La vida como arma. La estupidez como defensa

Esta semana el Gobierno de España se ha enfrentado a una de las situaciones más vergonzantes que se recuerdan. Vamos, lo que se ha conocido toda la vida como una “bajada de pantalones”. Si hace unos años la Unión Europea al completo tenía que responder con miles de millones de euros a las extorsiones de Turquía de abrir las fronteras para posibilitar el paso de cientos de miles -quizá millones- de “refugiados”, esta vez ha sido España la que ha sido puesta bajo amenaza. La táctica de Marruecos esta semana ha sido la misma que la de Turquía entonces: propiciar una avalancha migratoria ilegal descontrolada. Una invasión hostil propiciada por un gobierno extranjero que viola el Derecho Internacional de España como nación soberana. Miles de hombres en edad militar y, como máxima expresión de la crueldad, también niños. Niños desde unos pocos meses hasta apenas doce o trece años.

Esta vez, como aquella, se ha utilizado el engaño y la pobreza y se ha jugado con la vida de cientos de niños inocentes. Tan inocentes como que fueron sacados de sus colegios por el Gobierno de Mohammed VI y ser conducidos a la valla y al mar prometiéndoles que, entre otros anzuelos, iban a ver nada más y nada menos que a Cristiano Ronaldo. Lo sucedido esta semana dista mucho de ser una crisis migratoria. Ha sido una jugada execrable con el único fin de obtener rédito económico. Y vaya que así ha sido. Pedro Sánchez no tardó ni cuatro horas en enviar treinta millones de euros a una policía marroquí que mientras se realizaba la transferencia estaba abriendo las puertas de la frontera para consumar una invasión muy bien cocinada por el reino alauita.

Y es que la infinita torpeza del gobierno socialcomunista ha sobrepasado todos los límites imaginables en las últimas semanas. La mecha de toda esta ignominia la encendió el propio ejecutivo al traer a escondidas -con nombre falso- al líder del Frente Polisario, un requerido por la Audiencia Nacional para ser investigados por delitos de lesa humanidad y violación y, como no, un enemigo obvio de Marruecos. Este que suscribe sigue sin encontrar una explicación lógica, no solo al “desliz” diplomático en cuestión, sino para entender cómo es posible que el Gobierno de España pueda acoger prófugos de la Justicia española con total desdén hacia nuestro Poder Judicial. Es inaudito que España tenga un gobierno que funcione como una organización criminal y se emplee más a fondo para mover a un terrorista que en indemnizar a los españoles por las pérdidas ocasionada por la nefasta gestión del virus chino. España no se merece pasar tanta vergüenza ni de puertas para afuera ni de puertas para adentro. Sencillamente, no lo merecemos.

Marruecos ha utilizado vidas como armas y el Gobierno de España se ha defendido con supina estupidez. Y propaganda. Ingentes cantidades de propaganda. La maquinaria mediática se puso en marcha para relativizar la invasión y enseguida se puso el foco en el discurso de Vox y en tapar las imágenes de miles de inmigrantes ilegales aterrorizando al pueblo ceutí en las calles de la ciudad autónoma. ¿Qué están apedreando a nuestros guardias civiles en el valle desde suelo marroquí? Pues centrémonos en repetir en bucle el abrazo del inmigrante ilegal a la voluntaria de Cruz Roja. ¿Qué la gente en Ceuta se ha encerrado en casa con sus hijos? Pues repitamos hasta la saciedad que Ceuta es una ciudad acogedora que no va abrazar “los discursos del odio”.

Pero, una vez más, el consenso político y mediático ha llegado tarde. El propio Presidente de Ceuta (PP) lanzó unas declaraciones en las que confirmaba que el pueblo ceutí tenía la sensación de estar siendo invadido y que había mucho miedo en las familias. Imagino que el tándem Casado-García Egea no tardará mucho en tacharlo de “disidente”. De hecho, fue otro líder de los populares el que se lanzó al cuello de Abascal mucho antes de hablar de la defensa de la integridad nacional. Feijóo volvió a hacer su ya tradicional ridículo y en denostar el derecho de España a defender sus fronteras y el derecho de los españoles a decir abiertamente lo que consideren. El político no debe acallar al pueblo y menos cuando ese político vive a miles de kilómetros acomodado en una burbuja de poder.

Me quiero reiterar: lo ocurrido esta semana es una invasión de un país a otro. Pero la gota del líder del Frente Polisario tan solo ha servido para desbordar un vaso que Marruecos lleva tiempo llenando. Consideran que Ceuta y Melilla son y deben ser marroquís. Y por ello más que en un mero chantaje -que también- debemos calificar esta operación como un ensayo de una posible nueva “Marcha Verde”. No olvidemos de lo que son capaces nuestros vecinos del sur y, ante todo, de lo que es capaz este inútil que nos gobierna.

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