Vacuna vs medicación, he ahí la cuestión

Queda demostrado. Las personas no gozamos de libertad suficiente como para poder decidir sobre este Covid, que se está cobrando millones de vidas sin saber, cómo ni por qué. Tampoco somos quiénes para decantarnos por el tipo de vacuna que se nos va a administrar, si la de ARN mensajero (última generación de vacunas que aún estaba en experimentación) o bien la que utiliza el propio virus atenuado (vacuna tradicional). Tristemente estamos inmersos en el mercado de las farmacéuticas, y la ley de la oferta y la demanda marca nuestro destino junto a la capacidad dudosa de nuestro Gobierno por conseguir la cantidad suficiente como para vacunar a todos los españoles.

Al principio, se miraba mucho si una vacuna era más adecuada o menos según el tipo de población a la que iba destinada. Pero poco a poco, este matiz ha ido pasando a un segundo plano. Se ha ido diluyendo a la par que habían creado la “ilusión artificial» o lo que es lo mismo, una falsa esperanza de que con la vacuna se solucionarían todos nuestros problemas. Ahora resulta que lo “prioritario” es vacunar a toda la población en el menor tiempo posible, para que no nos den la posibilidad de razonar.

Yo misma llevo todo este tiempo (un año) trabajando sin haberme contagiado nunca, y eso que estoy muy expuesta debido a que mantengo el contacto de manera prolongada con muchas personas en cada uno de los días de la semana. Soy fisioterapeuta de profesión y no me han vacunado, y eso que tengo pacientes de todo tipo: que han estado enfermos, en cuarentena, curados o que por suerte nunca han enfermado de Covid.

Considero que la higiene y la desinfección, son la mejor arma preventiva frente al COVID19. Resulta llamativo, que en medio de una pandemia mundial como en la que estamos, se prime la rentabilidad económica y el beneficio neto frente a la salud de millones de personas, a las que la vacuna les sienta bien, o tienen efectos secundarios e incluso enferman y mueren.

No es justo que se imponga la vacuna por orden de un juez o mediante presiones en forma de multas como así se pretende hacer en Galicia ni tampoco señalando a los españoles en base a la creación de listas negras para todo aquel que no se quiera vacunar. Y qué decir de las presiones de las “empresas seguras” donde los trabajadores estarán vacunados, o en las que nos impondrán la cartilla de vacunación para poder viajar al extranjero. Todo esto es fruto del pensamiento totalitario de los gobiernos globalistas. Venden la urgente vacunación como bien universal, sin dejar libertad a la elección personal.

Está claro que la vacuna protege dependiendo de la que se administre frente a una cepa o dos, tal vez tres; pero claro, si no deja de mutar este virus… ¿Cómo va a estar inmunizada una persona que se vacunó de los primeros y aún no se había producido la mutación? No nos dicen la verdad; por ejemplo, ¿Cuál es la duración de la inmunidad en cada tipo de vacuna? Respecto a las dosis, ¿cantidades? y los efectos secundarios ¿Qué decimos de ellos?

Hay falta de transparencia desde el principio. Es muy grave lo que nos ocultan, sobre todo por que hemos delegado en aquellos nuestras vidas y el bien más preciado que tenemos; esos mismos Gobiernos que ni tan siquiera reconocen la cifra de fallecidos que varía dependiendo de según quién  la cuente. Pues eso, somos números en una gráfica y poco más.

Me reitero en el tema, pues es importante recalcar y que quede patente, que no sólo existe la vacunación como remedio -incierto- a esta enfermedad. Por supuesto es el más lucrativo para nuestros gobernantes, pero no es el más efectivo para curar el Coronavirus. He de decir como premisa, que la vacuna no cura el COVID19, que con suerte lo previene si la cepa que nos afecta cuenta con los antígenos indicados para los anticuerpos que nuestro organismo haya fabricado, y si no lo es…suerte, ánimo y al toro.

Es por ello la importancia de la medicación para curar el Coronavirus. En semanas anteriores hablé en mi artículo “Pandemia, beneficios netos”, sobre el antiviral Molnupiravir que entonces, (y sólo ha pasado un mes), tenía la posibilidad de ser la única esperanza de curación para los que contrajeran la enfermedad. Los estudios y ensayos siguen su curso y lo va a comercializar Merck que está ya en fase 3, y parece que llegará a ser un gran aliado… hasta tal punto que el laboratorio ha abandonado el estudio de la vacuna para centrar sus esfuerzos en el tratamiento.

Por otro lado, tenemos la combinación de un equipo médico de Yepes (Toledo) basada en la administración de antihistamínicos y el antibiótico azitromicina, que está resultando muy efectivo (del 100%) tanto a nivel preventivo en casos positivos asintomáticos y contactos estrechos. Además se está tratando con plasma convaleciente, de personas que hayan superado la enfermedad, aunque aquí la dificultad está en conseguir la donación de este tipo de plasma, pues tiene ciertas características que limitan la población que puede ser donante.

Creo que la mayor inversión en este momento debe efectuarse hacia el tratamiento de la enfermedad, a consecuencia de que este virus muta y este hecho lo hace imprevisible. Por ello, es complicado obtener una vacuna que se anticipe a las posibles mutaciones futuras, sin dejar la investigación y el estudio del comportamiento del COVID19 de lado.

Si la población se muere no habrá a quién vacunar, pues los que queden serán los resistentes a este virus y la eliminación natural no les habrá afectado.

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