Piqueteando ya no es gerundio

[…] Quienes actuando en grupo o individualmente, pero de acuerdo con otros, coaccionen a otras personas a iniciar o continuar una huelga, serán castigados con la pena de prisión de un año y nueve meses hasta tres años o con la pena de multa de dieciocho meses a veinticuatro meses […] . Eso rezaba el apartado 3 del artículo 315 del Código Penal. 

Hablo en pretérito, porque el actual gobierno aprobó la Ley Orgánica 5/2021, de 22 de abril, de derogación del artículo 315 apartado 3 del Código Penal. En el preámbulo de esta norma, que de facto legaliza los piquetes violentos, se señala que […] Con la crisis como oportunidad, desde la llegada al Gobierno del Partido Popular en diciembre de 2011, se inició un proceso constante y sistemático de desmantelamiento de las libertades y especialmente de aquellas que afectan a la manifestación pública del desacuerdo con las políticas económicas del Gobierno […].

Existía por tanto el imperativo moral de pinchar ruedas y amenazar a esquiroles en pos del derecho a huelga para resarcir al común de la ciudadanía de las tropelías perpetradas por el anterior gobierno.

Tal vez el tiro les haya salido por el culatín de la culata. Así, en fechas recientes, la ministra de Hacienda alertaba a la ciudadanía que las recientes movilizaciones de transportistas convertían a este gobierno del progreso en rehén de su chantaje, siendo estas alentadas por la ultraderecha en siniestro compadreo con el tirano que ha invadido Ucrania. Se echa en falta también al príncipe de las tinieblas en esta declaración.

Me viene a la cabeza el tan manido poema de Martin Niemöller <<Ahora vienen por mí>>.  Tal vez sea un paralelismo muy desacertado por mi parte, ya que, por supuesto no nos gobiernan genocidas, pero entiendan que sus socios de gobierno (los de morado) primero nos dijeron que los medios de comunicación estaban controlados por la ultraderecha. Luego acusaron a jueces y policías de ser conspiradores tardo franquistas y les dedicaron similares embelecos a los grandes empresarios. Llamar fachas abiertamente a trabajadores que ejercen su derecho a huelga resultaba ser un órdago mucho más osado, por lo que se limitaron a tildarlos de títeres de la extrema derecha “putinesca”.

¿Si pierden las próximas elecciones que dirán de los votantes? ¿El obrero desencantado con la izquierda será retratado como nacionalsocialista?

Intentaré ahora sumarme yo a la farsa con la siguiente copla:

El fin de semana del 20 de marzo se concentraban en Madrid centenares de miles de fascistas disfrazados de agricultores, ganaderos, cazadores y sindicalistas no subvencionados. No obstante, no consta que tomaran al asalto el aeropuerto de El Prat (perdón, quería decir Barajas). Curiosamente, no se han reportado heridos ni existen evidencias de que estos sediciosos lanzaran una tonelada de adoquines sobre los Mossos dEsquadra (perdón, quería decir la policía municipal madrileña). No intentaron derribar un helicóptero con un tubo de fuegos artificiales, ni trataron de quemar vivo a un guardia urbano presos de la indignación por el encarcelamiento de Pablo Hàsel. No han cortado la Meridiana durante semanas (perdón, quería decir el Paseo de la Castellana). Tampoco parece que hayan impedido a los estudiantes ir a la universidad. No tenemos constancia de saqueos en los comercios de Barcelona (perdón, quería decir Madrid) ni se aprecian destrozos en el mobiliario urbano.

En un contexto, el actual e inmediato, en el que la gasolina, la luz y demás suministros rivalizan en precio con la farlopa, no parece muy sensato satanizar a los transportistas. Esta espiral inflacionista, más allá de lo que anuncie el cacareo mediático de tendencia, empezó meses antes de que un solo kalashnikov atravesara las fronteras de Ucrania.  

Les seré muy franco (perdón, quería decir sincero). En aquel apocalíptico 2020 salíamos al balcón a aplaudir no sólo al personal sanitario, sino también a transportistas, agricultores, ganaderos y otros tantos trabajadores esenciales. ¿Aquellos que entonces fueron ungidos como héroes ahora son una panda de tarugos soflameros? ¿Es así?

Serán lo que toque ser, porque el guion cambia cada semana. Permanezcan en sintonía.

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