El oro de Ferraz

Hace unos años fue noticia la imposición de diversas condecoraciones militares a la Virgen, en algunas de sus diversas advocaciones, por parte del entonces ministro de Interior con Rajoy, Jorge Fernández Díaz. Lo estrambótico de ello en un estado aconfesional como el nuestro acaparó diversas críticas bastante razonadas en el sentido de que no son admisibles semejantes ceremonias en una sociedad como la actual.

Pero ese reconocimiento a un ente para muchos inexistente y, desde luego, inocuo, es algo casi naif comparado con el que quiero citar hoy: el PSOE de Canarias nombró en enero pasado a Juan Negrín, expresidente de la República y Ministro de Hacienda, fallecido en 1956, Presidente de Honor del partido. Otra condecoración a alguien que tampoco existe. Si de la Virgen, los no creyentes no podemos decir que haya hecho cosas buenas ni malas, no se puede decir lo mismo de Juan Negrín, que de todo hizo.

En 1936, la reserva de oro de España era la cuarta mayor del mundo. Con Negrín como Ministro de Hacienda al inicio de la guerra, y bajo sus órdenes, 510 toneladas de oro fueron sacadas del Banco de España y trasladadas principalmente a la URSS, pero también a Francia. Con ellas se pagaron las armas de Stalin, los aprovisionamientos de las milicias republicanas y, por supuesto, el exilio de muchos de sus dirigentes tras la contienda.

El envío del oro a Moscú tuvo varios efectos: produjo una devaluación inmediata en la peseta por la falta de garantía de la moneda y una crisis económica a sumar a la bélica; no obtuvo los beneficios deseados que sí hubiera tenido si se hubiera trasladado a países más transparentes y fiables económicamente, como EEUU o Gran Bretaña y, por supuesto, ayudó a prolongar la guerra y, después, a alargar la posguerra al dejar al destrozado país sin reservas con las que poder reconstruirse de forma más rápida. Esas 510 toneladas de oro, al precio de hoy, equivaldrían a unos 27.000 MM de euros, 5000 más de lo que costó el rescate a Bankia.

Estoy seguro de que el nombramiento como Presidente de Honor no lo ha sido por la actuación en sus últimos años. Negrín aportó, según algunos historiadores, alguna documentación que obraba en su poder para justificar los envíos y ver si así el nuevo Gobierno podía reclamar al menos parte de ese oro. Vano intento, por supuesto, pero le serviría, supongo, para redimir sus culpas ante su propia conciencia.

A Negrín lo expulsó el PSOE, ya en el exilio, por desavenencias con Indalecio Prieto, pero le rinde honores hoy. También lo hace todos los días a Largo Caballero, que dejó escrito que su modelo de socialismo era el de Unión Soviética y que habría que llegar a él aunque fuera de forma violenta, palabras que no se recuerdan nunca en los homenajes que se le hacen en el Cementerio Civil de Madrid, donde está enterrado, junto a una avenida que lleva su nombre.

Como también reconocen la labor de la condenada y condenable Junta de Andalucía del PSOE, implicada en el atraco de 680 MM de euros a las arcas públicas. No en vano, el PSOE sigue apoyando la honradez de Chaves o Griñán y Sánchez ha nombrado a dos de sus consejeras como vicepresidenta y ministra. El caso de Montero, premiada con el Ministerio de Hacienda tras arruinar las cuentas de Andalucía, sería risible si no fuera dramático. Como vemos, la predilección del PSOE por este tipo de personas, que tanto y tan mal han hecho por la economía española, no es anecdótica sino una constante.

El PSOE, como los Lannister, siempre paga sus deudas, aunque sea tarde. Desde el Banco de España hasta los ERE, pasando por los intencionadamente olvidados casos Flick o Filesa, nunca han dejado de correr ríos de oro por la calle Ferraz. Oro público siempre, claro. O sea, el nuestro.

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