
Hay restaurantes en España que ofrecen menús de degustación, y luego está el que ofrece Casa PSOE: lechugas, soles y chistorras. No, no se trata de una nueva dieta mediterránea patrocinada por el Gobierno de nuestro país, sino del cifrado con el que el entorno de Ábalos y su inseparable Koldo se referían al dinero en efectivo; un código gastronómico tan grotesco como revelador, digno de una España donde la corrupción se disfraza de humor para que duela menos.
Según la Unidad Central Operativa -UCO-, ese peculiar vocabulario era la jerga habitual de los custodios del dinero negro de Ábalos: las “lechugas” representaban a los billetes de 100 euros; los “soles”, los de 200, y “chistorras”, los de 500. En sus mensajes, se hablaba de cajas de folios que, curiosamente, no contenían papeles, sino fajos de billetes. Todo muy ibérico, muy de tapeo, muy de “pásame la chistorra que hoy cobramos las comisiones”.
El exasesor de Ábalos y protagonista principal del llamado “caso Koldo”, Koldo García, fue el primero en caer. Pero su caída arrastró consigo un hedor a dinero sucio que alcanza directamente al que fuera exministro de Transportes y Fomento, entre otros cargos, con el actual presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. El mismo Ábalos que juraba no saber nada, el que presumía de “honestidad socialista”, y resulta que ahora aparece en los informes con más de 95.000 euros en gastos sin justificar y un entorno donde el dinero circulaba con más fluidez que las esclusas de Ferraz. Todo esto mientras en el PSOE se hacen los sorprendidos, como si Koldo y Ábalos fueran dos turistas despistados que se colaron en la política por error.
El relato, de no ser real, sería de lo más cómico, pero lamentablemente es tan real como la vida misma. Un exministro, su exasesor y su pareja, usando nombres de embutidos con el fin de camuflar el dinero. Conversaciones interceptadas donde se felicitan por tener “dos mil chistorras” listas justo antes de unas Elecciones Generales. Y un partido entero mirando hacia otro lado, no vaya a ser que “las chistorras” salpiquen más de lo esperado y no precisamente en forma de colesterol. Queridos lectores de Minuto Crucial, lo más irritante no es el dinero, sino la impunidad con la que se comportan unos y otros. Esa sensación de que el poder político se siente intocable, blindado por los medios amigos y un gobierno que tapa sus miserias con grandes retóricas y aún mayores cortinas de humo.
Porque mientras se habla del “avance social”, de “la ultraderecha” y de “la convivencia”, el propio PSOE sigue oliendo a chistorra recalentada. Pedro Sánchez, que se presenta como adalid de la regeneración democrática, calla. Su Gobierno, que presume de feminismo, ecología y progreso, calla. Y resulta que los mismos que señalaron al Partido Popular por los sobres de Bárcenas ahora balbucean cuando las lechugas son propias. Es el socialismo versión 2025: moral de Instagram, bolsillo de Suiza.
Y qué decir de Koldo, aquel guardaespaldas reconvertido en empresario, quien sigue apareciendo en cada esquina del caso como el perfecto símbolo de esa España clientelar que vive de las puertas giratorias, las comisiones y las amistades ministeriales. Ábalos, por su parte, se defiende con el aire cansado del político caído, pero sin perder la soberbia de quien considera que la justicia será, una vez más, un mero trámite.
Lo que antes era corrupción, hoy es folklore financiero. Lo que antes era delito, ahora se maquilla de “error administrativo”. Y así seguimos: un país donde los billetes tienen nombre de comida y los políticos, de chiste. Porque lo verdaderamente indecente no es que hablen de “chistorras”, sino que crean que todos somos tan idiotas como para no entender de qué están hablando.






Be the first to comment