¿Se llegará a saber algún día la verdad sobre el caso Epstein?

En el tablero político actual, convulso, complejo, contaminado y casposo, las promesas electorales se han convertido casi en un evangelio en el que el votante deposita fe y sigue al pie de la letra. Una de las promesas de campaña del ahora presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, y su administración fue desempolvar los documentos que desvelarían lo que pasó en esa celda, en la prisión de altísima seguridad conocida como el Centro Correccional Metropolitano de Nueva York, con la siniestra figura de Jeffrey Epstein.

El 10 de agosto del 2019, los americanos nos despertamos de pronto con una noticia “bomba”: que Epstein, un criminal a toda regla, con presuntos -hay que utilizar ese término- delitos de tráfico sexual de menores, había amanecido con una sábana enredada en su cuello, y se dijo: “caso cerrado”, que Epstein se había quitado la vida. No hay más preguntas, su Señoría.

El caso es que ha sido exactamente lo contrario a lo que se manifestó: las preguntas no cesan y urgen las respuestas. De una vez por todas, pretty please with cherry on top, como se dice aquí. Hasta el momento, se sabe que su exsocia y ocasional amante, Ghislaine Maxwell, está en prisión, pero la señora no canta La Traviata y pareciera que no habrá ópera en esa prisión. Aunque sí, hasta donde sabemos en los Estados Unidos, Maxwell sigue viva.

Asimismo, entra Trump en escena por segunda vez, que celebramos hace ya cuatro meses, con una victoria aplastante para regresar de esta manera a la Casa Blanca. Bendito sea Dios. Los americanos estamos conformes, contentos. Del presidente de los Estados Unidos se palpan ya muchos éxitos a nivel nacional, con la inmigración ilegal controlada y una ola de aplausos desde Catar hasta los Emiratos Árabes Unidos, habiendo conquistado el corazón y el bolsillo infinito del príncipe saudí, el intocable semidios que ahora ve a Donald Trump como amigo y aliado hasta la muerte.

Sin embargo, hace apenas una semana fuimos testigos de una entrevista en la cadena FOX a los dos jefes máximos del Federal Bureau of Investigation -FBI-. Ellos son el nuevo director, Kash Patel, y el subdirector, Dan Bonigno. En la citada entrevista salieron varios temas relacionados con la seguridad, donde los dos agentes se mostraron bravos y seguros, hasta que llegó la pregunta del millón: “¿Qué pasa con el caso de Jeffrey Epstein? Antes de continuar hablando sobre ello, debo mencionar que estos dos personajes son del mundo MAGA, ambos extraordinarios patriotas con largas carreras, tanto militares como, en el caso de Bonigno, en la comunicación, con un pódcast exitosísimo con millones de oyentes a sus espaldas.

En la entrevista concedida a la FOX, al formular la citada pregunta, los dos veteranos se quedaron absolutamente en shock, congelados, paralizados e incluso con unos ojos llenos de miedo. Sin pestañear, aseguraron que “Epstein se suicidó”, que vieron los documentos que acreditaban esto. Llevamos casi seis años escuchando de estos mismos personajes, entre muchísimos otros, que Epstein no pudo haberse suicidado. Se dieron, incluso, datos escabrosos de la autopsia, dado que la muerte supuestamente se había ocasionado por asfixia

En resumen, sabiendo que “misteriosamente” las cámaras de seguridad estaban apagadas y uno de los guardias se había quedado dormido por tres horas, todo apunta a que a Epstein quisieron quitárselo de circulación. El magnate no era solo un “pimp” callejero a cargo de un burdelito de cuarta. Este sujeto era un empresario multimillonario cuya agenda tenía rúbricas de gente de mucho nivel. Su avión, el vulgarmente conocido como el “Lolita Express”, tenía pasajeros con bastante fama y fortuna.

No hablamos de gente común, sino de empresarios -Bill Gates-, políticos -Bill Clinton-, príncipes y súper modelos -Naomi Campbell-, entre otros perfiles. Tanto los americanos como el resto de ciudadanos del mundo saben que se trata de un caso muy, pero que muy comprometedor, además de resultar ser bastante tóxico. Radiación pura. Pero la actitud y el lenguaje corporal tanto de Patel como de Bonigno huelen a miedo y se puede cortar su tensión con un cuchillo. De más está decir que los votantes de Donald Trump estamos atónitos, insatisfechos, pero, sobre todo, bastante furiosos. Esta fue una promesa de campaña y fue grabada sobre piedra.

La primera administración de Donald Trump -2016/2020- estuvo plagada de juegos sucios y cada dos por tres salía algún que otro “Judas” que terminó traicionando al presidente o resultaba ser un informante de los demócratas. Que para el caso es igual. Aparte de resolver este misterio que quizás podría ser hasta irrelevante, está el hambre feroz de los americanos y, con toda la razón del mundo, de ver desaparecer al Estado Profundo y empezar a ver un desfile de personas a la cárcel. Ya. Para ayer. Los votantes de Trump hemos votado para que la basura se bote. Si Patel o Bonigno no tienen lo que les hace falta para cumplir con su cometido, queremos su renuncia de ipso facto

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