No lo llame socialismo, llámelo sociopatía

La sociopatía está reconocida como un trastorno de la personalidad. El sujeto que la padece se caracteriza por no tener noción de las normas sociales, carecer de empatía hacia los demás, así como carencia de sentimientos de culpabilidad por sus acciones. A riesgo de que más de uno se empiece a golpear el pecho, creo y fundamento que es necesario matizar que España se encuentra gobernada por un perfecto sociópata, un ególatra con delirios de grandeza y un narcisismo compulsivo, cuyas acciones sobrepasan los límites de la catadura moral de cualquier ser humano civilizado o mínimamente socializado al punto de cuestionar si siente aprecio por la vida humana.

Aquel 10 de noviembre de 2019, Pedro Sánchez cometió la mayor traición conocida a su electorado fraguando el Gobierno de la vergüenza y discordia. Jurando nuestra Constitución sabiéndose aliado con aquellos cuyas ambiciones no se limitaban a querer destruir España y la Corona, sino a quererlo llevar a cabo confrontando a la sociedad civil española. Sólo alguien con la capacidad de escupir en la cara de 6,7 millones de españoles a los que horas antes les había pedido el voto prometiendo no pactar con Pablo Iglesias, puede llegar a ser capaz de perpetrar las mayores aberraciones democráticas de nuestra historia. Ayer pactando con Arnaldo Otegi y su representación bilduetarra y hoy fotografiándose en la recreación del zulo donde la banda terrorista ETA secuestró y torturó al funcionario de prisiones José Antonio Ortega Lara, previamente habiendo decretado el acercamiento de cientos de etarras a sus familias, entre ellos el angelito que se encargó de secuestrar al mencionado funcionario de prisiones ¿Podría imaginar alguien a Adolf Hitler fotografiándose en los campos de Auschwitz reivindicando dignidad para los judíos asesinados?

Un desgobierno que condenó a la ruina y a un estado de excepción encubierto con el único propósito de imponer su agenda engañando a la sociedad civil y asegurando que en España la pandemia mundial del coronavirus sería anecdótica. Un Gobierno cuyo modus operandi ha sido la improvisación, tan mal ejecutada como quedó patente cuando China nos vendió material sanitario y tuvo que ser devuelto por defectuoso, cuando Turquía nos retuvo un avión cargado de respiradores mientras miles de compatriotas morían día a día y nuestras UCIs estaban colapsadas.

Un Gobierno al que cualquier problema le ha venido grande porque lleva la incompetencia en su ADN. No importa si un virus chino provoca una pandemia mundial, la cosa no va con España, hasta después del 8M, entonces sí reconocen que hay una pandemia. No importa si Marruecos utiliza a seres humanos como arma para chantajearnos, se les regala dinero público y se les compra una flota de vehículos nuevos mientras nuestra Guardia Civil y nuestra Policía carecen de recursos humanos y materiales. No importa si miles de autónomos y pequeñas empresas han tenido que cerrar o cientos de miles de compatriotas siguen con su futuro en el aire en un ERTE, no importa porque “salimos más fuertes”.

No importa si hace años se atacaba con enérgica fiereza al gobierno de M. Rajoy por subir la luz, porque este Gobierno puede ir más allá y perpetrar la mayor subida de la historia atacando la vulnerabilidad económica de millones de españoles. Porque para este Gobierno no se trata de que la luz haya subido, no se trata de que nos digan que hay que planchar a las 3 de la madrugada, el problema es quién plancha a las 3 de la madrugada, el problema es de género. Y aquí paz y después gloria ¡Así nos peina!

España no merece ni un minuto más seguir siendo gobernada por unos políticos que han hecho de la mentira su hoja de ruta. No cabe la menor esperanza ni siquiera para aquellos socialistas que siguen creyendo que en algún momento este PSOE recobrará el sendero de la democracia y la honestidad como sí lo hizo nuestro país en el 78. Porque este PSOE seguirá la senda de Juan Negrín, el del golpista Indalecio Prieto o el de Largo Caballero, quien afirmó que el comunismo era la evolución natural del socialismo. Este PSOE no difiere del PSOE de Ángel Galarza, quien en una abyecta intervención en el Congreso amenazó de muerte al presidente Calvo Sotelo, el cual días después sería secuestrado y asesinado de un disparo a la cabeza.

España no puede seguir ni un minuto siendo gobernada por un sociópata que es capaz de generar un campo de distorsión de la realidad que avergonzaría al mismísimo Steve Jobs donde agarrarse a cualquier clavo ardiendo sirve con tal de agotar la legislatura, incluso llevar a cabo el indulto de unos golpistas insumisos que afirman con ufanía y arrogancia que volverían a llevar a cabo la violencia en las calles para perpetrar su golpe a la democracia y a la convivencia entre los españoles. Porque si hay un rasgo que define a los sociópatas por encima de todos, es la enorme complicidad que encuentran entre ellos.  

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