
¿Qué sociedad permite el maltrato continuado de un niño sin quitar la patria potestad a los padres? Cuando la muerte de una criatura nos hiela la sangre, sabiendo, además, que fue abusada sexualmente y que se ignoraron todas las alarmas, una sensación de impotencia y rabia nos recorre la columna vertebral, pidiendo justicia rápida y acorde con el grave delito.
¿Por qué los servicios sociales en España no sirven para casi nada? Como trabajadora social diré que porque no hay recursos suficientes y quienes están al cargo son simples burócratas que sólo esperan cobrar a final de mes, siguiendo directrices administrativas que se han quedado obsoletas. Por supuesto, habrá excepciones, gente peleando todos los días como jabatos, pero son los menos, lo sé bien, y mal mirados por sus compañeros.
En el caso del niño abusado y asesinado hemos fallado todos: la primera, una sociedad embrutecida y permisiva, que prefiere no implicarse y mira hacia otro lado; los organismos gubernamentales, los maestros y la propia familia. Todos deberíamos sentarnos ante el niño y pedirle perdón, un ser indefenso que sólo quería mimos y caricias y encontró crueldad. Cuatro años de tortura, falta de cariño, una madre posiblemente maltratadora, han hecho de su vida un infierno y, como él, hay millones de niños en España cuya mirada triste nos acusa todos los días, porque somos incapaces de mover ni un dedo ante su sufrimiento.
Si una madre maltrata a sus hijos, encuentra cobijo en nuestras leyes laxas que la protegen porque, pobrecita, un “ser de luz” jamás puede hacer daño o lo haría porque su pareja no la ama lo suficiente; mil excusas para un ser capaz de asesinar. Así están las cosas y, si coge a sus hijos y se tira con ellos de un décimo piso, no es con intención de matarlos, es para enseñarles a volar y, claro, entonces nos echamos las manos a la cabeza, viendo la gravedad del maltrato infantil que se oculta tras la puerta de muchos hogares.
Cuando pasan estas cosas, algunos elevamos la mirada a Dios: ¿por qué permites que maltraten a tus ángeles, Señor? La respuesta está en nuestros corazones: no somos valientes, no protegemos al indefenso y cada uno tendrá que rendir cuentas de sus actos.
Si todo falla, habrá que depurar responsabilidades, cesar a políticos, apartar a jueces y fiscales y enviar de nuevo a la facultad a miles de trabajadores sociales; evitar estas muertes es fácil: simplemente poner el punto de mira en la prevención, apartar al niño del maltratador sin que nos tiemble la mano y muchas más medidas que ahora no se ponen en práctica. Mientras tanto, hasta que nos volvamos una sociedad fuerte e implacable con el delincuente, recemos una oración callada por las almas de los Santos Inocentes.






Creo que fue el padrastro pero la madre tiene culpa. Un saludo