Cuando las nubes se oscurecen con una densidad casi irreal y la lluvia se precipita con furia inesperada, es natural que nuestra mente se agite con preguntas: ¿estamos presenciando caprichos del clima o hay manos invisibles manipulando la atmósfera? El término «geoingeniería,» que antes parecía ciencia ficción, ha penetrado en nuestro vocabulario cotidiano; pero ¿cuánto hemos avanzado en la manipulación del clima sin siquiera darnos cuenta?
Se nos presenta como una solución moderna y pragmática al cambio climático, un salvavidas en medio de la crisis ambiental. Sin embargo, entre la teoría y la práctica hay un abismo inquietante. Proyectos como la gestión de la radiación solar o la inyección de aerosoles estratosféricos parecen avanzados, pero ¿cuánto sabemos realmente sobre estas iniciativas? El Proyecto SCoPEx, por ejemplo, busca «tapar» el sol para frenar el calentamiento global. Suena ambicioso, pero la transparencia sobre estas acciones es mínima. ¿Dónde queda el control y la supervisión sobre estas decisiones que afectan a todo el planeta?
Figuras como Bill Gates, con su filantropía y su interés por soluciones innovadoras, han promovido la geoingeniería. No obstante, esto nos lleva a una pregunta incómoda: ¿hasta dónde llega el control de unos pocos sobre decisiones que repercuten en todo el mundo? Aunque la geoingeniería aún está en fase experimental, ya está abriendo la puerta a intervenciones masivas en nuestro ecosistema. ¿Quién supervisa estas acciones y garantiza que no están jugando con las condiciones que sostienen la vida en la Tierra?
Es innegable que estas tecnologías no solo alteran el clima, sino que pueden tener efectos sobre la seguridad alimentaria, la economía y la salud global. Aquí surge una preocupación clave: ¿nos están ocultando las posibles consecuencias a largo plazo? La incertidumbre solo se agrava cuando vemos que la legislación sobre geoingeniería es todo menos clara. ¿Cómo es posible que una tecnología capaz de alterar el clima global siga siendo una «tierra de nadie» desde el punto de vista legal? Mientras los gobiernos discuten posibles marcos normativos en foros internacionales, la regulación práctica sigue siendo una quimera. ¿Estamos realmente conscientes de lo que sucede en nuestros cielos, o somos cómplices silenciosos de experimentos masivos?
Los recientes fenómenos climáticos extremos solo generan más dudas. Las lluvias torrenciales en Valencia, los incendios en California, las inundaciones catastróficas en Italia o el aumento de huracanes en el Caribe nos hacen preguntar si estos eventos son realmente naturales o si estamos presenciando las primeras señales de una manipulación climática a gran escala. Es inquietante pensar que los desastres naturales que tememos podrían no ser tan naturales después de todo. ¿Somos meros espectadores en un juego que no elegimos jugar? Hay fuerzas que se mueven por encima de nosotros, jugando a ser dueños del clima, mientras el resto sufrimos las consecuencias.
El debate no debe girar en torno a posturas extremas ni a acusaciones de negacionismo. No se trata de negar el cambio climático ni de rechazar la ciencia, sino de exigir transparencia, regulación y control sobre estas tecnologías. Queremos respuestas, no experimentos sin supervisión.
El cielo puede ser cambiante y misterioso, pero la responsabilidad sobre el futuro de la Tierra no puede quedar en la sombra. Si algo está claro, es que la geoingeniería ya está entre nosotros. La gran pregunta es: ¿será la solución que tanto buscamos o una bomba de relojería?
El debate ya no puede esperar. No podemos permanecer en la comodidad de la incertidumbre mientras un puñado de poderosos experimenta con nuestro futuro. Es hora de levantar la mirada, exigir respuestas claras y asegurarnos de que la Tierra no se convierta en el tablero de ajedrez de unos pocos. Si el clima está siendo manipulado, merecemos saberlo, porque lo que está en juego no es solo el presente, sino el destino de las generaciones venideras.
Autora de Siente y vive libre y de Toda la verdad, Técnico de organización en Elecnor Servicios y Proyectos, S.A.U. Fundadora y Directora de BioNeuroSalud, Especialista en Bioneuroemoción en el Enric Corbera Institute, Hipnosis clínica Reparadora Método Scharowsky, Psicosomática-Clínica con el Dr. Salomón Sellam
Un pequeño cambio inducido podría cambiarlo todo