Zapatero y Polonia

La semana pasada nos madrugábamos con las declaraciones de Adriana Lastra. En ellas menospreciaba a sus mayores en el PSOE y venía a decir que los actuales dirigentes son otra generación más adaptada a los tiempos. A esto se apuntó rápidamente Zapatero en la entrevista-masaje con la que le obsequiaron en RTVE y dijo que “el poder se ejerce generacionalmente”. O sea, que es siempre mejor lo nuevo, claro. Eso estaría bien si no supiéramos que ni en Lastra ni en Zapatero nada es nuevo.

Porque Rodríguez Zapatero no es joven. Es muy viejo, viejísimo. Zapatero, disfrazado de lord británico, fue el que firmó en  septiembre de 1938 la cesión de los Sudetes checos a Hitler, después de asistir impasible a la anexión de Austria. Zapatero fue el que dijo después que “Parece aún más imposible que una pelea que ya se haya resuelto en principio sea objeto de guerra.” 

El Rey Jorge VI, otro “zapatero”, dijo de él «Después de los magníficos esfuerzos del primer ministro en la causa de la paz, espero fervientemente que una nueva era de amistad y prosperidad esté amaneciendo entre los pueblos del mundo». Menudo ojo… Como ven, fueron dos visionarios: un año después, tiempo que emplearon en armarse mejor, Hitler y Stalin invadieron Polonia dando comienzo a la II Guerra Mundial.

Para todos los “Zapateros” del mundo, el diálogo es el bálsamo de Fierabrás. Con el diálogo todo se sana, todo se cura, se construyen puentes, se aplaca la violencia, se centran la posturas, se amansan las fieras… Y él está dispuesto a dialogar con todos, con los herederos de ETA, con los recogedores de nueces, con los adoradores de Companys o con los defensores de Pujol. Con todos. Pero lo que para él es dialogar, para los tiranos es ceder.

Zapatero es la persona que cree que lo mismo se puede tratar con Maduro, como si fuera un demócrata, que con Otegi, como si no fuera un terrorista. Y que se arroga de forma insultante el mérito de acabar con ETA, como si realmente lo de meter a ETA en las instituciones haya sido una “derrota” para ellos.

Declaró que es positivo pactar con Bildu, que es bueno que Bildu esté en las instituciones. Según él,  es saludable que se hable con  un partido dirigido por un etarra, con parlamentarios etarras, que protesta cuando se captura a etarras, que se manifiesta a favor de los derechos de los etarras, que lamenta su muerte o les organiza homenajes y los llama “presos políticos. Esta es, según él, su idea de la “derrota” de ETA.

Con las engoladas perífrasis verbales a las que nos tiene acostumbrados, se mostró también favorable a indultar a los presos del “prusés”.  Todo ello, en aras de “tender puentes” y apaciguar ánimos para evitar la ruptura. Pero, ¿quieren algo los nacionalistas que no sea la ruptura?

Con todos ellos, como se ha visto siempre, ninguna cesión ha demostrado servir para nada. Ni haciendas propias, ni inmersión lingüística, ni gestión de prisiones, ni policías autonómicas ni medios de comunicación propios… Nada. Todo lo que los “zapateros” de turno ceden, ellos lo toman como una conquista justa y un reconocimiento a sus razones. Y hacen de ello un punto de apoyo para el siguiente embate contra España y contra todo lo que significa. Cada conquista es para ellos una trinchera irrenunciable. ¿Ceder? Eso es de “zapateros”…

Por ejemplo, el asunto de la lengua es muy esclarecedor. En las zonas bilingües en las que el castellano es mayoritario, la excusa para su postergación es que la otra lengua está en minoría y hay que protegerla. Pero en las zonas en la que es minoritario, la excusa para su exclusión es que lo habla muy poca gente y para qué lo vamos a fomentar. Total… Es un “win, win” para el nacionalismo, como dirían en inglés.

Zapatero es tan viejo como el mundo y lleva haciéndole daño desde hace siglos. Con gente como él se han prostituido conceptos como diálogo, tolerancia, empatía, acogida, convivencia…  Si hubiera sido sólo por Chamberlain, si no hubiera existido en el Partido Conservador británico la inmensa figura de Churchill, Inglaterra también habría sacrificado a Polonia ante Hitler en noviembre de 1939. Y luego a Holanda, Dinamarca, Francia, Bélgica…

Hoy no hay contrapeso a Chamberlain. Ni en el PSOE ni en la oposición. Zapatero ha creado escuela entre las “Lastras” y hoy sus hijos putativos gobiernan el partido y el país sin oposición interna ni externa y ante una sociedad tan anestesiada como lo estaba la británica en 1939 o más. Y así lo pagaremos como lo pagaron ellos.

Con gente como ellos, nuestra democracia y nuestra sociedad se desarman palmo a palmo, día a día. Cada época tiene sus Hitler y sus Chamberlain. Todo es cuestión de identificarlos y combatirlos con la mayor de las contundencias.  ¿Cuándo empezamos?  Lo digo porque ya vamos tarde…

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