Lo que nadie te cuenta

La triste realidad de estos tiempos es que la información siempre está sujeta a los intereses de los que “agradecen”, o lo que es lo mismo, compran con generosidad a los medios de comunicación. Aquellos que se prestan a ser altavoces pagados de los que, si bien pueden no comulgar con el mensaje o notifica a difundir, de tripas corazón se debe hacer para no desentonar con sus mecenas.

A día de hoy se está intentando acallar el cada vez más emergente “bulo” que se ha extendido en relación a la vacunación y sobre los efectos secundarios serios que trae el pinchazo. De bulo no tiene nada, aunque más les gustaría a los medios que lo fuese, a esa casta semiprofesional del desgaste y de “lo que se repite mil veces, termina por hacerse realidad”. Pues bien, llego yo con mis suspicacias y mi analítico sentido de la justicia y la verdad.

En la actualidad, en España, estamos asistiendo a gran cantidad de casos de muerte súbita también llamadas repentinitis en gente joven. Tanto deportistas como sin serlo. La cantidad de estos casos, casualmente, tras el pinchazo, se han ido elevando la cantidad de ellas. Los medios de comunicación cuando salen en forma de noticias las mencionan por muchos motivos menos por aquello novedoso a lo que llaman vacuna.

También estamos viendo cómo los mayores van falleciendo. En multitud de ocasiones estas muertes debido a diagnósticos erróneos o simplemente por no haberlos atendido a tiempo. Pero lo más grave es que estamos cambiando la perspectiva de la muerte. Si es un anciano, ya le tocaba o estaba de más. También se dice que ya había vivido sus años útiles y que ahora ya no es rentable para la sociedad. Aquí se abre la veda a un debate controvertido ¿Quién decide si “ya has vivido lo suficiente”? ¿el Estado protector, los médicos o la familia?

Ahora mismo nos venden que la gripe es la mayor causante de los fallecimientos por el componente inflamatorio, que esta se provoca, aunque a la vez, también podemos encontrar expertos que citan la vacuna como causante de las defunciones debido a que esta genera la misma inflamación para facilitar la producción de anticuerpos que la propia gripe. Entonces, lo que yo me pregunto es, ¿de qué sirve la vacuna si lo que está causando las muertes es la inflamación? Sumada a la posible mala praxis y a la confianza que los ciudadanos aún conservan –aunque, cada día menos- en la Sanidad.

Sí, he dicho mala praxis y lo reitero, así como la “medicina de guerra” que se aplicó y que alguien olvidó desactivar tras la mal llamada emergencia sanitaria. Y debido a esto cada vez tenemos peor asistencia sanitaria, pero nos hacen creer que nosotros somos los culpables de lo que acontece en nuestro país. No fue una emergencia sanitaria, se trató simple y llanamente de una purga, como las purgas naturales, pero creada con el fin de que sólo queden los resistentes a las enfermedades a las enfermedades respiratorias de esa clase. Posteriormente, con el transcurso de las diferentes dosis de las vacunas, casualmente, se iban produciendo mayor cantidad de efectos adversos de los cuales a los interesados jamás les advirtieron. Pero ¿Qué más da?

Poco a poco, así la purga fue variando de una patología sospechosa a otra con la que iban distrayendo la atención del foco central. Y es que han muerto muchos o quizás han sido asesinados por la confianza, la ignorancia o por la poca empatía de unos y el exceso de otros. También en base a la sensación de alerta médica, el poco pensamiento crítico, la manejabilidad en situaciones críticas… todo lo mencionado anteriormente tiene un factor común: la sociedad es más manejable cuando el miedo está presente en sus vidas.

Por eso, ahora que parece que nuestra memoria de pez ha borrado los agónicos recuerdos del Palacio de Hielo de Madrid, abarrotado de ataúdes precidados y reconvertido en tanatorio de muchas personas sin identidad, ahora parece ser que todo esto no ha existido. Todo “tan irreal” que yo iba a trabajar y todos los días me hacían el alto los militares preguntando hacia dónde me dirigía… o cuando iba con destino al supermercado a hurtadillas con mi hija haciendo ver que no la conocía. Todo eso no se debe olvidar ya que es parte del bagaje acumulado a lo largo de estos años. De las experiencias fuertes se aprende, por lo menos, hay que valorar el lado útil.

Y ahora que muchos han velado los recuerdos, resulta que nos atemorizan con el cambio climático, la gripe A, la crisis financiera o la guerra de Ucrania que es el origen de todos los males de la sociedad actual. La realidad de todo esto es que cada vez somos más pobres, más dependientes del Estado de turno a la par que nos encontramos más crispados al mismo tiempo que somos más egoístas. Ojo, los intereses son pozos sin fondo.

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