‘Coco’: Entre la vocación y la pesadilla familiar

Estamos exactamente a 1 de noviembre, Día de Todos los Santos y los Difuntos y, como no podía ser de otra manera, para retomar los artículos quiero hablaros de Coco, un largometraje estrenado en 2017, apto para todos los públicos, que trata sobre la muerte, la vocación personal y los valores familiares, temas representados por el protagonista del filme. El chico, epicentro de la trama, tiene como nombre Miguel y se trata de un niño de 12 años creado por ordenador que, a pesar de ser una animación de Walt Disney, es capaz de cautivar al espectador con los más cálidos sentimientos. La película Coco está dirigida por Lee Unkrich y fue rodada en Estados Unidos. El rodaje tardó la friolera de seis años en completarse. Destaca especialmente por su banda sonora. Por cierto, Coco de Pixar ha ganado dos premios Oscar: uno a la mejor película animada y otro a la mejor canción original.

El problema de Miguel no es otro que el querer alcanzar su sueño de ser músico, un esfuerzo y dedicación que le quitan muchas horas de estar con su familia debido a los viajes que debe realizar a modo de giras y conciertos. Es por ello que un integrante de su núcleo familiar se dedica a ponerle obstáculos con la intención de que no pueda actuar, para que no le suceda algo semejante a lo que le ocurrió a un antepasado que se dedicaba a la música y que finalmente acabó abandonando al colectivo familiar precisamente para poder ejercer como artista. La vida a veces no es fácil y todo se complica por momentos. Tenerlo todo resulta casi imposible; siempre nos falta algo, una situación que se asemeja a la de Miguel, que busca convertirse en un guitarrista exitoso, pero su abuela intenta frenarlo en seco, pretendiendo que siga el negocio familiar: zapatero.

La familia es nuestro mayor apoyo, o al menos debería serlo. Pero seamos realistas, esto no siempre sucede así, tal y como se refleja en la película. Hay una frase que aparece en Coco que ha conseguido marcarme: “Si tu familia te bendice, todo volverá a ser normal”. Lo que se debe evitar es olvidarse de uno mismo y de sus propios sueños para que los demás sean felices a costa del sacrificio o la infelicidad propia. Bajo mi punto de vista, esta frase es tan profunda como real. La vida, con la bendición familiar, se vuelve más sencilla y maravillosa.

Tampoco debemos olvidar que los genes existen y que estos contienen habilidades o capacidades que nuestros ancestros nos han otorgado y que podemos acabar exteriorizando con el paso del tiempo. Y digo esto porque no necesariamente tenemos que haberlos conocido personalmente para llegar a desarrollarlos, sino que pueden ser incluso tatarabuelos con los cuales nunca hemos interactuado.

Todo vínculo familiar se mantiene vivo aún después de la muerte. De ahí que cada año dediquemos un día para recordar, rezar o visitar los cementerios para llevarles flores a nuestros difuntos, que tanto hemos querido y añoramos, como no podía ser de otra manera, haciéndoles este homenaje particular cada 1 de noviembre. Esta lucha entre sueños, genes, antepasados, ofrendas, familiares, vocación y amor, mucho amor por la música y la familia, se hace presente en Coco, una genial película de animación.

Llama poderosamente la atención el colorido de las escenas en las que resaltan colores como naranja, morado, verde, rosa y negro, este último muy representativo de la muerte. El toque mexicano, así como sus sombreros, envuelve algo triste como la muerte en una acción más agradable. Estos elementos hacen que el misterio sea representado en ellos y, sobre todo, el esoterismo cuando hablan de hechizos o utilizan complementos como velas y ofrendas, algo que describe la vida misma en México.

Otra de las cosas a las que alude Coco es el tema de la soledad, cuando gente sin familia que vive en la calle o con problemas de adicción se junta y relaciona como si el nuevo colectivo fuera una nueva familia. En definitiva, este fin de semana es un magnífico día para poder verla. Con este largometraje de Coco podréis sentir, recuperar, soltar, recordar o vivir emociones de todo tipo.

Amigos y amigas, disfrutemos, pues, de nuestro legado genético sin trabas y dejémonos llevar por el buen hacer de las personas vocacionales de la música y por el apoyo y la comprensión de sus familias. Gracias a esos antepasados nuestros por haber existido y por darnos la posibilidad de ser quienes somos. Un año más, recordemos con amor a nuestros difuntos en la festividad de Todos los Santos.

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