La esclavitud del siglo XXI

La pasada semana plasmé mi opinión y advertencia sobre las medidas de la identificación digital que las élites pretenden implementar. Es un tema que no veo que sea motivo de preocupación para muchos y, créanme, debería de serlo.

Orwell, el autor de la conocida novela llamada 1985, en una entrevista, vaticinó que en el futuro no habrá emociones… excepto el miedo, la rabia, la derrota y la autodegradación. Llegó a sentenciar que la intoxicación del poder siempre estará presente en nuestras vidas. ¿Les suena a su día a día?

Los medios de comunicación, hace décadas, dejaron de informar para convertirse en voceros cuya finalidad es verter consignas establecidas, cumpliendo los protocolos de sus amos para influir en la mente del ciudadano… de periodistas a furcias mediáticas; de la misma forma, las nuevas herramientas de control, a través de los llamados bots y algoritmos, machacan recurrentemente con mensajes similares, hechos a medida dependiendo de la ideología o los gustos del usuario, manteniendo de esa manera un continuo estado de esos sentimientos anteriormente citados.

Aunque también dijo que el instinto sexual terminaría siendo erradicado, vemos cómo esta parte no solo no se prohíbe, sino que, además, se fomenta. Basta ver el aumento de contenido sexual sin control que abunda, tanto por parte de profesionales que lo hacen por dinero, pasando por amateurs que lo hacen por soledad, falta de autoestima -aunque parezca lo contrario-, o por cualquier razón superficial, ya que están absolutamente normalizados ciertos comportamientos. Naturalmente, es otra forma de distracción, ya que aleja al raciocinio y aviva instintos primarios. Ya lo dijo Foucault: “una conducta que se normaliza en un ambiente cultural dominante se vuelve invisible”.

No se engañen, todo lo que aviva el instinto sexual, el miedo -enfermedades, pandemias, guerras, desastres climáticos-, rabia -delincuencia, enfrentamientos ideológicos, violencia-, la autodegradación -mutilaciones estéticas y físicas, contenido en redes sociales haciendo idioteces o verdaderas locuras, burla por la cultura-, todo esto no son más que medidas de distracción, así como abono para plantar esa diabólica Agenda 2030 y medidas de control social. Todo lo mencionado es digno de debate y preocupación, pero veo que es parte de un mecanismo ya en marcha y que nos lleva a la esclavitud del S.XXI.

En Alemania e Inglaterra están arrestando a gente por publicaciones a través de redes sociales. En Méjico, han propuesto una ley para prohibir memes y encarcelar por la publicación de los mismos. Von der Leyen, en el Foro Económico Infernal… uy, quería decir Mundial, aseguró sin pudor que hay que poner más censura en Internet. Ella, con el cinismo que la caracteriza, que tiene las comunicaciones que mantuvo con las farmacéuticas durante la “plandemia” bien blindadas. Desde Bruselas están debatiendo una ley para monitorizar mensajes privados en plataformas como WhatsApp, Telegram o, incluso, los propios correos electrónicos. Todos los objetivos que se buscan están al alcance del ciudadano; basta entrar en la web de las Naciones Unidas, donde plasman sus planes de la Agenda 2030 y el nuevo orden mundial, de forma terroríficamente idílica.

Por ejemplo, el ODS 16 -según describen en la web- se centra en promover sociedades pacíficas e inclusivas para el desarrollo sostenible, garantizar el acceso a la justicia para todos y construir instituciones eficaces, responsables e inclusivas en todos los niveles. Este objetivo pretende reducir la violencia, trabajar con gobiernos y comunidades para resolver conflictos e inseguridad, y fomentar la participación ciudadana. Además, es fundamental para alcanzar otros objetivos de desarrollo sostenible, ya que la paz y la justicia son pilares esenciales para el progreso. Es ahí cuando entra el querer vincular toda vida humana a través de un perfil digital, incluso con datos biométricos. Todo ello, también, anexo al Banco de Pagos Internacional y todo gestionado por el Estado, creando así un sistema de control absoluto como jamás haya existido.

Este sistema, de por sí, ya está construido. El test ya tuvo lugar durante la pandemia, donde testaron hasta qué punto los ciudadanos estaban dispuestos a aceptar su propia esclavitud —pasaporte COVID, certificado de vacunación…—, hasta el punto de ser capaces de poner en peligro su vida y la de los suyos. Cabe recordar que la biotecnología con ARNm no se había inoculado jamás en humanos. No había habido pruebas de laboratorio. La prueba en sí fue la calle, la gente.

Las medidas de identificación digital son herramientas de control social que, al contrario de lo que abogan, no serán un sistema inclusivo, sino excluyente. En caso de no cumplir los parámetros establecidos, cualquier actividad asociada a nuestra vida podrá ser bloqueada. No tendrá nada de equidad, ya que, en caso de no participar en el mismo, no contaremos con una identidad legalmente reconocida o, lo que es lo mismo, no dispondremos de derechos ni accederemos a servicios. Además, pretenden que esta identificación digital sea obligatoria desde el momento del nacimiento.

No son herramientas de seguridad, dado el aumento de la violencia, sino medidas para monitorizar y vigilar las actividades de los ciudadanos; cualquier acción en línea o fuera del mundo virtual, alejada de la normativa del momento, será motivo suficiente para bloquear tanto actividades como cuentas económicas -recuerde que en 2022 el gobierno canadiense trató que los bancos bloquearan las cuentas de los camioneros involucrados en las protestas contra el gobierno sin necesidad de una orden judicial, medida difícil en ese momento, pero que resultará posible cuando se implementen las medidas globales digitales-. Si se consume mucha carne o agua, si no se recicla lo suficiente, si su “huella de carbono” es inadmisible, si se le considera una persona negativa para “el bien social” porque su visión sobre cualquier tema social del momento no comulga con la del Estado, si no tiene el coche obligatorio o si no se inyecta el mejunje del momento…

Será en extremo fácil, porque sabrán en todo momento quiénes somos, qué hacemos, qué pensamos y dónde estamos. ¿Acaso creen que la localización por GPS de coches o dispositivos móviles, por ejemplo, son medidas realizadas por nuestra seguridad? En fin, si no cumple con las normativas establecidas, si no piensa con mentalidad de… rebaño, sus libertades y derechos corren peligro hasta el punto de acabar siendo anulados.

Es más, en muchos casos terminará siendo señalado por otros ciudadanos como usted e incluso por amigos o miembros de familia, tal y como ocurrió durante ese experimento social llamado “pandemia”. Igualmente, ya han sembrado la semilla del delator en la gran mayoría de los ciudadanos al normalizar el señalamiento, el linchamiento virtual y social, la cancelación… Unos y otros aplauden cuando algo que no es del gusto del grupo social o político de turno es eliminado, sin darnos cuenta de que es un mecanismo para ir moldeando nuestra psique… ¿Cuánto se tardará en ser señalados por cualquier razón de las mencionadas? De hecho, les recomiendo leer novelas como 1984, Un mundo feliz, Fahrenheit 451, El cuento de la criada, Nosotros, Los juegos del hambre, Rebelión en la granja, La naranja mecánica o El dador de recuerdos, entre otras. También películas tan reveladoras como V de Vendetta, Equilibrium, Gattaca, Minority Report, Hijos de los hombres, Elysium o In Time.

Y pensarán que es imposible… pero ya lo han hecho. Porque pueden, porque les dejamos, porque vemos los sucesos como acontecimientos aislados y no como partes de una maquinaria. Eso es precisamente lo que quieren que hagamos, cual prestidigitador, que miremos hacia dónde quieren mientras el prestigio lo crean donde no miramos. Los derechos y libertades se nos arrebatan paulatinamente para obligarnos a claudicar a una forma de vida de esclavitud, para creernos libres cuando nos dan, a cuenta gotas y bajo coerción, una libertad y derechos que ya eran nuestros. Cierro este artículo con las últimas palabras de Orwell al finalizar la entrevista que he mencionado al principio: NO DEJE QUE OCURRA.

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