Palabra de Ortega Lara

“Todos los casos de las víctimas de ETA tienen denominadores comunes:  la crueldad de los terroristas, la injusticia y el dolor infligido a sus familias y también a España.

Cuando me ocurrió lo que me ocurrió, entré en una especie de estado de shock, de incredulidad por lo que me estaba pasando.  Yo no era una persona importante, era un simple funcionario y no podía entender por qué me ocurría a mí. Supongo que a muchos les sucedería lo mismo.

Recuerdo una ocasión en la que una familia me comentaba: “¿pero por qué nos hacen esto a nosotros si somos de aquí?”. No importa si eres de aquí, o eres de Cádiz, de Guadalajara o de Gerona, la injusticia es la misma, porque todos, guapos, feos, altos, bajos, hombres o mujeres, todos eran en primer lugar personas con dignidad e identidad propia y además, españoles.

Después de este shock, poco a poco te vas mentalizando de que te ha tocado a ti y tienes que prepararte para lo que te va a venir. En mi caso, hubo tres pilares que me mantuvieron anímica e intelectualmente activo y firme durante un año, la familia, la oración y el método. Yo hablaba todos los días con mi mujer, en alto, teníamos conversaciones, a veces incluso discusiones de matrimonio…y rezaba, mucho. Empecé rezando por mi y acabé rezando por los demás.

El tercer elemento fue el método. Aunque tuviese el alma en una nube y el cuerpo como un lamento todos los días tenía que hacer gimnasia, leer, asearme, rezar…todo eso tenía que hacerlo todos los días. De hecho, hasta el último día no abandoné ni la oración, ni los ejercicios, ni el aseo, otras cosas sí… Esto me sirvió durante mucho tiempo, hasta un día concreto, el 17 de enero de 1997. Me dejaban leer ciertas noticias, con retraso. Ese día me dejaron leer una noticia que decía que habían detenido en Francia a Urrusolo Sistiaga. Yo supe que ese día mi caso no aceptaba ya una solución digna y que me tenía que preparar para lo peor, para la muerte. Que ese era mi destino final y que necesitaba ir metabolizándolo poco a poco.

Porque lo que más temía era convertirme en un guiñapo humano, algo que creo que casi, casi, llegué a ser. Anhelé muchas veces estar muerto para dejar de sufrir, incluso les pedí que me asesinaran; pero claro, ellos tenían otra opinión, porque para ellos ya no eres una persona, eres una cosa, un objeto con el que conseguir unos objetivos. Y ese proceso de cosificación lo llevaban hasta sus últimas consecuencias. Y cuando aquel día 1 de julio, de madrugada, la Guardia Civil me encontró, comenzó otro proceso, el de la recuperación.

En mi caso, yo nunca tuve palabras de odio hacia los que me tenían secuestrado, sino hacia quienes habían dado la orden de hacerlo. Cuando salí quise aislarme del mundo por completo, quería irme a un convento, donde nadie me conociera, porque una cosa era José Antonio, que es el que les habla en este momento y otra cosa era Ortega Lara, que ya era un personaje mediático. Existía una especie de esquizofrenia dentro de mí.

Pero alguien en mi familia me dijo que, efectivamente, iríamos al convento, pero después, pasada una semana saldríamos a dar un paseo, y después otro, y otro, hasta que me fuera integrando. Qué razón tenía… entre eso y el apoyo psicológico, fue como me reintegré al tren de vida que había perdido. Otro elemento que me sirvió de mucho fue el trabajo, el llegar a casa cansado. Y el compromiso con causas que me parecían importantes. Recuerdo aquellos tiempos como extraordinarios porque acabas sintiéndote una persona útil y eso te ayuda en la recuperación. Y, por último, está la determinación paulatina de vivir conforme a tus convicciones. Cuesta recuperar eso, pero una vez que lo adquieres de nuevo, decides vivir como una persona libre. La libertad es arriesgada, es comprometida, pero es tan bella que a ver quién se niega a sus encantos…

Por eso participé en actividades a favor de las victimas del terrorismo, por su memoria, su dignidad y la justicia que merecían. Porque hay que recordar que a muchos de ellos no les asesinaron tan sólo a un familiar, sino que tenían que sacarles por las puertas de atrás de las iglesias. Y, con eso, venía la muerte civil de todos los familiares. Eso no debemos olvidarlo. Hubo una persona que me dijo que era bueno hacer cosas en la vida dedicadas a esas otras personas que han asesinado, porque es una forma de salir del pozo de la desesperación y de la soledad. Y tenía razón. Pero ¿dónde estamos ahora?

Nos encontramos con que el brazo de ETA está en las instituciones, disponen de dinero, de poder y de información para seguir adelante con su propósito, que no es otro que destruir España, por lo tanto, ETA no está vencida. Hace poco, un dirigente político nos recordaba que debíamos estar agradecidos, porque ETA había dejado de matar, como si alguna vez ETA hubiera tenido autoridad moral para decidir quién vive y quién muere. Como si los terroristas hubieran tenido autoridad moral para erigirse en verdugos de las vidas ajenas…

Nuestros políticos tampoco han estado a la altura en sus negociaciones con ETA. Hoy se ha recordado aquí un artículo en el que se mencionaban las conversaciones entre el señor Zapatero, en su momento de presidente del Gobierno y el señor Rajoy en su momento de jefe de la oposición; en el que le decía el segundo al primero que hiciera lo que tuviera que hacer y le fuera contando…fíjense lo que les importaban las víctimas. Pero es que, además, estos dos personajes tienen en su haber dos casos sangrantes. El señor Zapatero, el caso de Juana Chaos y el señor Rajoy el caso Bolinaga. Y tampoco podemos obviar la estrategia, con respecto a ETA, que ha seguido el Partido Socialista que ha gobernado en España durante muchos años. Nos encontramos con que, en este momento, junto a Podemos, alimentan el guerracivilismo de hace 80 años y pretenden que dejemos en el olvido a los asesinados por ETA hasta anteayer.

La trayectoria del PSOE con ETA es para estudiarla. En primer lugar, crearon a los GAL y como aquello salió mal, se embarcaron en las negociaciones de Argel. Después de eso se inventaron la dispersión de los presos para dividir a la banda. Y ahora nos encontramos con que son socios preferentes en el Gobierno. Fíjense si han cambiado de posición…es como haber hecho bandera de la objeción de conciencia frente al servicio militar y, sin embargo, ahora, negar esa misma objeción de conciencia a los médicos, a la hora de practicar abortos o practicar la eutanasia. Para la izquierda es un derecho la objeción de conciencia frente a un servicio al Estado, pero lo quieren impedir a la hora de destruir vidas humanas. En el fondo, se parece a aquello de los Hermanos Marx de “estos son mis principios, pero si no te gustan, mañana te presento otros”. Es así. Y tal es así que hasta el señor Otegi se permite el lujo de decir “presos por presupuestos”.

Y otro agravio que se ha expuesto hoy aquí es el de los homenajes a los etarras. Un agravio más a las víctimas. En el fondo, en aquel tiempo tuvimos que luchar contra el terrorismo de ETA y sus terminales mediáticos y políticos y ahora tenemos que luchar contra otro tipo de totalitarismo, ese que pretende lanzar a las víctimas a las tinieblas del olvido. Hace poco escuchábamos a un candidato al Constitucional decir que las víctimas del terrorismo, lo que tendrían que hacer es hablar con los terroristas para “compartir el dolor y ponerlo en común”. O sea, que te mataron a un familiar y condenaron a tu familia a una muerte civil y resulta que le tienes que decir al verdugo que es un buen chico…Y encima utilizan la figura del perdón.

Desde un punto de vista jurídico, el perdón sólo tiene eficacia en los delitos contra el honor, en las calumnias y en las injurias, pero nunca en los asesinatos, extorsiones, secuestros y los delitos de lesa humanidad, jamás… Seamos claros. Todas estas iniciativas, lo único que pretenden es blanquear a los terroristas y, de paso impedir que se haga justicia a las víctimas. Y con ello contribuyen a corromper, a pervertir el estado derecho y su principal baluarte, que es el imperio de la ley.

Hay una frase que se le atribuye a Cicerón que dice: “seamos esclavos de la ley para poder vivir en libertad”. Sin ley no hay estado de derecho y sin estado de derecho no puede haber democracia posible, porque no habrá seguridad jurídica. Solo quedarían dos cosas, la tiranía o la anarquía, y ninguna de las dos sirven para proteger nuestros derechos y libertades. Si aceptásemos esta ignominia sería como aceptar que los asesinatos no tenían importancia. Y sí la tienen. La han tenido, la tienen y la tendrán. SIEMPRE.

Si aceptásemos esta ignominia sería como aceptar que la causa de la diáspora vasca, de los secuestrados, de los extorsi0nados, de los mutilados, de los amenazados, era irrelevante. Y para nosotros sí es relevante. Y no importa si somos muchos o pocos, lo que importa es que los que estamos hoy, aquí, somos. Y somos y estamos para luchar por una de las causas más nobles a las que te puedes adherir en la vida, que es la memoria de las víctimas del terrorismo. Y como hay que mirar al futuro, mi último mensaje, hoy, es para los jóvenes.

Aprended de la historia y aprended a valorar lo que os conviene en cada momento. Aprended a discernir lo que está bien y lo que está mal, a diferenciar lo que es permanente de lo que no lo es, lo que es esencial de lo que es superficial. Y tenéis que hacerlo con ese espíritu crítico que os hará conocer un poco mejor la verdad. Esa verdad que muchas veces está oculta entre bambalinas. Esa verdad que, muchas veces, nos esconden tras mensajes grandilocuentes y pomposos para que no genere en vosotros ningún sentimiento o sospecha de engaño o manipulación.

No os dejéis llevar mansamente por la senda del silencio de los corderos, para que metabolicéis esa píldora que todos los días intentan que nos tomemos, la de esa nueva realidad paralela que a ellos les conviene, pero que será demoledora para vosotros. Sed, en definitiva, inteligentes para no dejaros arrastrar en la vida por esa peligrosa pendiente, que es la que diferencia a las personas de las bestias. Finalizo reivindicando memoria, dignidad y justicia para todas las víctimas asesinadas y gratitud, mucha gratitud para sus familias. Porque su sacrificio ha servido para salvaguardar otras muchas vidas, para defender nuestras libertades y para defender la democracia en nuestro país, que se llama España.”

No existe mejor crónica de lo sucedido ayer que las palabras de Jose Antonio Ortega Lara en Bilbao, a 10 de noviembre de 2021.

¡Informado al minuto!

¡Síguenos en nuestro canal de Telegram para estar al tanto de todos nuestros contenidos!

https://t.me/MinutoCrucial

1 Comment

Leave a Reply

Tu dirección de correo no será publicada.


*