Guerra y paz, Biden y Trump

Mientras los tribunales estadounidenses deciden sobre el mayor pucherazo electoral jamás visto en Occidente en la era atómica, conviene recordar uno de los muchos asuntos que están en juego en esta elección presidencial, uno muy importante, si no el que más: la paz mundial.

Donald Trump se presentó a las elecciones de 2016 con la promesa de acabar con las “endless wars” (las guerras perpetuas) de sus predecesores George W. Bush y Barack Obama. También pretendía normalizar las relaciones con la Rusia de Vladimir Putin, muy deterioradas durante la administración Obama por sus enfrentamientos en Siria y Ucrania. Pero el “estado profundo” imperialista estadounidense y británico no compartía para nada la agenda pacifista de Trump y los suyos, y aún le gustaba menos la posibilidad de una paz acordada con su archienemigo ruso.

Hasta tal punto llegaba la rusofobia del “complejo militar-industrial” (como lo definió Eisenhower) que, en junio de 2018, días antes de la única cumbre oficial que ha habido entre los mandatarios ruso y estadounidense, el diario británico The Times titulaba: “Crecen los temores a un acuerdo de paz entre Trump y Putin”. Que alguien me explique qué clase de psicópatas tarados tienen “miedo” a que haya paz entre las dos mayores potencias nucleares del planeta…

Pues bien, a pesar de la oposición feroz del complejo militar-industrial, del aparato imperialista de la OTAN, de la siniestra CIA y, por supuesto, de la división de propaganda de todos ellos (los autodenominados “medios de comunicación”), en estos cuatro años, la administración Trump ha conseguido una serie de logros en su política exterior y militar, que pueden resumirse como sigue:

– Pacificación de Ucrania.
– Pacificación de Siria.
– Pacificación de Irak.
– Cooperación entre los ejércitos de Rusia y Estados Unidos para la eliminación del Estado Islámico.
– Acuerdo de paz con los talibanes en Afganistán.
– Acuerdo de paz en Yemen.
– Acuerdo de paz en Sudán del Sur.
– Acuerdo de paz entre Etiopía y Eritrea.
– Acuerdos de paz de Israel con Emiratos Árabes Unidos, Baréin y Sudán.
– Plan de paz para el conflicto palestino-israelí.
– Proceso de paz muy avanzado en la península coreana.
– Inicio de la normalización de relaciones entre Serbia y Kosovo.
– Retirada de las tropas estadounidenses de Siria y Afganistán.
– Reducción a la mitad de las tropas estadounidenses en Irak.
– Reducción de las tropas estadounidenses en Alemania.
– Repetidos intentos de normalizar las relaciones con Rusia, boicoteados una y otra vez por los sectores más belicistas del estado profundo estadounidense y británico.
– Es el primer presidente de Estados Unidos en 40 años que no ha empezado ninguna guerra en su primer mandato.

Sin embargo, el que sigue teniendo la buena imagen es el Premio Nobel de la Paz Obama, cuya administración arrasó Libia y Siria, promovió un golpe de estado en Ucrania, duplicó el número de países con fuerzas especiales estadounidenses desplegadas, lanzó 26.172 bombas sólo en 2016 (3 bombas por hora) y fue el único presidente en la historia de Estados Unidos que estuvo en guerra los 2.922 días de su mandato.

Hace escasos días, la administración Trump ha renovado la cúpula civil del Pentágono. El nuevo secretario de Defensa interino, Christopher Miller, anunció planes para acelerar la retirada de las tropas estadounidenses de Oriente Medio y de Afganistán. “No somos un pueblo de guerra perpetua. Es la antítesis de todo lo que defendemos y por lo que lucharon nuestros antepasados. Todas las guerras deben terminar”, señaló Miller.

Por su parte, el “presidente electo por la prensa” Joe Biden, a lo largo de su extensa carrera política, ha estado directamente implicado en la promoción y ejecución de las guerras estadounidenses en Yugoslavia, Afganistán, Irak, Libia y Siria. Si llega a gobernar, ya ha anunciado que pretende recuperar para su gabinete a varios de los halcones de la administración Obama que iniciaron o continuaron esas “guerras perpetuas”, como Hillary Clinton, Susan Rice o Michele Flournoy. Además, el “equipo de transición” para el Pentágono que ha seleccionado Biden está plagado de nombres procedentes de los think tanks financiados por la industria armamentística.

Todos los hombres y mujeres que amamos la paz deberíamos tener claro cuál es nuestro candidato, aunque la mayoría no hayamos podido votar en las elecciones presidenciales de Estados Unidos…

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