Durante el siglo XVIII, algunas monarquías europeas instauraron una forma autoritaria de gobernar, guiados según afirmaban por los principios de la Ilustración. Esas mismas, tenían un concepto patriarcal de su pueblo, al que consideraban que había que educar en los valores de la razón. Nuestros vecinos del norte, fueron quienes dieron vida a aquella máxima de “Tout pour le peuple, rien par le peuple”, lo que importamos a nuestras fronteras como “todo para el pueblo, pero sin el pueblo”.
Han pasado tres siglos y volvemos a ser testigos de un nuevo despotismo. El despotismo republicano impuesto por el Gobierno del PSOE y Podemos, con el respaldo de nacionalistas y terroristas travestidos de demócratas. Han hecho falta tan solo 8 meses, una pandemia histórica y una oposición ausente, para que los socialistas de la mano de los enemigos de nuestro Estado Constitucional, nos hayan impuesto sus valores republicanos. Y todo esto sin contar claro está con la sociedad para la que deben gobernar.
El Gobierno Social-Comunista por un lado, aprueba una ley de educación sin contar con la opinión de los profesionales en esa materia ni tampoco de las familias. Parece ser que, ellos saben lo que es bueno para nuestros hijos y nosotros por el contrario no. Por otro lado, la ejecutiva de Sánchez e Iglesias, esta semana se dedica a aprobar la Ley sobre la eutanasia sin la opinión de los profesionales sanitarios ni tampoco de asociaciones de afectados. La conclusión que saco con todo esto es que, parece que ellos saben cuando debemos poner fin a nuestra vida, nosotros no.
Sin embargo, nuestros vecinos europeos tienen otro modus operandi, se dedican a nombrar comités de expertos sanitarios para que estos sean los que decidan las pautas y acciones necesarias para frenar el Covid-19. En España, todo es diferente ya que, esas decisiones, las toma el Gobierno y las comunica un muñeco de ventrílocuo que carece de MIR.
Con el tema económico pasa más de lo mismo, nuestros socios europeos nombran comités independientes de expertos relacionados con esa materia con el fin de reactivar las economías tan maltrechas a causa del virus. Aquí, el ejemplo es antagónico a consecuencia de que las decisiones sobre esos fondos las tomará un Presidente que plagió su tesis.
Con todo esto, qué puede salir mal. Para llegar al poder de esta forma tan absolutista, ha sido necesario el romper España en dos. La izquierda (los adalides de la democracia) y el resto de ciudadanos incivilizados. O llamémosles fachas. Desgraciadamente, a pesar de las mentiras constantes que día sí y día también vemos y escuchamos por boca de nuestro gobierno, aún hay una cierta masa dispuesta de buen agrado a mantener en volandas a Sánchez e Iglesias al grito de ¡Vivan las cadenas!
Resulta desesperante observar lo anestesiada que está la ciudadanía contra la que gobiernan los dirigentes social comunistas. Están arruinando este país y nos privan de las mínimas libertades sin criterio objetivo alguno. Algunas de las premisas que aplican socialistas y podemitas no es algo original, recordemos:
- Hay que usar el desempleo para explicar la maldad del capitalismo.
- Hay que convencer al pueblo de que la riqueza es siempre producto de la explotación capitalista.
- Hay que apoyar todas las luchas callejeras con demandas inviables.
- Hay que utilizar cualquier manifestación de descontento no importa cuán pequeña sea.
- Hay que declararles la guerra a los dueños de las empresas.
- Hay que profundizar y expandir la lucha y la agitación política en todos los status sociales.
- Hay que estar en contra de la libertad de opinión.
- Hay que usar la acción policial para darle a la acción económica carácter político.
- No hay que negociar los principios ni hacer concesiones políticas.
Estos son 9 de los puntos del decálogo escrito por Lenin en el año 1913. No somos conscientes del cambio de modelo político al que nos están llevando. Los cambios de régimen no se dan de un día para otro. Normalmente, se emprende un camino hasta que se termina el recorrido. El gobierno social comunista está alcanzando la línea de meta ante la pasividad de la oposición y sociedad civil.
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