La silla eléctrica europea

Que a Europa le hace falta mucha energía no sólo es una metáfora aplicable en otros sentidos, es que le hace falta de verdad. Europa es un gigante con pies de barro por culpa de su dependencia energética. Mucho se puede escribir sobre esto pero aquí me ceñiré hoy a los trazos más gruesos.

Las reservas petrolíferas del mar del Norte son muy importantes pero no tienen la capacidad de abastecer a toda Europa. Noruega, depende de los años, rara vez se encuentra entre los 10 primeros exportadores del mundo. En cuanto a España, Noruega es nuestro noveno vendedor, muy por detrás de México, Nigeria, Arabia Saudí, Libia, Irán… Incluso a Brasil le compramos más petróleo.

En gas, también Noruega se encuentra el puesto 16 en reservas, muy lejos de nuestros principales lego friends lego friends lego friends janwoodharrisart.com lego friends lego friends lego friends blutuszos mennyezeti lámpa holroydtileandstone.com חליפות מידות גדולות נשים jorgensenfarmsinc.com panske teplaky strømper str 42 onlinebijuta.com חליפות מידות גדולות נשים maison-metal.com strømper str 42 onlinebijuta.com panske teplakyabastecedores que son Rusia y Argelia. En este asunto, la deriva alemana de apostar por más gas ruso y menos nucleares es muy escandalosa. El ex canciller alemán Schröder es el principal valedor de la gasista rusa que construye el nuevo gasoducto Nord Stream 2 que, a regañadientes, ha aceptado Estados Unidos contra el criterio de Ucrania en un asunto geopolítico muy complicado y que demuestra la debilidad europea. Además, hoy el gas bate marcas de precios no vistas desde 2018 y, antes de eso, en 2013. Y nada parece que pueda ahora pararlo, por lo que es fácil que supere ambas marcas antes de fin de año.

En resumen, en combustibles fósiles somos poco más o menos como Japón, dependientes totalmente del extranjero. Así se entiende mucho más que la política exterior europea parezca tan errática, indecisa, complaciente y a veces, inexistente en cuanto a defender derechos en otros países se refiere.

Y en cuanto a electricidad, en lo que quiero centrarme aquí, la historia actual está en la misma fase que en la del gas: la de dispararse a los pies. Algunos países, como Finlandia, Holanda o los países del este, apuestan por lo nuclear, liderados por Francia.  Pero Alemania, como decía, quiere acabar con las nucleares sin un plan claro de sustitución. Como me recuerda mi amigo, el profesor, escritor y también conocedor de esta materia Eduardo Dávila Monroy, eso sucede mientras el 25 % de su energía la produce aún a base de carbón, el combustible fósil más contaminante, debido a los muchos intereses económicos y laborales. Incluso los verdes alemanes reconocen que es imposible acabar con eso en un futuro próximo.

Suiza, que tenía 6 reactores, ha cerrado uno y va a cerrar todos lo antes posible. También los verdes suizos han dicho que no tienen sustitución a ese 40 % de electricidad de origen nuclear y que la única alternativa por ahora es la importación. Austria y Bélgica, junto con España, acompañan con fuerza a este grupo de negacionistas de lo nuclear.

Hay que recordar algunas obviedades. Por un lado, la energía nuclear no produce un solo gramo de C02. Desde luego, es mucho más respetuosa con el medio ambiente que la hidroeléctrica, por ejemplo, que se basa en la transformación radical de vastas extensiones de terreno así como en la modificación del cauce y ecosistemas de los ríos.  También en eso supera a la solar o la eólica. Y el problema con los residuos es prácticamente nulo. Todas las centrales españolas lo llevan almacenando en sus propias instalaciones desde hace décadas. Sólo hace poco surgió la necesidad de un almacén externo y bastaría con uno o dos en toda España para cubrir sus necesidades durante siglos.

Además, esta energía no nos hace tan dependientes, ni mucho menos. España cubre sus necesidades importando 1/3 de Canadá y Australia, que concentran las mayores reservas del mundo; 1/3 de diversos países africanos y el resto, de miembros de la antigua URSS. También tenemos reservas de uranio pero su dificultad de explotación no las hace hoy rentables, como lo han sido hasta hace poco.

En Europa, la producción nuclear está liderada por Francia, con más de 40 reactores que abastecen el 77 % de sus necesidades y le da para exportar a todos sus vecinos, incluida España.  La producción de nuestros 7 reactores es un 22 % de nuestro consumo y nos vemos obligados a importar, como digo, de nuestro vecino del norte pero también de Marruecos, que aún hoy está poniendo en servicio centrales de carbón, en desuso ya en Europa.

Si miramos un mapa del coste en CO2 de la producción eléctrica, nos daremos cuenta del ridículo que suponen estas políticas.  Resumiendo, los “verdes” europeos están destruyendo la opción más respetuosa con el planeta a favor de que se aumenten las emisiones de CO2, que muchas veces se trasladan a otros países. Lo que se llamaría un suicidio disfrazado de ecologismo ideológico. El paradigma de las contradicciones dentro de España se da en Valencia, donde Compromis pide el cierre de Cofrentes, la central nuclear más potente de España y que puede abastecer por sí sola a toda la demanda doméstica de la Comunidad, a la vez que se opone a la construcción de un “huerto solar» en Buñol para no dañar no sé qué ecosistema.

Y en este cuadro, como dije, de trazos gruesos, hay que hacer un capítulo aparte para el vehículo eléctrico.  A mi juicio, supone el engaño y autoengaño más fastuoso al que hemos sido sometidos desde el lanzamiento del Actimel. Para empezar, el coche eléctrico es hoy sólo para ricos. Además de su mayor precio, quien tiene un vehículo eléctrico tiene que tener otro con petróleo si quiere recorrer más de 400 kilómetros sin quedarse tirado. Y el problema de su autonomía es irresoluble incluso a largo plazo. Se necesitarían decenas de millones de puntos de recarga por las calles para intentar solucionarlo sólo a medias. En los edificios de viviendas eso es muy difícil de arreglar, cuando no imposible. Claro que hay datos que apuntan a por qué en Bruselas piden dejar de fabricar vehículos con combustibles fósiles a partir de 2035: mientras en Europa el 46 % de la población vive en pisos, en España es el 64 %. Hay países, como Irlanda, en los que el 93 % lo hace en vivienda unifamiliar, con lo que lo tendrían mucho mejor que nosotros.

Y como ya hemos visto de dónde y cómo se genera la energía eléctrica, resulta que esos coches no son tan “verdes” como se piensa. Obviando que es una energía ineficiente porque se pierde una enorme cantidad en su traslado, cosa que no sucede con el petróleo, lo único que se consigue es cambiar de lugar la contaminación. Se saca de la ciudad pero se produce, y con creces, en otros lugares.

Y no me quedo sin citar los problemas de las baterías que son varios: sus contaminantes procesos productivos; poca duración y dificultad de reciclaje; peso añadido y, además, la dependencia de nuevo que tendremos de sus componentes. Por ejemplo, la principal reserva mundial de cobalto es la dictadura de la República Democrática del Congo. Por todo eso, prohibir de golpe los coches movidos con derivados del petróleo es un suicidio.

Con esta situación, mi apuesta es firme por la nuclearización europea para lo que hay que dar, una vez más, la batalla cultural a la izquierda rojiverde que tanto daño está haciendo. Asociar lo nuclear con la contaminación fue un triunfo de Greenpeace y resto de organizaciones subvencionadas que tenemos que revertir.

En España es urgente la construcción de al menos 10 centrales nucleares de forma inmediata, habida cuenta de la antigüedad de las existentes y del larguísimo proceso de puesta en marcha que tienen, derivado de sus muchas medidas de seguridad. Mediada su construcción, en unos 5 años aproximadamente, debería empezarse otra cantidad similar. Y sólo hablo del medio plazo. El horizonte deseable sería el que actualmente tiene Francia.

La apuesta del gobierno de Sánchez por las renovables en exclusiva es un error porque conllevan un enorme coste sólo amortizable en el larguísimo plazo y con una necesaria mejora de la tecnología actual. Mientras, debemos decidir si queremos pagar la electricidad mucho más cara si optamos por ese modelo y estar a expensas de si hay o no viento y sol, con las variaciones de precio constantes que eso supone, justo lo contrario de lo que ofrece la energía nuclear.

Ante el nuevo crecimiento del poder chino, Europa necesita independencia energética para tener mayor autonomía e influencia en el mundo, como la tiene Estados Unidos. Si no, seguiremos obligados a depender de quienes han sido, son y serán siempre nuestros enemigos, bien sea el mundo árabe o los rusos, por lo que nuestra soberanía se encuentra disminuida, tanto en el plano europeo como en el español. Estamos a punto de condenarnos a nosotros mismos a la silla eléctrica si no cambiamos de rumbo de forma radical.

¡Informado al minuto!

¡Síguenos en nuestro canal de Telegram para estar al tanto de todos nuestros contenidos!

https://t.me/MinutoCrucial

Be the first to comment

Leave a Reply

Tu dirección de correo no será publicada.


*