La concientización del agua en el Valle de México: Un problema irreversible

El derecho al agua está consagrado en el artículo 27° de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos. Así como en el artículo 4° párrafo sexto, cuya distribución de la misma constriñe la facultad a los municipios de garantizar el agua potable por lo establecido en el Artículo 115°, Fracción III Constitucional y así como, en la resolución número 64/292 en donde la Asamblea General de las Naciones Unidas que puntualiza textualmente el derecho humano al agua y al saneamiento, reafirmando que el agua potable limpia y el saneamiento son esenciales para la realización de todos los derechos humanos.

A 700 años de la Fundación de México – Tenochtitlán, ciudad cimentada en un islote dentro del lago de Texcoco –, hoy Ciudad de México; cuyo suelo lacustre con alto crecimiento demográfico desde la década de los cuarenta, cuya naturaleza irregular del suelo para la construcción de edificaciones. La alta sismicidad y el hundimiento es de hasta 12 centímetros por año acarrea como consecuencia una fuente de problemas de ingeniería en materia de distribución presentando deficiencias en garantizar el abastecimiento de la demanda del agua a través de tuberías.

Los problemas del abastecimiento de agua en la capital del país se palpan principalmente al sur de la ciudad presentándose la sequía y conatos de incendios. Siendo como consecuencia la merma en la producción de los cultivos en las alcaldías Milpa Alta, Tlalpan y Xochimilco; así también, la falta de abastecimiento en la presa Madín que es una fuente de agua potable para los municipios conurbados.

Dentro de una escala de valores, es necesario apostar por las políticas públicas urbanas y también a una legislación integral en materia de Derecho Urbanístico, que transversalmente, no solo corrijan los problemas del abastecimiento del agua potable sino también la expansión gradual de los asentamientos humanos. Porque es cierto que, gran parte del PIB se concentra en nuestra capital, así como el turismo y estancias de gobierno. Pero la pregunta sería: ¿Dentro de un par de décadas será viable que una ciudad con alto flujo de personas pueda subsistir con problemas de abastecimiento de agua que se ha tenido por décadas? ¿De qué depende que los servicios básicos sean de calidad en la capital del país? ¿La distribución de calidad de agua será en medida de la concientización del uso y aprovechamiento al que el beneficiado otorgue?

El garantizar el agua potable en la ciudad se mide a través de su gestión cuya producción, distribución y consumo queda en manos gubernamentales y empresas privadas aplicando el principio Ceteris Paribus. Si no tenemos como sociedad una cultura del cuidado del agua, la disciplina de racionarla, culturalmente será difícil buscar alternativas para su aprovechamiento eficiente. Porque es urgente promover la consciencia de que es un recurso que se agotara. Este recurso se exprime tantas veces más que el tiempo que tarda su ciclo de regeneración, sobreexplotándose; y quien ha servido bien aprovecharse de esta situación han sido las empresas transnacionales al privatizar, que por ley de oferta y demanda, llegará el día en que se encuentra inerte este recurso hidríco, alcanzando al día cero tal como la Organización de la Naciones Unidas lo ha pronunciado, siendo México uno de los países a considerarse, si no corrige los hábitos de uso y de desperdicio, así como, si no se pone como prioritario el tema tanto en la agenda pública como en la agenda gubernamental.

Es verdad que la solución no es racionar el agua en la Ciudad de México, sino que nuestro gobierno local implemente políticas públicas en beneficio de la sociedad, cuyas acciones sean la creación de programas donde se haga la promoción de la concientización de cómo podemos racionar el agua en nuestros quehaceres cotidianos. Por ejemplo, en países como Japón, que desde épocas milenarias han usado el ofuro como medio para aprovechar al máximo este líquido vital. Por su parte, en nuestros días, en estos países resulta básico que cuenten con instalaciones de sistema de descarga de agua reutilizada desde la tina o la lavadora, reutilizando el agua misma o la instalación de tejados para captar el agua de lluvia.

Las autoridades – tanto en la Ciudad de México como en la zona metropolitana – deberían de implementar una homologación en cuanto al control de distribución de agua, y con esos indicadores de control determinar políticas públicas viables para el mejoramiento del sistema de aguas. Un ejemplo de ello lo encontramos en los aparatos de medidores de agua potable, ya que el corazón del país subsiste a costas de los municipios mexiquenses, en el que también estos municipios conurbados no se raciona el centímetro cúbico utilizado cuando en la Ciudad de México sí se controla.

Es algo que ya hemos escuchado, visto o comentado, pero no existe ni la cultura ni un sistema generalizado que pueda implementarse de manera constante y reiterada de concientización en nuestra sociedad mexicana. Esta es una realidad que no solo les compete a los tomadores de decisiones, sino que también a nosotros los gobernados. Si tan solo observáramos lo que consumen la gran parte de los objetos que utilizamos diariamente… nos daríamos cuenta de que estos, para su proceso de producción, necesitaron de un gran porcentaje de agua, así como el proceso de embalaje y transportación del mismo.

Un ejemplo de ello está en la acción cotidiana de comprar garrafones de agua o su empaquetado dosificado. Pero estas botellas plásticas requieren tres veces de más agua que la cantidad de agua que contiene y todo esto a pesar de que seamos uno de los países a nivel Latinoamérica que encabezan el reciclaje del plástico. La industria privada se ciñe a sus políticas corporativas sin realizar alianzas con el gobierno, quedando en desconocimiento pleno del consumidor el proceso de vida útil de estos plásticos. Asimismo, ignoran que el consumidor no solo es dueño del contenido del envase, sino que también es responsable de la utilidad del envase, cuyas botellas plásticas al finalizar su utilidad. La consecuencia más común es que el consumidor catalogue al envase como desecho y este probablemente termine contaminando lagos y ríos. Estos, al ser una fuente natural de este recurso vital, el agua al pasar por los procesos de transformación para su potabilización. Sea importante hacer notar que el agua potable no es completamente inocua, ya que vistas al microscopio el agua contiene micro plásticos dañando el agua potable para su consumo.

Ante esta situación es necesario aplicar nuestro instinto gregario en beneficio por nuestra única casa que es el planea tierra para generar ciudades sostenibles para con nuestra especie, como dice el historiador Howard Zinn “Si la gente pudiera ver que el cambio se produce como resultado de millones de pequeñas acciones que parecen totalmente insignificantes, entonces no dudarían en realizar esos pequeños actos”.

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