Morir por Danzig

El 1 de septiembre de 1939 las tropas alemanas atacan Polonia con la excusa de liberar Danzig (Gdansk, en polaco), ciudad portuaria de población mayoritariamente germana que quedó bajo administración de la Sociedad de Naciones y soberanía polaca tras el Tratado de Versalles de 1919, al término de la Gran Guerra. Este fue el detonante de la declaración bélica de Gran Bretaña y Francia a Alemania, que daría comienzo oficial a la II Guerra Mundial. Las democracias occidentales, que habían transigido cobardemente con las invasiones alemana a Checoslovaquia y Austria e italiana a Albania, encontraban al fin la lucidez. 15 días más tarde, Polonia también fue invadida por la URSS, en virtud del tratado que habían firmado soviéticos y alemanes. Dejó de existir como estado en menos de un mes.bežecké tenisky justineanweiler.com justineanweiler.com bežecká obuv automatický dávkovač mýdla lidl onlinebijuta.com onlinebijuta.com massage pistol onlysxm.com שולחנות מתקפלים automatický dávkovač mýdla lidl propiedadesenrepublicadominicana.com propiedadesenrepublicadominicana.com שולחנות מתקפלים onlinebijuta.com

Hoy, Polonia se constituye de nuevo en víctima de un ataque planificado. Las guerras de hoy no son convencionales. Como en España también sufrimos, los enemigos de occidente no usan ahora tropas y tanques. Utilizan ataques informáticos, atentados, sabotajes, noticias falsas, quintas columnas subvencionadas, manipulación de masas y, como guinda, el envío de emigrantes para desestabilizar al enemigo. Un día es Turquía, otro es Marruecos y ahora es  Bielorrusia, que no es sino un protectorado de la Rusia neosoviética de Putin, quien nos chantajea. Independientemente del concepto que tengamos del sistema político actual de Polonia, mejorable en cuanto a independencia de la Justicia y derechos LGTBI, este país, junto con Hungría, Eslovaquia y la República Checa, se ha convertido en baluarte contra la inmigración ilegal y las consecuencias de la misma, que ya sufrimos en muchos países europeos, desde Suecia a España, pasando por Bélgica, Reino Unido o Francia.

Por eso urge desde esta anquilosada, torpe y neoprogre Unión Europea, ofrecer nuestro total apoyo a Polonia en este vil ataque de las dictaduras rusa y bielorrusa imponiéndoles más sanciones. Están en juego nuestra propia razón de ser y de existir, nuestros valores, nuestras tradiciones y nuestras libertades. Durante la pasada invasión a Ceuta por parte de 10.000 marroquíes, con el total apoyo del gobierno del sátrapa Mohamed VI, Polonia nos ofreció tropas para defendernos. Hoy, en justa reciprocidad, toda Europa debe colaborar activamente, a demanda de lo que puedan pedir sus autoridades, enviando tropas a sus fronteras del este. No somos conscientes de que Occidente está siendo atacado e invadido de todas las formas posibles y por todas las vías existentes, como se ha visto este fin de semana en el aeropuerto de Palma. Nuestros enemigos comunes son el comunismo y el islamismo. En la frontera polaca con Bielorruria, esos dos enemigos se han aliado. Son unos los que han trasladado a los otros en aviones desde otros países por avión para llevarlos a nuestras fronteras.

En su día permitimos la invasión de Crimea por Rusia sin pestañear, como se permitió hace 83 años la invasión nazi de Austria y Checoslovaquía. No podemos extrañarnos de lo que venga después porque ya sabemos lo que es. Está en los libros. Lo siguiente, tras las nada veladas amenazas chinas, será  Taiwán, un país democrático al que quiere engullir la tiranía comunista china. Entonces murieron por Danzig 60 millones de personas. Mejor dicho: por la defensa de la libertad, por la democracia y por la supervivencia de Occidente que representaba entonces, igual que ahora, Polonia. ¿Estaremos dispuestos hoy a morir de nuevo por Polonia, por Ceuta o por Taiwán? ¿Estaremos dispuestos a morir por nuestra propia supervivencia?

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