En la “K” está el Kit

¿Qué diferencia hay entre el okupa delincuente y el que ocupa una vivienda por ser víctima de sus circunstancias?

Juan y Marga habían trabajado toda su vida desde muy jóvenes, y habían terminado de pagar hacía poco la casa en la que vivieron casi toda su vida.

Sus hijos, ya mayores, no convivían con ellos, por lo que solían ir a casa de su hija mayor a ver a su tan esperado nieto. Un domingo, sin que se pudieran imaginar lo que les iba a ocurrir, salieron de su hogar, como era costumbre, para ir a la comida familiar que se celebraba en a casa de su hija. Pero cual fue su sorpresa al volver a casa, cuando comprobaron que la llave no abría la puerta. Al principio creían que se habían confundido de piso, pero cuando se aseguraron de que estaban en la planta correcta y confirmaron que aquella puerta pertenencia a la vivienda de su propiedad, llamaron insistentemente para que les abrieran. Ante esto, únicamente recibieron gritos amenazadores para que se marcharan de allí. Tras llamar a la policía y personarse en la vivienda, Juan y Marga les explicaron lo sucedido, pero estos les dijeron que ellos no podían hacer nada, y que, si era cierto que esa era su vivienda, deberían acudir a un Juzgado para recuperarla. El resto, os lo podéis imaginar…

Carolina siempre había querido estudiar, pero un embarazo prematuro le había puesto demasiados obstáculos. Debía trabajar si quería proporcionar a su hijo las necesidades que a ella le habían faltado. Su novio por aquel entonces y padre de su hijo se había comprometido con sus obligaciones, al fin y al cabo, se querían. El tiempo trajo otro hijo, esta vez una niña, por lo que Carolina y Fran decidieron casarse y comprar una casa donde ver crecer a sus hijos. Dado que no disponían de grandes ahorros, fueron a solicitar un préstamo al banco, el cual, para alegría de la pareja, se lo concedió. Incluso les proporcionaron una mayor liquidez del coste de la vivienda, pasa poder hacer frente al pago de una ceremonia íntima y así poder casarse. Siete años después la vida les azotó. Fran enfermó y estalló una crisis financiera que provocó el despido de Carolina. Ante la imposibilidad de pagar el préstamo hipotecario, el banco, tras muchas luchas, accedió a firmar una dación en pago, y conceder a la familia un alquiler social.

Siguieron pasando los años, y Fran murió, dejando a Carolina sola con dos hijos de 11 y 9 años.

Esta no sabía cómo iba a hacer frente a todos los gastos educativos, médicos, ropa, etc… sumada a la alimentación de sus hijos y al pago del alquiler, por lo que fue descuidando la renta. A pesar de que había solicitado ayuda, y de que encontró un trabajo, esto no le daba para todo.

Un día recibió un burofax requiriéndole el pago de las rentas impagadas, avisándole del inminente desahucio en caso contrario, situación que se dio más adelante. Tras desalojarla de la vivienda en la que había pasado los últimos años con su marido, y viendo que las ayudas sociales no le llegaban para encontrar una alternativa habitacional, un vecino le informó de que en ese mismo edificio había una vivienda que pertenecía al banco en la que no estaba viviendo nadie. Ella, desesperada por no ver a sus hijos en la calle, pidió ayuda a un amigo para romper el bombín de puerta de dicha vivienda y meterse con sus hijos.

¿Qué diferencia hay entre uno y otro relato? En ambos se lleva a cabo la misma acción, es decir, ocupar una finca que es de propiedad ajena. Pero, ¿Qué es lo verdaderamente determinante? Las circunstancias.

Son estas circunstancias las que deben de regir en la creación de legislación al respecto, analizando y racionalizando cada caso, para no provocar una confrontación entre el derecho de propiedad y el derecho a una vivienda digna, que no provoque perjuicios a los agentes involucrados.
Porque no se trata de poner un derecho sobre otro (aunque no cabe duda de que hay un derecho que debe tener una mayor protección) sino de armonizar ambos. Es decir, no podemos aplicar un derecho en detrimento de otro, sino establecer unas reglas para tratar de que ninguno se vea dañado.

¿Cómo se hace esto? Desde luego, supone un análisis profundo de la situación. ¿Cómo NO se hace? Subrayando únicamente una parte del problema, provocando confrontación. En este sentido es común ver como la derecha política solo trata el problema de la ocupación delincuente, olvidando al ocupante víctima. En contra, parece que la izquierda únicamente ve el problema del ocupa víctima, sin denunciar al okupa delincuente.

No debemos olvidar que el Derecho regula situaciones humanas, y como seres humanos debemos ser capaces de realizar un trabajo de reflexión sobre lo justo o lo injusto.

El problema de la ocupación, como termino genérico que engloba toda clase de ocupación, no se arregla como cualquier problema, cerrando los ojos ante una parte de esta, ni confrontando, como hacen ciertos partidos de derechas y de izquierda, sino poniendo en común estas diferentes visiones.
Creo que es pedir mucho a estos partidos, que solo ven su ombligo, y están dispuestos a crear una guerra forzando la creación de un ejército de gente que les haga el trabajo sucio, y que les asegure una estancia en el Congreso.

Esos partidos que ven en lo diferente una oportunidad de crear confrontación entre sus ciudadanos, en lugar de ser una oportunidad de crecimiento.

Por ello, es responsabilidad de todos los ciudadanos no alimentar esta “política de guerrilla” y empezar por elegir opciones más moderadas que realmente se preocupen del conjunto de la ciudadanía, asumiendo que nadie es más que nadie, y que es el término medio lo que nos hará desarrollarnos como sociedad en paz.

¿Qué pensarías si en ese primer relato no hubiera sido un okupa sino una ocupante victima? ¿Y si en el segundo relato hubiera sido una vivienda vacacional en vez de propiedad del banco? Así hay muchísimas variantes.
Llegados a este punto sería absurdo no darnos cuenta de que deberíamos acabar con estos llamados okupas (con k), mafias y personas que mediante la brecha del sistema se aprovechan de las circunstancias, pero también, y de forma urgente, solucionar el problema que lleva a ciertas personas, víctimas de sus circunstancias, a ocupar en viviendas ajenas. Porque uno y otro están unidos y quizá, si no existieran los segundos, no habría cabida para la existencia de los primeros.

¿Qué diferencia hay entre la concepción del okupa que se adueña de la casa de unos ancianos y el anterior los denuncia cuando se meten en su propia casa cuando se va de vacaciones a Ibiza y esos ocupantes de viviendas que lo hacen por la más pura necesidad, abocados a realizar un acto desaprobado por ellos mismos pero necesario para que sus hijos tengan un techo en el que dormir?

Por lo visto, y para desgracia de este país, la única diferencia fáctica que hay se denomina derecha vs izquierda.
No existen, para los políticos de este país, término medio, solo visiones subjetivas de lo que quieren subrayar, es decir, de la problemática que quieren hacer suya con el fin de ganar votos.

¿Qué hay entre esas concepciones? La más absoluta nada. Esa nada que, como en la Historia interminable, avanza peligrosamente acabando con todo lo que encuentra a su paso.

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