La parábola del cocodrilo y Ciudadanos

Quiénes suelen leerme saben que he estado defendiendo constantemente la necesidad de una formación política como Ciudadanos, y de forma importante, en el panorama político español. Y sigo pensando, sin lugar a dudas, que es imprescindible contar con un partido de centro fuerte, que sea capaz de acaparar desde una perspectiva atemperada, la necesidad de aquellos que huyen de los partidos tradicionales de encontrar un espacio alejado de los vicios generados con el tiempo en aquellos sin perder la perspectiva tan necesaria de una defensa de la economía acorde con el sistema, generadora de empleo, estabilidad y garantía de crecimiento y fortaleza; pero también una formación política que no se olvide de lo importante que es mantener y sostener un tejido social diverso, fundamentado en derechos imprescindibles y en otro tipo de garantías que lo sostenga.

Sin embargo, a pesar de mi apuesta incesante y constante por defender a este partido, que dice encontrarse ahora mismo en un proceso de refundación, no me veo en otro remedio que darme por vencido. El problema del partido nunca fue su programa, su defensa de la unidad nacional o de, precisamente, esa economía tan necesaria, esa apuesta por la creación de empresas, por la …. A la vez de por la defensa de la libertad comedida y respetuosa en todos los órdenes bajo principios irrenunciables y el apoyo de los sectores más vulnerables y necesitados.

El problema de este partido, el que motivó que hubiese personas muy preparadas y que decidieran dar el salto al vacío saliendo esta formación o a otros partidos a buscarse un futuro estable, el que motivó que miles y miles de afiliados le dieran la espalda no fue otro que su estructura y las personas que la forman.

Miren ustedes, les cuento un caso muy reciente, ocurrido en este periodo vendido como refundación y que ya ni los que quedan terminan de creerse. Se producen unas elecciones internas a la dirección de una agrupación local que había estado unos meses bajo la tutela de una gestora. Se presenta una sola lista que resulta ser de consenso del conjunto de afiliados que pretendían formar parte de ella. Se llega a votar con un resultado positivo por unanimidad, sin ningún voto en contra. Inesperadamente, un afiliado presenta una reclamación justificada en que una persona de esa candidatura no podía formar parte de ella porque tiene un cargo institucional en el partido. Esto resulta ser incierto ya que el puesto que ocupa esta persona no es un cargo político, sino que tiene un contrato como administrativo sin ninguna función política ni poder de decisión política. Sorprendentemente, con el silencio de la dirección regional y nacional, a las semanas de las elecciones deciden, sin consultar, sin mediar palabra ni tener en cuenta a los elegidos, que aceptan la impugnación y dan por nulas esas elecciones.

El paso siguiente es igual o mucho más sorprendente. Y es que se produce un absoluto silencio, no hay respuesta a las preguntas que se les hace a los distintos directivos regionales ni nacionales y todo queda en nada. La nada. El total ninguneo y el total y absoluto desaire a personas que dieron su cara no sólo de cara a los afiliados, sino cuyos nombres llegaron a publicarse, sin ser consultados, en medios locales por filtraciones de vete a saber quién y cómo. De cara a la sociedad habían sido elegidos y jamás decidieron hacer pública esta elección.

Y el paso final merecería un redoble de tambores. Sin consultar de nuevo, sin tener en cuenta a las personas que encabezaban la lista elegida en elecciones y anulada posteriormente, deciden nombrar a una gestora en la que incluyen a los miembro de la anterior gestora y algunos nombres, ignorando a gran parte de la lista electa pero… tachaaan… metiendo en la misma gestora  a la persona que había motivado la anulación de las elecciones. ¿Alguien puede llegar a entender esto? ¿Alguien podría llegar a soportar tal nivel de ninguneo y de auténtico desprecio a una agrupación de un partido político y a sus afiliados? ¿Alguien podría meterse en la piel de aquellas personas que, a pesar de ser el peor momento del partido, dan un paso adelante no esperando absolutamente nada más allá que trabajar por recuperar algo de electorado, de confianza de los ciudadanos, y se encuentra con este comportamiento indigno e inhumano de aquellos que les están vendiendo una refundación y un nuevo clima de partido? ¿Realmente esta gente piensa que esos afiliados van a seguir en el partido? Pues claro que no, la mayoría se terminaron por dar de baja, y con toda la razón del mundo.

Personas con el mejor ánimo de trabajar por ese proyecto político tratadas miserablemente y un enrocamiento en sus actitudes y en sus formas de la dirección de un partido que ha dejado de ser opción para convertirse en una cuestión de fe intangible y carente del menor atractivo para la sociedad, precisamente por el comportamiento y las decisiones erróneas de aquellos que, pretendiendo dar lecciones políticas, se están quedando solas en su discurso.

Y es que este no es el primer y único caso de estas características que ha azotado al partido, y menos aún en esta localidad capital de provincia. Decía Winston Churchill que “un apaciguador es alguien que espera que el cocodrilo se coma a alguien antes que a él”. Sin lugar a dudas, en estas labores pocos mejorarían a la dirección y el entramado de Ciudadanos, porque el cocodrilo se ha comido a tal cantidad de afiliados que al final sólo van a quedar ellos.

El problema, sin embargo, que planteo, no es ya que el cocodrilo se coma a afiliados mientras muestran la más absoluta indiferencia; el problema, señores de la dirección de Ciudadanos, es que el cocodrilo es ustedes, que nunca fueron víctimas sino verdugos de personas que tuvieron las mejores pretensiones apostando por ese proyecto político y se encontraron con su rechazo o su ignorancia, apostando sólo por lameculos, valieran o no, o gente cercana que sabían los apoyaban sin fisuras… bueno, hasta que llegó la fisura de no ver en su formación un futuro que les diera de comer a medio plazo.

El problema de Ciudadanos siempre fue ustedes y no otros, ni fueron los medios de comunicación, ni el PP, ni el PSOE, fueron ustedes con sus decisiones sobre Murcia o Madrid o Granada, o Andalucía, o Cataluña, las que llevaron a este proyecto a la deriva. Y unas personas que han hecho esto y que son los cocodrilos que terminan por liquidar las esperanzas y expectativas hasta de aquellos que no terminaban de dejar de confiar en ustedes nunca serán los capitanes adecuados ni para dirigir una refundación ni para ser ejemplo de nada.

España necesita un partido de centro, pero ninguno ingobernado, como éste, por ustedes.

«Un fracasado es un hombre que ha cometido un error, pero que no es capaz de convertirlo en experiencia». (Elbert Hubbard)

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