¡Quién nos lo iba a decir!

¡Quién nos lo iba a decir! Cuando un 10 de noviembre de 2019, fuimos a votar después de una vergonzosa moción de censura, qué el Gobierno resultante de estos comicios pudiera hacer tanto daño a España en tan poco tiempo.

Aunque es muy difícil resumir en pocas palabras, los “destrozos” causados en este corto periodo de tiempo, si sería bueno destacar los puntos fundamentales que nos han llevado a la situación actual. Partiendo de una configuración parlamentaria, que aunque legitima democráticamente, se baso en una campaña previa basada en mentiras y falsas promesas que nos ha llevado a tener en el Parlamento a representantes políticos cuyo único objetivo es destruir nuestra Unidad Nacional y nuestro Orden Constitucional. Una “amalgama” de partidos que sustentan a un Gobierno débil y en constante deuda para satisfacer sus pretensiones radicales.

La pandemia, nos ha demostrado una errática gestión del Gobierno y sus socios que, independiente de la dolorosa e irreparable pérdida de vidas y el abandono comprobado de las residencias de mayores que ocasiono imágenes vergonzosas que quedarán en nuestra memoria para siempre, tenemos que destacar las dos últimas resoluciones del Tribunal Constitucional sobre los dos Estados de Alarma y que fueron recurridos por el Grupo Parlamentario Vox en el Congreso de los Diputados y resueltos a favor de los demandantes, quedando claro que el cierre del Congreso y su inactividad fue inconstitucional.

Pero claro, una vez superada la crisis sanitaria con la vacunación masiva, se nos presenta la gran asignatura pendiente de los Presupuestos Generales del Estado. Es ahora cuando afloran los posibles pactos y acuerdos “ocultos” con los partidos radicales que quieren aprovechar sus necesarios votos para mantener al Sr. Sánchez y a este desconocido y deteriorado PSOE en el Gobierno.

Solo hay que ver los constantes desacuerdos de carácter económico con Podemos y las luchas de poder entre sus dos Vicepresidentas por liderar la tan llevada y manoseada Reforma Laborar. Además, es todavía más vergonzosa la postura de los Sindicatos que callan ante los verdaderos problemas que agobian a los ciudadanos, como el precio de la energía y sus consecuencias en el entorno económico del consumo básico y, sin embargo, aplauden todo lo que provenga de la Izquierda radical y así lo harán mientras sigan recibiendo las aportaciones económicas del Gobierno que pagamos todos con nuestros impuestos.

Tenemos que llamar a las cosas por su nombre y detallar que con un 5,5 % de inflación, un 10% de déficit y con un 120% de deuda pública, estamos al borde de una quiebra del Estado. Pero claro, los medios “comprados” y el marketing del propio Gobierno, nos venden una clara recuperación económica y hasta el propio Banco de España y otras entidades de gran prestigio, rebajan las previsiones del Gobierno de crecimiento en más de 1,5 puntos .
El escenario es realmente malo, y no es por ser derrotista, pero ante los precios de la energía y sus inevitables consecuencias en productos y servicios, nos enfrentamos a un invierno con consecuencias imprevisibles y que harán que muchas familias, empresas y autónomos lo pasen francamente mal.

Intentando hacer un resumen de lo expuesto, es evidente que no tenemos el mejor Gobierno para el peor momento. Es evidente que España ha caído en manos de un psicópata y éste a la vez ha caído en manos de un grupo de oportunistas que se intentan aprovechar de su psicopatía egocéntrica. La pregunta es ¿cómo después de estos dos años de legislatura no hemos “colapsado”? O somos un país con unos recursos maravillosos o somos unos ciudadanos que “aguantamos “lo que nos echen a nuestras espaldas.

Pero hay un matiz importante. Si un gobierno de derechas, -que todo apunta a gobierno de coalición del PP y Vox- toca poder dentro de año y medio, se va a encontrar con un “desierto” por sembrar y en la primera semana tendrá que sacar más de 20 ó 30 Decretos Ley, para proteger y garantizar la propiedad y la unidad de España. Será entonces cuando el tranquilo escenario urbano que solo se altera actualmente por los botellones, se convertirá en algaradas callejeras, asaltos y violencias de extrema izquierda, qué como todos ya sabemos tienen muy mal perder.

Esto es lo que pienso y la verdad es que me he quedado tranquila y desahogada. Nos hace falta un gobierno, serio y ecuánime, que proteja y defienda nuestros Valores y recupere el prestigio internacional.

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