No es progreso lo del progre

La Sociedad Estatal Correos y Telégrafos, la mayor empresa pública de este país, que acumula pérdidas de cientos de millones de euros, anunció la emisión de un sello para homenajear el centenario del Partido Comunista de España. Lo primero no sería ninguna novedad; rara vez las empresas públicas generan pecunio. Pero lo de crear estampillas para loar al PCE parece una guarnición servida junto con el plato estrella de la reciente Ley de memoria democrática, dado que el Partido Comunista se fundó en 1921 en este país. Llegan un año tarde.

No es la primera vez que desde este digital un servidor de ustedes reconoce el compromiso del Partido Comunista de España en lograr el consenso en la transición a la democracia. Uno de sus delegados, Jordi Solé Tura, fue uno de los padres de nuestra vigente Constitución. Más aún, y durante la dictadura, la proclama de la llamada «Reconciliación nacional» del PCE de 1956 rezaba: 

«Crece en España una nueva generación que no vivió la guerra civil, que no comparte los odios y las pasiones de quienes en ella participamos. Y no podemos, sin incurrir en tremenda responsabilidad ante España y ante el futuro, hacer pesar sobre esta generación las consecuencias de hechos en los que no tomó parte. […] Existe en todas las capas sociales de nuestro país el deseo de terminar con la artificiosa división de los españoles en «rojos» y «nacionales», para sentirse ciudadanos de España, respetados en sus derechos, garantizados en su vida y libertad, aportando al acervo nacional su esfuerzo y sus conocimientos. […] El Partido Comunista de España, al aproximarse el aniversario del 18 de julio, llama a todos los españoles, desde los monárquicos, democristianos y liberales, hasta los republicanos, nacionalistas vascos, catalanes y gallegos, cenetistas y socialistas a proclamar, como un objetivo común a todos, la reconciliación nacional. […] 

No olviden tampoco el discurso de Marcelino Camacho en las Cortes en 1977 llamando a la amnistía: […] Queremos abrir la vía a la paz y a la libertad. Queremos cerrar una etapa; queremos abrir otra.[…] Nosotros estamos resueltos a marchar hacia adelante en esa vía de la libertad, en esa vía de la paz y del progreso. […]

Líderes honrosos e intenciones honrosas, por más que sus dogmas me resulten profundamente errados, que a día de hoy brillan por su ausencia. También ausentes antes y durante la Guerra Civil, ya fuera en las checas, en Paracuellos del Jarama o en un moribundo gobierno de la República fagocitado por la URRS. El actual PCE acaudillado por Enrique Santiago, no comparte ese discurso. El ínclito, cuando aún era secretario de Estado, afirmaba sin despeinarse, que ellos eran hijos orgullosos de la Revolución de octubre, de la Revolución de Mao y la de Fidel Castro. Con este mismo ritmo, Yolanda Díaz, vicepresidenta de todos ustedes, anunció toda ufana ella haber redactado el prólogo del Manifiesto comunista de Karl Marx de 1848, retratando esta obra como texto fraternal entregado a la democracia y la libertad en el que caben la diversidad de opiniones. Yo creo honradamente que no me leí la misma edición que ella.

¿Ustedes creen que sería tolerable que alguien afirmara que existe una forma de entender el fascismo para evitar los errores del pasado y hacerlo más democrático y perdurable? ¿Sería permisible la cruel osadía de intentar reconstruir el nazismo, pero intentando hacerlo de una forma menos criminal y antisemita? No, no lo sería. Y el primer censor sería yo. Mueran en el olvido el fascismo de Mussolini y el nacionalsocialismo de Hitler, los cuales poco tenían de conservadores, católicos ni capitalistas.

Estamos a las puertas de cerrar el primer cuarto del siglo XXI y esta gente, los unidospodemios, secuaces y adláteres, siguen beatificando a la ideología más genocida del siglo XX. Llámenlo comunismo, estalinismo, maoismo, trotskismo, chavismo o sandinismo. ¿En qué tipo de arcadia democrática desearían vivir los corifeos del actual PCE? ¿En aquella Unión Soviética de Stalin o en aquella China de Mao Tse Tung? Los dos mayores genocidas del siglo XX ¿Qué consenso fraterno guiaba a los Jemeres Rojos de Pol Pot cuando exterminaron a una quinta parte de la población de Camboya, incluyendo a todo aquel que llevara gafas por la sospecha de que pudiera ser un intelectual contrarrevolucionario? ¿Qué hay del socialismo juche en Corea del Norte que sigue muy vivo a día de hoy y que se denomina a sí mismo una república democrática popular a pesar de ser una monarquía hereditaria comunista?

No vale ya la pena ni mencionar lo que pasa actualmente en la Nicaragua de Daniel Ortega, en la Cuba castrista de Díaz-Canel o en la Venezuela de Nicolás Maduro, los cuales según el parecer de esta gente tienen algún tipo de legitimidad democrática mientras afirman que España no es una democracia plena. 

Llevan estos neo-comunistas desde antes de agarrar la poltrona en 2019 intentando blanquear las monstruosidades más atroces, como quien intenta cepillarle los dientes a un tiburónParece un capricho del azar que ese mismo año el Parlamento Europeo alertara a los Estados miembros, y en mi opinión concretamente a España, en los siguientes términos: 

(…) Pone de relieve que la Segunda Guerra Mundial, la guerra más devastadora de la historia de Europa, fue el resultado directo del infame Tratado de no Agresión nazi-soviético de 23 de agosto de 1939, también conocido como Pacto Molotov-Ribbentrop, y sus protocolos secretos, que permitieron a dos regímenes totalitarios, que compartían el objetivo de conquistar el mundo, repartirse Europa en dos zonas de influencia(…) Pide a todos los Estados miembros de la Unión que hagan una evaluación clara y basada en principios de los crímenes y los actos de agresión perpetrados por los regímenes comunistas totalitarios y el régimen nazi; […] Condena toda manifestación y propagación de ideologías totalitarias, como el nazismo y el estalinismo, en la Unión […] Expresa su preocupación por el hecho de que se sigan usando símbolos de los regímenes totalitarios en la esfera pública y con fines comerciales, y recuerda que varios países europeos han prohibido el uso de símbolos nazis y comunistas[…]

Tal vez este sea el motivo por el que una juez suspendió cautelarmente la emisión del puñetero sello, aunque ahora parece que el proyecto si cuaja. Por otra parte, Garri Kaspárov, el maestro ruso del ajedrez, conocedor de las tropelías de Unión Soviética tuiteaba en inglés:  «¡Qué vergüenza!  Un sello de «Víctimas del comunismo» sería mucho más apropiado.  Estos símbolos representan el imperialismo, el genocidio, la pobreza y el gulag.  ¿Lo siguiente un sello con la esvástica?«

Si la palabra progreso está enraizada en la palabra progresista, entiendan que no hay ningún progreso en la añoranza del podrido evangelio de Karl Marx, calcado en su mayoría de su amigo Engels. Y ese su panfleto, y el resto de sus obras fueron manual de instrucciones para la fundación del primer estado socialista en 1917, y a partir de ahí el hambre, el genocidio, el totalitarismo, el pensamiento único y el control del disidente en Europa y Asia. Por fortuna, nuestro PCE durante la dictadura repudio la violencia del estalinismo y participó en sentar las bases de la concordia, a diferencia de su escisión, el Partido Comunista de España marxista-leninista, y su brazo armado: el FRAP, donde militaba el papá de Pablo Iglesias Turrión.   

Aunque esta legislatura nos anuncie que por imperativo legal se exhorta a los ciudadanos a condenar todo lo acaecido durante la dictadura, no olviden tampoco que fue el propio Franquismo quien desmanteló el régimen proyectando esa transición. La Ley para la Reforma Política la puso en el tapete Torcuato Fernández- Miranda. Recuerden aquella foto de Adolfo Suárez, otrora falangista, estrechándole la mano a Dolores Ibárruri, la Pasionaria. Fueron gestos como este los que nos permitieron arrojar los fusiles al suelo y apuntalar la paz.

No es progreso lo del progre; el de ahora digo. No si sube a los altares la jodida hoz y el martillo, la pinte o no de colorines. No es moderno ni tendencia la del millenial que dice sentirse trémulo por los rigores de una dictadura que no vivió en sus carnes en lugar de poner la lupa en sus problemas y retos más inmediatos. Es un desnortado revanchismo, es morriña de un ideario delirante y falaz, ya sea el manifiesto o «El capital», bastante más antiguo que el propio fascismo. No se progresa tampoco cuando se anatemiza al hombre mientras se perpetra una ley que rebaja las penas de prisión para violadores, y a continuación se acusa a los jueces de prevaricadores por aplicar esa misma ley. Pero esa es otra historia de la que ya hablaremos.

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