Breve repaso a la historia de la derecha española

El panorama político español está que arde. En una nueva batalla fratricida en la derecha entre Vox y PP cuya mecha ha sido encendida en Ceuta, esta misma tiene un claro beneficiario; el PSOE e indudablemente Pedro Sánchez. El hijo pequeño del PP: VOX quiere dar la batalla para auparse como referente de la derecha española y un partido de la derecha clásica española el Partido Popular -padre putativo de él- no va a permitírselo.

Por fin se configuran los espacios políticos en la derecha española. Ya era hora después de muchos años de tabú donde la única opción válida y elegible era el centro derecha del PP. Recordemos que, allá por el año 2015, el líder político más a la derecha de España era nada más y nada menos que Mariano Rajoy, salvo grupúsculos más a su derecha prácticamente marginales hablando en términos de aritmética electoral. En los inicios de la etapa democrática embrionada con la Constitución del 78, la cual afortunadamente para todos -para los que se enorgullecen de ella y los que no- sigue vigente hoy en día, si había una diferenciación de los espacios políticos de la derecha conservadora y liberal española.

En primer lugar, estaba la UCD una coalición de partidos democristianos, liberales, socialdemócratas, algunos regionalistas que giraba en torno a la figura de Adolfo Suárez para dar el paso mediante la transición a la democracia y al régimen constitucional actual. En segundo lugar, encontrábamos a AP, un partido más a la derecha que tenía sus reticencias sobre el modelo territorial autonómico derivado del régimen constituyente del 78 encabezado por el Manuel Fraga Iribarne, un político de carácter más conservador y centralista que su competidor en UCD. Y en tercer lugar y último, la extrema derecha de Fuerza Nueva, acaudillada por el político derechista y muy vehemente Blas Piñar. Este último fue efímero hasta su desaparición en 1982.

Los espacios en esos periodos de la transición estaban configurados. La UCD se alzó con la victoria en los comicios del 77 y del 79. La sociedad quería tranquilidad y cambios progresivos de la dictadura franquista a la democracia mediante pasos sigilosos pero inteligentes. Por ello, se fue construyendo nuestra democracia poco a poco, y llegó 1982. Victoria aplastante del PSOE de Felipe González en aquellas elecciones y la posterior descomposición de la coalición UCD artificial, confusa pero útil para nuestra democracia. El partido que lideró Adolfo Suárez toco su techo un año antes tras la dimisión de este. Alianza Popular – que pasó de 10 diputados a los 115 tras las elecciones de 1982- ocupó su espacio y poco a poco fue postulándose como una alternativa, esta no se daría hasta el año 1996 paso previo tras después de la refundación del partido -paso de llamarse Alianza Popular al actual Partido Popular-, sustitución de líder -cambiando a Aznar por Fraga- y la anexión de líderes centristas de la extinta UCD y del posterior que también acabará desapareciendo el CDS.  Y así hubo varias victorias: las de Aznar en el 96 y 2000 y las de Rajoy en 2011 y 2015, posteriormente. Y también derrotas como la de 1993 donde el PP se veía ganador, aún Felipe González venció por última vez y aguantó el envite y luego las posteriores derrotas ante Zapatero en 2004 y 2008, respectivamente.

Durante todo este proceso, desde 1982 hasta abril de 2019, ningún partido de índole nacional de derecha o centro derecha había tenido representación en el Congreso de los Diputados en ninguna elección. Pero llegó VOX. Primero asomó la cabeza representativamente hablando en Andalucía con los comicios regionales de 2018 y posteriormente, con la irrupción en el Congreso en las elecciones de abril de 2019 con 24 diputados y en su reválida en noviembre de 2019 consiguiendo 52 actuales.

VOX se registró como partido político en 2013, obteniendo representaciones paupérrimas en todos los comicios que se había presentado hasta las elecciones andaluzas mencionadas con anterioridad y a la postre, en las elecciones generales de 2019. El alza de VOX depende principalmente -en mi humilde opinión- de tres factores:

El primero con el giro al ‘centro’ del PP, dejando de lado los ideales más conservadores sustituyéndolos estos por los más liberales. A continuación, mediante el auge del independentismo catalán y, por ende, la amenaza de la unidad territorial española y la posibilidad de que apareciera un gobierno socialcomunista en España.

Pero ¿por qué tanta extrañeza ante la existencia de un partido a la derecha del PP? En España siempre ha existido una IU o un PCE. Ahora PODEMOS a la izquierda del PSOE. Fenómeno totalmente normal en Europa donde hay dos partidos de derecha, -uno más liberal y otro más conservador por así llamarlo- y en la izquierda -uno más socialdemócrata y otro más marxista por así grosso modo calificarlo-. Y otro de los factores tiene que ver por la utilización de la izquierda de etiquetas despectivas como a la hora de catalogar a la derecha como un grupúsculo del franquismo. Y el último de ellos porque en España, denominarse de derechas es un tema tabú incluso para el propio PP. Por ello, era un secreto a voces que un partido como Vox surgiera, ya que había una parte del electorado del PP que se dedicaba a votarles con la nariz tapada, al fin tiene un partido con el que se pueda sentir representado dentro de la derecha, nos guste o no su ideario.

El tiempo dirá si hay sorpasso en la derecha o no, también allá por el 2017 se hablaba de sorpasso en la izquierda de Podemos al PSOE el cual no se produjo y quedó en nada. El tiempo será testigo de si se produce o no y si VOX tiene un techo o no. De momento, la batalla está servida. Una batalla que beneficia a Sánchez, ya que la fragmentación del centro derecha y la derecha le puede ser al PSOE aritméticamente rentable ante el declive de PODEMOS y el retorno al PSOE de sus votos.

Difícil empresa que un partido que no sea PP o PSOE gobierne en España, salvo en casos excepcionales como los acontecidos en los años 1977 y 1979 con sendas victorias de la UCD de Suárez por la coyuntura política del inicio de la transición. La presencia institucional, política, social e institucional del bipartidismo, hace difícil dicho logro de desbancar a los dos grandes, pero en la política no hay nada imposible. El tiempo lo dirá.

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