La gran manipulación ¿Quién decide por ti?

¿Alguna vez te has preguntado por qué nada cambia, a pesar de tantas elecciones, debates y promesas? Qué ironía, ¿verdad? Nos hacen creer que estamos decidiendo algo, cuando en realidad el guion ya está escrito. Y no lo escriben aquellos que sonríen y agitan las manos frente a las cámaras. No, ellos son solo actores en esta obra maestra de la manipulación. Los verdaderos guionistas… esos permanecen bien escondidos, en oficinas lujosas, lejos del ruido, riéndose mientras seguimos aplaudiendo el espectáculo.

Nos venden la democracia como la joya de la civilización, como si fuéramos los protagonistas de una película épica. ¡Qué bien suena «democracia»! Nos incitan a votar, a opinar en redes sociales, a creer que nuestras decisiones mueven el mundo. Pero la realidad es otra: los políticos son marionetas y los hilos los manejan otros. Esos «otros» no salen en las noticias, ni se presentan a elecciones, pero deciden las reglas del juego y las cambian a su antojo. Y siempre les conviene, claro. ¿Te has fijado? Cada elección es un desfile del «mal menor». Cambian las caras, los nombres, los eslóganes, pero el teatro sigue intacto. El poder no está en las urnas ni en los parlamentos. Está en reuniones privadas donde ni tú ni yo estamos invitados. Ahí, en despachos donde el silencio es más valioso que cualquier promesa electoral, se toman las decisiones importantes, mientras nos entretienen con promesas vacías y debates interminables.

Nos distraen con héroes y villanos, con dramas mediáticos. Nos venden escándalos que, al final, no cambian nada. Es un show perfectamente montado. Nos hacen creer que algo está ocurriendo, que hay movimiento, cuando en realidad, todo sigue igual, pero mejor envuelto. ¿Y los medios de comunicación? Ah, por favor. Si todavía confías en ellos como fuente de verdad, deberíamos tener una charla seria. Hace décadas la CIA manipulaba periodistas para controlar la narrativa. Hoy ni siquiera hace falta: los medios ya forman parte del guion. ¿No te resulta curioso que todos los titulares suenen igual? No investigan, no cuestionan, solo repiten lo que les conviene a quienes les pagan.

Lo más divertido (o trágico, según se mire) es que incluso los más críticos están atrapados en este circo. Creemos que estamos informados, que somos independientes, pero la historia ya estaba escrita mucho antes de que encendieras la televisión. El espectáculo es tan perfecto que incluso nuestra indignación está prevista. Nos hacen pelear por políticas que no cambian, mientras los titiriteros disfrutan del show con un buen vino en la mano. ¿Y nosotros? Aplaudimos.

El truco maestro de nuestra era: hacernos creer que somos libres. Que votar, opinar y enfadarnos en redes sociales es «participar». Nos han convencido de que somos los protagonistas, cuando en realidad somos el público más dócil que existe. Nos bombardean con la importancia de ser ciudadanos activos, de que nuestro voto puede cambiarlo todo… pero, ¿para qué? Los cambios que importan nunca llegan. Los verdaderos titiriteros no están en las papeletas. No hacen promesas, no dan discursos. Ellos mueven las piezas desde las sombras, mientras jugamos a un juego en el que no podemos ganar. Y lo más inquietante es que ni siquiera nos damos cuenta.

Es hora de despertar. La democracia que nos venden es una ilusión, un espectáculo perfectamente diseñado para que creamos que somos importantes. Pero no lo somos. Y cuanto antes lo entendamos, antes podremos exigir un cambio de verdad. De lo contrario, seguiremos aplaudiendo a los mismos actores, sin ver que los protagonistas nunca pisan el escenario. La pregunta es: ¿seguirás siendo parte de esta farsa, o te atreverás a mirar más allá del teatro?

Raquel Puerta Nevot

Autora de Siente y vive libre y de Toda la verdad, Técnico de organización en Elecnor Servicios y Proyectos, S.A.U. Fundadora y Directora de BioNeuroSalud, Especialista en Bioneuroemoción en el Enric Corbera Institute, Hipnosis clínica Reparadora Método Scharowsky, Psicosomática-Clínica con el Dr. Salomón Sellam