No es lo que parece, es peor

Ha pasado más de una semana de la catástrofe provocada por la Dana en Valencia y en localidades de Andalucía y Castilla la Mancha, en concreto de Albacete. En concreto 10 días en el momento de la redacción de este artículo, un tercio de mes que no ha servido para mucho en lo que se refiere a lo político. Nada se ha hecho bien, ni siquiera lo que pudiera llevar el camino de hacerse. Ni los políticos de cualquier signo político se creen ya sus palabras, ni la ciudadanía acepta ya ni las disculpas, habida cuenta de la catástrofe.

Mazón y todo su Gobierno deben dimitir, Sánchez y todo su Gobierno también debe dimitir. No hay excusas. Es la primera vez en la Historia de España que un Presidente del Gobierno tiene que salir huyendo, a pesar de haber llegado escudado por los reyes a los que tantas veces ha despreciado, porque esa ciudadanía que debería haber aplaudido la respuesta de sus gobernantes ante un peligro inminente y ante un desastre natural que se llevó por banda la vida de muchas personas, así como los sueños de muchas otras, incluidas sus familias, casas, coches, negocios, barrios… no aguantan más el desprecio. Porque no necesitaban tener a esas babosas del poder, culebras de la miseria, sino tener a aquellos que se abandonan de sí mismos para tomar todas aquellas decisiones que prioricen que no llegue a cometerse el mal sobre su pueblo y, de llegar por ser inevitable, para mitigar a toda costa sus consecuencias.

No. Está claro, como el agua que nunca debió llegar hasta los barrios y municipios de Valencia de esa forma, que los políticos que encabezan las principales ofertas electorales a nivel nacional y autonómico no están a la altura. Excusarse, después de llevar a cabo la peor gestión, la del cobarde que no asume su responsabilidad y aplica la alarma nivel 3 para enviar a todo el ejército y todos los medios disponibles, en que el otro no apretó un botón que tú también podías haber pulsado es de representar de las peores calañas. Pero, si además, se señala a las víctimas iracundas como ultraderecha, como fascistas, para politizar y sacar tajada del propio lodo, eso es para que no pudiera volver a salir en público sin que ningún español de bien no le gritara lo sinvergüenza que se puede llegar a ser.

Demostrado está ya que no, la ultraderecha no estuvo detrás del surgimiento de la indignación del pueblo. Y también quedó clara la aptitud y actitud de unos reyes que, aguantando estoicamente la amenaza de los violentados con la visita, supieron estar, acercarse, preocuparse, preguntar, abrazar, llorar y rendirse a la evidencia de querer hacerlo todo pero ser impotentes, por decreto constitucional de no poder hacer gran cosa, más allá de lo que hicieron. Clara fue la imagen de la reina Letizia, que en ese día escribió una de las páginas más humanas de su historia, al escuchar a su marido intentar mediar y situar en contextos de paz cuando sabe realmente que no puede hacer otra cosa.

No, han pasado 10 días y ojalá fuesen los diez días en los que los españoles nos hemos dado tiempo para darle cuerda al contador del Gobierno socialista de Sánchez y al Gobierno popular de Mazón. Y; me van a disculpar pero Feijoó tampoco estuvo a la altura. Llenó de mediocridad un segundo plano, por miedo a macharse y no ha sido capaz de señalar al propio en sus enormes errores con consecuencia. Eso sí, a estas alturas pocos dudamos de que, cuando pase un tiempo y todo se estabilice ligeramente, Mazón dimitirá, no le queda otro camino. Sánchez, sin embargo, se agarrará, como hacen las arpías, a los senos del separatismo que le da de mamar en el Congreso y cada vez más plenos poderes a pesar de no haber ganado en su vida unas elecciones en España. Tiene bemoles.

Ah, por cierto… y esto no me lo podía callar hoy, muy a pesar del disgusto que sé que le daré a mi amigo Jonathan… A esos patriotas de golpe en el pecho que tanto apoyan a Trump (y no sigo que hubiese que hacerlo con Harris), espero que sean ellos quiénes sufran en primera persona las consecuencias de su Gobierno en Europa, España y el mundo. Eso, amigos míos, no es patriotismo, es perder el norte por ganar el sur y quedarse el en centro. Una incongruencia como la copa de un pino.

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