No vade retro

Es obligación indispensable que lo que hagamos en el presente se hile al futuro, sin nudos, dando puntadas con un hilo que, ulteriormente, tendrá un futuro. Ese presente debe coserse con pespunte recto, con un camino trazado para que el futuro no nos dé la espalda.

Hacer el presente es el vivir la cotidianidad, el orden que nos hemos impuesto y con el sentido que hemos querido darle. Muchos se empeñan en vivir en el pasado y tiene que ver con la personalidad, pero en el ámbito político es innegablemente nefasto realizar esos parones en alguno de los tres tiempos. Porque la sabiduría política se basa precisamente en la administración del pasado, presente y futuro. El pasado político encierra episodios para no olvidar por su bondad y para olvidar por su villanía. 

La mala política es distraer a los ciudadanos con cuestiones sentimentales cuando subyace la mala intención de desenterrar odios y personas; así nos enfrentamos unos con otros, dejamos de producir bondades, nos distraemos del presente y nos damos de bruces con un futuro imprevisto alejado de nuestra voluntad de mejorar. A esta circunstancia, nos llevó el peor presidente de Gobierno que ha tenido España, José Luis Rodríguez Zapatero, alías ZP. Bueno, el peor anterior al ‘más peor’, “Antonio” Sánchez Pérez Castejón.

Volvimos a hablar de derechas e izquierdas, de buenos y malos, de un lado y del otro de España, alimentando así a todas esas almas a las que no les gusta que todos vivamos mejor y quieren ser solos los dueños del cotarro. Cuánto daño inculcado torticeramente a los que no sabíamos nada de estas rencillas que creímos superadas. A partir de ahí, los partidos ya no tienen programas para los ciudadanos, solo tienen ideología. Así que, tras las votaciones legales, se realizan uniones poco legitimas por cuanto se alejan de la voluntad democrática de los ciudadanos.

Hasta aquí lo que todos sabemos, para qué enumerar tantas y tantas leyes, tantas y tantas acciones poco democráticas. No voy a entrar en la negatividad. Sabemos que esto va cuesta abajo y que nuestra paciencia, nuestros bolsillos y nuestra dignidad, están en entredicho. Lo malo atrae a lo malo, serendipia se da en llamar a un aserto que también vale para… lo bueno, atrae a lo bueno.

Amigos lectores, nos adentramos en una serendipia que abre una puerta a la esperanza de volver a ser una Nación próspera, valorada y respetada allende los mares. Ocurrió tras el descalabro del PP, no hay mal que por bien no venga, decía mi abuela. Unas mayorías importantísimas afloran y utilizan las urnas para demostrar y evidenciar su hartazgo.

La semana pasada tuve la oportunidad de asistir al 18 Congreso del PP en Murcia, donde los populares revalidaron a Fernando López Miras como presidente regional del Partido Popular. La intervención de Alberto Núñez Feijóo me dejó un entusiasmo y una ilusión esperanzada para un futuro cercano y para el mismísimo presente. Experiencia política, de gestión, de organización… Lo que más me enamoró fue su nula utilización del insulto personal. A él le interesa la solución de nuestros problemas, aunque ciertamente para poder hacerlo hay que alcanzar la presidencia de nuestra preciosa nación.

Quiero compartir con ustedes, amigos lectores, unas frases extraídas de su discurso que escuché, casi devotamente, porque no me creó más que tranquilidad y bienestar. Las apunté con el fin de ofrecerlas textualmente: “No hemos venido a acabar con la riqueza, sino con la pobreza”. “La energía no es ideología, es tecnología”. “Solo hablaremos de cómo se solucionan los problemas de los ciudadanos”. “Si perdemos, perdemos todos, si ganamos, ganaremos todos”.

Quien así habla ante más de 1500 personas, quien ha sido votado con mayoría absoluta en su Galicia natal durante tres Legislaturas, produce optimismo y positividad. Ese es el efecto Feijóo, amigos. Estoy afectada, ¿se me nota?

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