En defensa de la juventud

¿Cuántas veces hemos escuchado que los jóvenes somos una generación perdida, qué no tenemos futuro y que nuestras únicas salidas son emigrar u opositar para garantizar una estabilidad por culpa de la falta de reformas que necesita España en materia de políticas de juventud?

No son pocas las veces que oímos en los discursos de nuestros gobernantes, que somos el futuro o incluso ya algunos nos dicen que somos el presente. Pero la verdad es que somos más que un eslogan, somos la fuerza necesaria para cambiar el mundo, el motor de cambio y de revolución. Por todo ello, necesitamos que los políticos se preocupen de verdad por los problemas reales de los jóvenes sin que nos vendan que con un título universitario ya llegarías al fin del mundo, sin contarnos que luego en un alto porcentaje tendríamos a muchos jóvenes sobre cualificados encadenando contratos precarios o en la búsqueda permanente del trabajo que no llega

No somos una generación perdida somos una generación única, emprendedora y exigente que lucha por tener un futuro en libertad, lo que dista mucho de la realidad actual en la que nos encontramos. En nuestro país, tenemos un ministro que entre sus grandes gestas están la de pretender subir las cotizaciones para garantizar las pensiones de la «generación boomer», o lo que es lo mismo, garantizar los votos de los pensionistas más allá de abogar por la reforma de las pensiones que debe ser reformada de forma ineludible ¿Y después qué, Señor Escrivá? El riesgo por unos votos ahora es condenar a varias generaciones. No hay ningún País de la UE que haya garantizado las pensiones subiendo las cotizaciones. Lo que necesita España es un pacto intergeneracional por el futuro que garantice el ahora y el mañana fundamentado en un contrato único, la implantación de la mochila austriaca avalada por el FMI y el Banco de España

Por eso, no es de extrañar que la juventud nos sintamos cada vez más representados con los valores individuales. La derechización de la juventud es ya un valor al alza. Lejos queda parafraseando a Winston Churchill la frase de “Quien no es socialista a los 20 años no tiene corazón”. La juventud europea del siglo XXI ha dejado de ser de izquierdas por no sentirnos identificados con este Estado de Bienestar que poco nos ofrece, más que la desconfianza de un porvenir nada seguro. La estadística acentúa que ya no tenemos un sindicato laboral referente ni creemos en las políticas públicas que lejos de ayudarnos, nos condenan aún más.

Decía la ministra Calviño, hace unos días, que le gustaría que los jóvenes nos volviéramos a sentirnos parte del sistema, y yo, desde este humilde artículo, cómo joven, le hago llegar que, para sentirnos parte del sistema primero deben tener a la juventud encima de la mesa. Nuestro país tiene que dejar de ser líderes en desempleo juvenil y poner a la juventud en el marco de las políticas y demostrar que otra manera de hacer política es posible, porque esto
no va de ideología, va de ser capaces de hacer las reformas que necesita España y nadie se ha atrevido a hacer de dejar un País modernos y adaptado a los tiempos que corren y el futuro que necesitan los jóvenes del hoy y del mañana porque un País sin juventud, está abocado al fracaso.

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