Todos a la cárcel II

Estamos asistiendo al rodaje de la segunda parte de la película más berlanguiana de Berlanga. El maestro lo tendría hoy muy fácil para dirigirla. Sólo hay que ir al Congreso y gritar ¡acción!

Tenemos un gobierno con una extraña relación con las cárceles. Desea tipificar como delitos los de apoyar al bando ganador en la Guerra Civil, lanzar piropos por la calle o que los médicos se nieguen a abortar. A la vez, lo contrario: dejar de considerar delitos la quema de banderas españolas o los insultos al Rey.También hay en el Gobierno, y entre quienes lo apoyan, el deseo de ilegalizar partidos plenamente constitucionales sólo porque practican una oposición contundente, como la que casi nunca, con la excepción de UPYD y de unos pocos en el PP, han tenido en frente. De seguir así, dentro de poco será delito negar el cambio climático, llamar moros a los moros o defender el papel de España en el Descubrimiento de América.Mens VANS 2020 lepetitartichaut.com holroydtileandstone.com blutuszos mennyezeti lámpa strømper str 42 bezecke topanky שולחנות מתקפלים panske teplaky greensandseeds.com lucianosousa.net bezecke topanky Mens VANS 2020 lucianosousa.net bežecké tenisky lepetitartichaut.com

Y por otro lado, y aquí está la paradoja, su continuidad depende también de las cárceles. Tiene ahora mismo al menos tres frentes carcelarios con grandes posibilidades de dinamitarlo hasta los cimientos: una ministra investigada por traer ilegalmente a un terrorista saharaui, un bolivariano pendiente de extradición que sabe mucho de la financiación de Podemos y, para colmo, a Puigdemont en Cerdeña, que es como una bomba colocada bajo la mesa de “negociación” con el Gobierno de la Generalidad, como aquella que colocara Claus von Stauffenberg bajo la mesa  de Hitler en la Operación Valkiria.

El gobierno más indigno de la Historia reciente de España, dirigido por el mismo partido de Filesa, GAL, Roldán, ERES, Faffe…  ahora depende más de la Justicia que de los votos. Mejor dicho, de que NO haya justicia. Así se entiende mucho mejor el deseo irrefrenable de los partidos en el Gobierno por controlarla. Y el de los medios de comunicación subvencionados y la asociación de “Jueces contra la Democracia” para poner a los suyos al mando.

Si estos tres frentes, y alguno más, se le ponen cuesta arriba, es más que probable que tengamos elecciones la próxima primavera. No podemos tener impunemente un Gobierno que introduce ilegalmente a terroristas en España o recibe financiación ilegal de Venezuela o Ecuador. Y lo de Puigdemont podría ser, probablemente, un obstáculo tanto para la pretendida mesa de negociación (rendición, más bien) como para la elaboración de los presupuestos. Con Puigdemont en Estremera y las hordas lazis quemando la calle un día tras otro, a ver qué partido nacionalista va a ser el guapo de prestar su voto a Sánchez para los presupuestos. Ni catalán, ni vasco, ni valenciano ni gallego. Y los necesita a todos.

Así que, como de costumbre, tenemos que confiar más en la Justicia que en los electores para desalojar al bellaco de la poltrona monclovita. Si por sus electores fuera, España se dividiría en las ocho naciones que ha contado Iceta, con sus ocho empresas públicas de energía, ocho ministras de igual-dá, ocho selecciones de fútbol y ocho presidentes con pensión permanente revisable al alza, como Sánchez y Aragonés. Por cierto, esa pensión vitalicia bien vale una reverencia a la bandera regional catalana mientras se quema impunemente la española todos los días en Cataluña.

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