El eufemismo de la muerte

Yo soy una liberal clásica. Eso incluye defender a ultranza el derecho a la vida, a la libertad y a la propiedad. Se celebra la vida, no la muerte y ningún derecho importa ni tiene validez si no se cumple el primero de ellos.

Si no conociera a los seres humanos, y por «seres humanos» en este caso me refiero a los dirigentes políticos, podría entender que haya gente bien pensada que vea el lado generoso y bienintencionado de ayudar a morir dignamente a alguien desahuciado. Pero, los conozco, lo suficiente como para saber que ellos están muy alejados de esas ideas bienhechoras y se centran en otras cosas, que, maquilladas y edulcoradas convenientemente, pueden venderse bien.

Un eufemismo por aquí y unas palabras entrecortadas aderezada con una lagrimilla, y et voila, listo para vender. Me preocupa que la potestad de la muerte, la tenga el Estado que, teniendo la salida rápida y barata del fallecimiento, deje de invertir en cuidados paliativos y en investigación para enfermedades terminales.

El Estado no deja de ser la mayor empresa de un país y por eso, hay que analizar gastos e ingresos. Hay muchos gastos que no dan producción ¿Suena fuerte? Claro, por eso es mejor llamarlo » muerte digna». En un principio, serán los enfermos graves terminales que conscientemente quieran terminar con su vida, pero los derechos siempre van a más, se amplían y mañana podría ser cualquiera.

Ese tipo de conceptos cambian la manera de percibir los hechos a la sociedad, y lo que en un principio no se aceptaba ni toleraba, luego pasa a ser recomendado. En la Alemania nazi, una gran parte de la población, tras una ley similar, el proyecto T4 Aktion, «muerte misericordiosa para enfermos incurables» empezó a ver adecuado el hecho de no alimentar a bocas improductivas, fueron eutasianadas todas las vidas que molestaban, y fue legal, votado y celebrado por la sociedad.

Los ancianos cuestan dinero, los discapacitados cuestan dinero, los enfermos cuestan dinero y la muerte es rápida y barata, la pueden vestir como quieran, pero es así. «Pero será una decisión personal, no te obligan», dicen… cuando no te dejan otra opción, ni hay otro tipo de salida, no es una decisión, es una imposición, no se engañen.

Invertir en cuidados, en investigación, en compañía, es infinitamente más caro que la muerte, pero si esos cuidados e investigaciones disminuyen o desaparecen, no eliges morir, te lo imponen. No hablo de religión, ni de Dios, ni de moralismos, hablo de números, de dinero y de soluciones rápidas, y no, no se sorprendan cuando ese «derecho a la muerte digna» no la usen los ricos y pudientes que, si pueden costearse esos cuidados y las colapsen los que malamente llegan a fin de mes. Quizá entonces comprendan que ese regalo es un caramelo envenenado, reservado para los de siempre, y entonces ya será tarde, porque será la única salida y además será legal.

Recuerdo que esos que luchan por «la sanidad pública», van siempre a la privada, y que el día que lo necesiten, tendrán a tres enfermeras cuidándolos, mientras tú, podrás celebrar que tu padre va a usar su derecho a «morir dignamente», de forma voluntaria. Claro, porque las facturas se acumulan, el dolor es insoportable y no llegáis a final de mes. Pero no hay que preocuparse, estará bien visto, será legal y el Estado te hizo ese gran favor.

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