El Gobierno no se moja

Sí, soy uno de esos ciudadanos, de la mayoría social que tiene el alma encogida por la tragedia que ha sacudido España al paso de la DANA estos días. Soy de esa mayoría social que no sabe si prefiere no entender nada o intentar descifrar el enigma de los hechos y las respuestas; de los datos que, cruzados con las cifras y divididos por la respuesta política, nos dan las vergonzosas cifras de la desolación en Valencia, en Andalucía, en Albacete…

La mayoría social de este país estamos en shock. Y lo estamos por la tragedia y el sufrimiento de nuestros vecinos, de nuestros amigos, de nuestros familiares. Estamos sumidos en una impotencia demoledora a la que nos ha llevado nuestra clase política. Para aquellos que viven cerca del desastre, es más impactante, si cabe, pero tienen el coraje y la voluntad suficientes como para recorrer kilómetros a pie, cargados de agua, alimentos, palas, todo lo que pudiera ser útil para contrarrestar los daños, para paliar el dolor, para dar sustento y un abrazo a aquellas personas que lo han perdido todo, muchos de ellos hasta a las personas más queridas.

Esta misma tarde, la Asociación de Tropa y Marinería Española (ATME) emitía un comunicado en el que terminaba señalando, literalmente, que “es necesario evitar malas interpretaciones y hacer saber a la ciudadanía que todos los militares, en su conjunto y sin excepción, han estado deseando salir de sus cuarteles para ayudar a la población civil desde el primer momento”. Los militares, sin duda, pertenecen a la mayoría social y, siempre que es necesario, se mojan. Pero no así, por lo que se ha dejado ver, aquellos de los que dependen. Varios días después de la catástrofe, 1.700 militares de 120.000 que componen el ejército español han sido desplazados a Valencia. Y, por cierto, Francia aseveraba esta tarde que ofreció a España el envío de 250 bomberos para operaciones de rescate y que el Gobierno lo rechazó. ¿Alguien me puede decir, por favor, a qué están jugando?

Todo esto sucede tras días en los que la ciudadanía ayudó en lo que pudo; días en los que los habitantes residentes y víctimas de la catástrofe tuvieron que convivir con sus familiares difuntos y, a día de hoy, muchos lo siguen haciendo, mientras que sus casas, sus tiendas y sus pertenencias eran saqueadas con total impunidad por auténticos desalmados hijos de fruta.

Aún no me puedo creer la imagen de ese Congreso de los Diputados, el miércoles por la mañana, abriendo la sesión de control al Gobierno como si nada estuviese sucediendo. Pero más espeluznante me pareció cancelar esa sesión una vez iniciada, una vez sacados los colores al Gobierno y a la mesa del Congreso por no hacerlo de motu propio y seguir adelante con una sesión extraordinaria con el objeto de cambiar el Consejo de la RTVE, algo que no tenía tal urgencia y sobre lo que se disponía del plazo de dos semanas para hacerlo. Qué vergüenza más grande, qué indignidad política y qué acto más deleznable, impropio de aquellos que representan a los que han fallecido en la tragedia porque no fueron capaces de avisarles de que no debían salir a la calle porque sus vidas corrían peligro. Una vez más, el Gobierno y gran parte del Congreso no se mojó por los ciudadanos y siguió el camino de asegurarse sus intereses, por encima de los muertos, de la DANA, de las víctimas, de los robos, de las desgracias, las pérdidas y la tragedia.

Una miembro de la mesa de la Cámara llegó a decir que por qué se iba a anular nada si, al fin y al cabo, ellos no iban a ir con palas a limpiar aquello. Valiente desvergüenza, valiente barbaridad pronunciada por alguien a quien, de los bolsillos de toda la ciudadanía de este país, de los impuestos, le pagamos un dineral de sueldo, con pluses, precisamente por pertenecer a la mesa del Congreso. ¿A quién representa esta mujer? Ni a la mayoría social ni a nadie con dignidad más allá de las puertas de ese Congreso de los Diputados.

Luego nos encontramos con las visitas de las fotos. Otro tremendo varapalo a la indignidad del Gobierno y su presidente en este asunto. Una visita de Sánchez al centro de operaciones, que no al barro como le exigía hace unos años a Rajoy. Una visita que podía haberse ahorrado y podría haberse saldado con una videoconferencia o una llamada partyline. Eso sí, la foto no faltó. Es de imaginar que ese paseo por la zona cero no llegó a producirse porque, en ese caso, hubiese peligrado y mucho la integridad de Sánchez ante la furia y la desolación de las víctimas por el trato dado, por la tardanza en avisar del peligro y por la inexistente ayuda recibida durante días en los que han estado dejados, absolutamente dejados de la mano de este Gobierno, que en nada se ha mojado.

La situación actual del Gobierno no es nada halagüeña, perseguido por la sombra de la corrupción y un desgaste como nunca se ha visto en un Gobierno en este país y en ninguno de Europa. Quizás, conociendo la calidad de sus elucubraciones, hasta puedan pensar en lo bien que les puede venir el desvío de información sobre las imputaciones a una tragedia que traerá cola y se alargará en el tiempo. Y posiblemente haya sido más dramática y se alargue mucho más en el tiempo por su ineptitud para prevenir y su ineptitud para ayudar tras la catástrofe. Lástima que piensen que esto les beneficia. Por supuesto, sinceramente, creo que podrían estar dedicando más tiempo a idear cómo culpar de todo al Gobierno de Valencia, del Partido Popular, que en optimizar las medidas para paliar los efectos de la DANA. Prueba de ello es que hoy el BOE publica una medida de urgencia, solo una: la del control de la RTVE.

Estoy convencido de que los hechos sucedidos no van a conseguir otra cosa que acortar los tiempos de Sánchez en el poder. Van a tener que dar demasiadas explicaciones que no van a poder dar, y su «y tú más» ya no va a ganar el respeto ni de los suyos. La clase política, en general, de este país no deja de demostrar que está podrida de poder, podrida de mirarse a sí misma y a sus intereses particulares y de partido por encima de los intereses del país y sus ciudadanos. Y si me ha quedado clara una cosa de esta terrible experiencia, y todos deberíamos verlo con la objetividad de los hechos, es que este Gobierno no se moja por los ciudadanos y solo es capaz de quemarse por sí mismo.

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