¿Nos hacemos un acabose?

Ahíta que anda una de tanta Ley, que por la vía del Decretazo (abuso descarado de la urgencia inexistente), nos ha colado el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, apoyado por los «con pecado» que, por otra parte, son los suyos pecadores de las praderas que, al no encontrar sangre física, nos sangran por los costados. Cuatro dicen que son ,así que sumo cuatro veces.

Han dejado a Gonzalo Fernández de Córdoba a la altura del betún «picos, palas y azadones… cien millones”. De este neo-Capitán de su soñada Republica III, qué os voy a contar que no sepáis; los informados, los afectados, los saqueados, la mayoría del rebaño, ahora si nos va al pelo la nomenclatura , estabulados, esquilados, desnudos con una intemperie saturada de virus patógenos insaciables. Igualito que los socios de Sánchez, clones suyos en su ferviente deseo de destruirnos, de estropear lo que medianamente va bien. La situación se pinta in extremis. Ya tiene las fauces abiertas y dispuestas a fagocitarse una Justicia que es la única garantía que nos queda como asidero democrático.

Estamos en la cama del faquir pinchados a muerte lenta. Allá va nuestra independencia, nuestra autonomía personal y nuestro ánimo. Pero amigos, una quiere sobrevivir, salir perjudicada ya no tiene contención, salvo que el Señor Feijóo no de ese paso valiente y valeroso de plantearle la Moción de Censura. No la iba a ganar por cuestión de la majadera aritmética que permite la Ley electoral, pero perdiéndola, se cubre de gloria porque se pondrán en evidencia los socialistas que no tienen pudor en violentar sin consenso, la Carta Magna. El Sanchismo no suma con el resto y, si lo hace, es por lo que los socialistas amagarían ante la poltrona, pero a la vez se auto-inmolarían en el Ágora del Gobierno. Si el Gobierno se apodera de la Justicia, se quedará con los tres poderes del Estado, siendo el Rey de España, Felipe VI, jefe del Estado, el que sobraría. A por ello van.

Poco espacio para el optimismo. Una Navidad con muchas bombillas en la calle y con muchas maniobras torticeras en los pasillos del Congreso de los Diputados. Todo ello es lo que nos espera salvo que pongamos, al menos en los días navideños, nuestra mente con su poderosa y socorrida abstracción para hacer planteamientos positivos. Hagamos un acabose, como el que se hace un Sinpa. José Mota lo bordó en un programa televisivo. Llevó la historia al terreno histriónico y a reírnos de nuestras propias barrabasadas históricas, antiguas, pretéritas y que las carcajadas se apoderen de nuestro sistemas fisiológico, aunque solo sea en Navidad. Estoy convencida de que esto es terapia económica y efectiva. Lo digo y lo hago desde ya, no sin antes desearos a todos Feliz Navidad, en una intimidad de la que aún somos dueños.

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