¡Que viene la ultraderecha!

Por fin acuerdo de gobierno entre PP y Vox en Castilla y León, más que necesario, obligado. Les guste o no a ambas formaciones, por el bien común de todos los españoles, están más que condenadas a entenderse. Solamente con no parar de ver llorar y gemir públicamente al PSOE por todas las esquinas y rellanos y a sus medios palmeros, debería de ser barómetro más que suficiente para saber que el camino elegido es el correcto. Menos complejos y más unidad y entendimiento. 

La osadía y atrevimiento de las izquierdas es tal que se creen con la legitimidad y el derecho de condicionar en este caso al Partido Popular impartiendo lecciones de con quién debe o no de pactar. Sí, los mismos que gobiernan Navarra y España entera con la ETA acusan al PP de pactar con la “superultraturbomegaextremaderecha” de Vox cuando son los ciudadanos los que lo han querido así. Para mear y no echar gota, en fin la superioridad moral de siempre.

Pero queridos lectores, España parece que va despertando y sus mensajes cada vez tienen menos efectos en esta anestesiada sociedad, ¿Cuál es la realidad? La realidad es que la ultraderecha como tal no existe, el comodín ha dejado de tener validez. Ultraderecha en este país ha sido desde Rosa Díez, pasando por Ciudadanos, el Partido Popular, Vox, a José Antonio Primo de Rivera. Han desvirtuado de tal manera el término para referirse a todo aquel que no pensaba como ellos que lo han vaciado de contenido. La gente de a pie está harta, harta de que mientras se destinan 17 millones de euros en subvenciones para los sindicatos y 23.000 millones de euros para chochocharlas feministas, se le achaque la culpa de la subida de la luz y de la gasolina a Putin, cuando es el estado el que se embolsa el 49% del impuesto de la gasolina y el 57% del de la luz. Harta de que se les humille, se les orine a la cara y se les diga que lo que llueve es limonada.

Ante tal desentumecimiento social ahora encarnado en Vox y empezar a tambalearse su forma parásita de vida, se crea y fomenta la palabra mágica “extrema derecha”, un invento de la extrema izquierda gobernante que necesita un reflejo especular con el que confrontarse para justificar su existencia. Afirmaba Antonio Escohotado no encontrar ningún elemento común entre Ciudadanos y el fascismo italiano o entre Abascal y el nazismo alemán, efectivamente, no lo hay. Y se preguntarán ustedes cómo niego la existencia de una extrema derecha pero afirmo la existencia de una extrema izquierda, bien, no es ni siquiera necesario relatar como miembros del gobierno en el poder se han declarado abiertamente comunistas. Para argumentar la idea, sin ir más lejos, este fin de semana hay convocadas manifestaciones en todas las capitales de provincia de CyL en contra del pacto PP-VOX, un pacto de gobierno completamente legítimo por parte de los mismos que se acuestan con Bildu y no se dignan ni a darle la mano en las Cortes a Vox. No creen en la democracia salvo cuando ganan. Tenemos a la izquierda más antidemocrática y asquerosa de toda Europa.

No es que fuese una opción contar o no con Vox para formar gobierno en CyL. Vox tiene el derecho y el deber de gobernar en CyL porque así lo han decidido sus ciudadanos y no pedía ni más ni menos de lo que le correspondía. Basta de tratar a tal formación como apestados al igual que previamente con el resto habían hecho y nunca dejarán jamás de hacer. Un pacto que cuenta con el repudio del PNV, Bildu, ERC, BNG, Junts x CAT, Podemos y PSOE, no debe de ser algo de lo que avergonzarse sino de lo que presumir. Este es el camino.

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