No me puedo callar

Nadie puede seguir viviendo sin pasar por el trámite del pinchazo. Así lo requieren las omnipresentes autoridades europeas, esas que atacaron ferozmente a Polonia porque su soberanía les insultaba y entonces les fue bien apelar a los derechos humanos, cosa que cuando se trata de coaccionar a millones de ciudadanos para que se inyecten su néctar biotecnológico se saltan sin ningún escrúpulo.

Llegó también el día para los más pequeños, a pesar de que, durante toda la pandemia, nos han bombardeado con que no necesitaban mascarillas y que los casos pediátricos son menos frecuentes que en adultos y con sintomatología más leves, como se puede leer en un documento de manejo del cliente pediátrico con infección por SARS-CoV-2 del Ministerio de Sanidad, a pesar, también y más grave, que en la propia guía técnica de la “vacuna” COMIRNATY (es decir , la de Pfizer BionTech con ARNm) se deje claro en la página 12 que «No se ha establecido todavía la seguridad y eficacia de Comirnaty en la población pediátrica menor de 12 años”. Lean otra vez… “No se ha establecido todavía la seguridad y eficacia de Comirnaty en la población pediátrica menor de 12 años”. ¿Lo han entendido o lo escribo con Plastidecor?

Quieren inocular a los niños un ARN mensajero sin tener puñetera idea de los efectos que puede producir, todo, claro está, por su seguridad y la de los adultos a su alrededor. Desde luego debemos estar en una época oscura cuando, bajo la máxima de proteger a los adultos, se pone de escudo a los jóvenes y pequeños. Lo natural es proteger a las nuevas generaciones, a las semillas, no ponerlos de barrera para, según dicen, proteger adultos y ancianos inyectándoles la “vacuna” que los adultos ya llevan y no les protege. Si, además, tenemos en cuenta la época del año en que nos encontramos resulta de un sarcasmo maléfico.

No puedo callarme ante este acto deleznable hacia los inocentes, cuya finalidad no conoceremos hasta dentro de unos años. Porque no es normal este acoso a la población para inocularse algo contra una enfermedad cuya tasa de supervivencia es más alta que la de mortalidad y que, como ya se ha visto sobradamente, dicha “vacuna” no evita contagiarse ni contagiar, del mismo modo que no evita hospitalización. No es normal querer inocular la biotecnología de ARNm a escala mundial, cuando es la primera vez que se inyecta a humanos. No es normal seguir con el plan de inoculación de una terapia genética a pesar de los efectos secundarios que van apareciendo y que los propios laboratorios van añadiendo, periódicamente, en sus prospectos. No es normal que se siga con inyecciones y refuerzos a todas las edades, cuando ya existen estudios que confirman que las “vacunas” de ARNm producen eventos cardiovasculares graves.

Ahora dicen, las entidades globalistas y los medios subvencionados, que los niños son vectores peligrosos, que pueden infectar a padres y abuelos, que la incidencia sube, que se infectan, que contagian, que además lo padecen y que es urgente que pasen por el mismo trámite que los adultos… Dos años casi de este asunto y nadie se maravilla al ver que lo más sorprendente de este virus sea la organización. Sigan la hemeroteca, incidencia e ingresos son proporcionales al grupo de edad al que toca inocular, con un orden tan metódico que parece premeditado. ¿No les parece extraño que justo ahora el virus ataque a niños de 5 a 11 años? No al principio de la pandemia, no cuando les obligaron a ir al colegio, ni este verano, justo ahora que son los que todavía no habían hecho cola se convierten en víctimas y verdugos. Del mismo modo, resulta sorprendente que no se diga absolutamente nada de los miles de casos que denuncian efectos secundarios o fallecimientos y que tengan voz solamente en medios alternativos, a través de ellos mismos, familiares o personal sanitario que se atreve a hablar. Igualmente, inaudito es que inoculen también a embarazadas, un estado durante el cual los medicamentos están sumamente limitados.

Tampoco oirán mención alguna a la gran cantidad de fallecimientos que se producen “de repente” o las “repentinas” afecciones de diversa índole que se detectan incluso a deportistas de élite, se vienen dando con una preocupante frecuencia en los últimos meses y ningún telediario abre con estas noticias. Ni qué decir tiene el caso omiso que hacen a las personas que ya han pasado la enfermedad, que tienen anticuerpos naturales y a las cuales tampoco les permiten evitar el omnipotente pinchazo. En este grupo encontramos sanitarios a los que empujan a ponerse la nueva invención muy a pesar de no necesitarla por tener, comprobado con análisis de serología, sus Ac IgG (inmunoglobulinas) a altos niveles, disponen ya de defensas contra el virus.

Por alguna que otra razón, hay una campaña como jamás hemos visto en la historia para inocular a toda costa este ARN sintético. Por algún motivo, se necesitan muchas más dosis de las que se podría esperar de una vacuna, pero no de un tratamiento. Para medios y autoridades gubernamentales lo importante es conseguir la obediencia al mandato, por encima de cuestiones sanitarias o sentido común. Al igual que, a todas luces, es primordial bombardear con el Covid, aunque si nos paramos a hacer uso de matemáticas básicas los datos no sean tan terroríficos. Con la misma furia lanzan artillería contra las personas disidentes del pensamiento sanitario único, ahí se olvidan de la diversidad, la tolerancia y los delitos de odio. Países con afianzadas democracias se han vuelto tiranías, coaccionando, aislando, señalando, multando e, incluso, metiendo en centros de “cuarentena” a las personas. Miras a tu alrededor y ves como todos los tratados nacionales e internacionales con respecto a derechos humanos y libertades individuales se violan sin que les tiemble el pulso.

Mientras, se suman los ciudadanos que se sienten recompensados al poder hacer lo que antes hacían normalmente, solo por tener el “pase de buen ciudadano globalista”, lo que en muchas ocasiones produce situaciones surrealistas. No salgo de mi asombro al haber visto, días atrás, personas celebrando el Día de la Constitución con su pasaporte Covid recién descargado, colaboracionistas de esta dictadura que se salta varios artículos de nuestra Carta Magna. No cabe duda alguna de que la opinión pública está manipulada, no hay lugar para el pensamiento crítico porque la información va en un solo sentido. Pregúntate por qué, pregúntate a quién beneficia silenciar al discrepante

La próxima vez que veas un titular recuerda que, por ejemplo, James C.Smith es Presidente de la agencia de noticias Reuters y al mismo tiempo miembro del consejo de administración de Pfizer y del World Economic Forum. Cuando el gobierno hable de órdenes desde la Comisión Europea, no olvides que Ursula von der Leyen ( la presidente de la Comisión Europea), está casada con Heiko von der Leyen, Director Médico de Orgenesis, compañía de biotecnología y terapia génica. Esto, evidentemente, crea un sustancial conflicto de intereses. Esta es la gente que te instruye sobre lo que hay que hacer, que te está pastoreando, que te está chantajeando, el poder económico domina los medios de información, el globalismo ha tejido una telaraña y el único que la puede romper es el propio ciudadano, si no hay participantes se acaba el juego.

Ahora, quizás, entiendas por qué se permite todo para acorralar al divergente, a quienes optamos por la cautela, quienes no consumimos titulares, quienes nos hacemos preguntas, quienes leemos, entre otras informaciones, los prospectos de las vacunas … y vemos, entre otras cosas, como ya he escrito al principio, que los propios laboratorios afirman que: “No se ha establecido todavía la seguridad y eficacia de Comirnaty en la población pediátrica menor de 12 años”. Esta es la verdadera lotería del niño este año, ¿te vas a jugar su vida?

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