Un planeta de tres pares

A veces, me gustaría vivir en un país de esos donde no pasa nada. A ver, entiéndanme, dónde si pasan cosas, pero cosas normales. Aburridillas, de mirar las noticias y decir «meh» y seguir con tu vida. Pero no, vivo en España, y es el precio a pagar a cambio de tener la tortilla de patatas, la siesta y las sobremesas hasta las ocho de la tarde… En fin, que a mí me compensa esta anormalidad.

Esta semana hemos tenido de todo, y tanto ha sido que no sabía elegir de lo que hablar. Tenemos «al Pollo» piando en la Audiencia Nacional lo que no está escrito de Podemos y sus dirigentes y de la mina de oro que por lo visto tiene Zapatero en aquellos parajes venezolanos… No por nada es el «Príncipe» de Delcy «40 maletas». También tenemos al PP y al PSOE intercambiando el poder judicial como lo haría lo más granado de los capos napolitanos, pero éstos a plena luz del día y con el aplauso de propios y extraños desde todos los ámbitos políticos y mediáticos, porque todo es por «el bien general del Estado»… Claro que sí y sin vaselina ni nada.

Pero, de todo lo acontecido esta semana, lo mejor de todo ha sido lo del Premio Planeta. ¡Qué troleada! ¡qué torpedo! ¡qué rato de risas, por favor! Con esta obsesión que hay instaurada desde el feminismo 2.0, con encumbrar a las mujeres independientemente de su preparación, obra y méritos, simplemente por el hecho de ser mujeres… una obra, que en julio de este año era recomendada desde el Instituto de la Mujer y vendida como un «best seller» feminista, hoy, que tras el premio Planeta se ha descubierto que detrás de la «mujer» Carmen Mola había no uno, ni dos, sino tres hombres, con sus barbas, sus pelos, su tez blanca y su pene…hoy ya no «mola» nada. Se quejan de que se han escudado tras un pseudónimo de mujer para ganar. ¿Perdón? ¿Están diciendo que si hubieran firmado como hombres no hubieran ganado?  ¿Dando a entender quizá que firmar como mujer es un plus para el reconocimiento y el premio? Y si esto es así… ¿Si España es un país tan machista y patriarcal cómo es posible que suceda esto?

En fin, que el millón de euros y el Premio han recaído en tres hombres, y la obra ya no importa. No importa si es buena o mala o si verdaderamente merece el premio o no. Lo que ha quedado patente es que para un sector que según dice «busca la igualdad entre mujeres y hombres», una obra que ayer les parecía lo mejor desde el satisfayer, hoy es peor que aguantar a tu vecino taladrando la pared un domingo a las 8, simplemente porque son hombres…  y eso no puede ser (igualdad dicen que buscan, primos).

Una obra que les entusiasmaba, de repente y tres penes mediante, ha dejado de gustarles. Lo cual nos lleva a este triste desenlace. Lo importante no es la obra ni la brillantez ni lo meritorio, ni la belleza… Lo importante es quién la haga, y lo más importante, según lo que le cuelgue o no en la entrepierna, y yo me niego a eso.

Yo quiero leer buenas obras literarias, conducir buenos coches sobre buenas obras de ingeniería, saber que nuestro progreso en materia científica, intelectual, artística, sanitaria, etc. Está en manos de los mejores independientemente de su sexo. Es más, como si no tienen y se declaran ángeles, que ya es lo único que nos falta. Bueno, ángeles no, que seguro que también se ofende alguien. ¡Ay, España! ¡Te querría aún sin tortilla! ¡Porque qué ratos nos das!

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