que el consejero de Educación catalán, Josep González-Cambray, lleva a sus vástagos a elitistas colegios privados donde el castellano sí se encuentra presente en la formación de los profesionales del futuro.

¿Nos están adoctrinando por la puerta de atrás? ¿Creen que la sociedad estará adormecida para siempre? La esperanza para miles de españoles que ven sus derechos educativos pisoteados a diario, la constituyó la manifestación del pasado dieciocho de septiembre en Barcelona. La plataforma ‘Escuela de Todos’ la cual, a su vez, se encuentra integrada por quince asociaciones más, ha sacudido la tranquilidad de la Generalitat para exigir los derechos que les corresponden.

Frente a un Gobierno de la nación que no hace valer de su autoridad ante el Tribunal Constitucional, la sociedad se rebela. Buscamos consenso y estabilidad en las aulas, una educación completa y de calidad, entre otros muchos más matices plagados de complejidad por los que peleamos diariamente. Como estudiante universitaria debo decir, que asisto atónita a la realidad de miles de compañeros que se convierten en auténticos valientes por no callar ante la represión de sus opiniones, por no ceder a la encarcelación de su alma.

Desde los heroicos integrantes de ‘S´ha Acabat’, los asistentes a conferencias universitarias de políticos de derechas o la asociación ‘Con la Libertad’. Todos ellos trabajan a diario para ser mejores en el futuro. Ese es el deber de todo aquel que se considere demócrata y constitucionalista, desgastarse a sí mismo para lograr una sociedad mejor. Ante los escraches y la represión, libertad. ¿Acaso no va de eso la democracia? ¿De mantenernos firmes ante aquellos que intentan destruir lo que tanto costó conseguir?

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