El virus mata, la soledad también

Nuestros mayores, ellos son los que tantas veces nos han ayudado. Quienes han estado ahí infinitas veces para levantarnos cuando nos hemos caído. Los que con amor siguen haciéndose cargo de sus nietos e incluso los bisnietos. Los que vivieron una guerra o la postguerra. 

Todos ellos se han visto en una situación sin precedentes con esta pandemia. Los hemos aislado. Por el miedo al contagio o por obligación como ha ocurrido en las residencias. Se han desatendido. Les hemos hecho creer que son los más vulnerables. ¿Enserio? ¿Los más vulnerables? ¿Habéis hablado con ellos? 

Han superado cosas que muchos de los jóvenes de hoy no seríamos capaces. Crecieron en una época donde los avances no eran los de ahora. Donde las mujeres daban a luz sin epidural. Donde el hombre trabajaba de sol a sol para llevar un plato de comida a su casa.

Muchos han dormido al raso. Han comido cualquier cosa que encontraban a su paso. Todo para sobrevivir. No han tenido la educación a la que podemos acceder hoy. Han crecido sin internet, sin móviles, sin tecnología. Criaron hijos y cuidaron familiares. Son valientes. Son fuertes. Tienen la experiencia necesaria para no cometer los errores de antaño. 

Aún y con todo, muchos cobran una mísera pensión. Después de toda una vida cotizada, les llega para seguir sobreviviendo. Pero ellos no tienen derecho a hoteles de 5 estrellas ni a fiestas de Cruz Roja. Son vulnerables, pero no tanto. Incoherencias de la vida (o del estado). 

Con todas las carencias que pudiesen tener en su época. Seguro que unos más que otros. Lo que nunca les faltó es la familia. Lo poco que había se repartía. Y lo importante no era lo que tenías sino con quien compartías. Ahora con todo lo que está ocurriendo les vamos a quitar lo único que no se les había quitado nunca. La familia. 

¿La soledad mata? Seguramente, si preguntamos a un médico o científico nos dirán que no hay una causa evidente para afirmarlo. Pero como persona yo diría que sí. ¿Qué puede haber peor que el olvido? La sensación de haberlo dado todo por los demás, y ahora sentirse solos y aislados. Sin contacto físico. Sin cariño. Sin amor. 

En un país donde la conciliación familiar y laboral brilla por su ausencia. Nuestros abuelos han sido y son los encargados de muchos de los cuidados. De recoger a los niños del colegio. De pasar tardes jugando con ellos hasta que lleguen sus papás. De preparar tuppers de comida para repartir entre sus hijos e hijas. 

El nuevo anuncio del Ministerio de Sanidad para las navidades, me provoca arcadas. ¿De verdad pretenden que aislemos a nuestros familiares entrados en años? O como decía el ministro francés “que cenen en la cocina” así como si fueran un mero animal de compañía. Qué poco respeto y qué falta de empatía. Lo mínimo que merecen, después de toda una vida trabajando y luchando por sacar adelante a los suyos, es afecto, cuidados y tiempo con ellos.

Recordemos que seguramente los dos ancianos que cenan en una estancia aparte, son los mismos que recogen del colegio todas las tardes a sus nietos. Pero aquí, desde el Gobierno se aboga más por la independencia de los jóvenes, la eutanasia a la carta, o como decía Adriana Lastra que ahora es tiempo de una nueva generación. 

Dedíquenles tiempo. Escuchen sus historias y consejos. Y cuando necesiten ayuda cuiden de ellos y ayúdenlos. Nadie sabe cuándo va a morir. Por estadística podemos coger el COVID y tener un 5% de probabilidades de fallecer. ¿Pero sabían ustedes que es más probable que la causa sea por infarto o cáncer? No podemos negar el virus. Pero tampoco deberíamos abandonar a nuestra gente por el miedo. ¿Cuántos han fallecido de otras causas y solos durante este tiempo? Miles. La soledad te hace vulnerable. 

Volvamos a antaño donde se valoraba a los mayores. Cuando se les respetaba y se les hacía sentir útiles y queridos. Abracémoslos. Hagamos que, a pesar del año que llevamos, se sientan queridos. Celebremos con ellos que se acaba este desastroso año. No sabemos si para ellos será el último. Pero, hagamos que sea memorable, sea de la forma que sea. Recordemos la navidad de 2020 como algo único, y esperemos irrepetible. Escuchemos sus historias, ya sea por teléfono o en persona. Hagamos que se sientan útiles. No les dejemos solos de nuevo. El virus mata, pero la soledad también.

¡Informado al minuto!

¡Síguenos en nuestro canal de Telegram para estar al tanto de todos nuestros contenidos!

https://t.me/MinutoCrucial

Be the first to comment

Leave a Reply

Tu dirección de correo no será publicada.


*