La distancia que nos separa

Lo de derogar la reforma laboral a pesar de todas las resistencias, como decía alto y claro la vicepresidenta segunda, Yolanda Díaz, ha quedado en caldo de borrajas. Porque, de repente, se le ha venido a la cabeza que era un “fetiche político” -válgame el señor-, y que “técnicamente, no se puede hacer”. De aquí a finales de año veremos cómo se transforma esto sabiendo que tienen a la Comisión Europea pisándoles los talones y a todos sus apoyos (entre varios grupos políticos afines y con pacto para gobernar de por medio) bastante descontentos.

Si yo te hubiera votado anteriormente, Yolandita, ya tendría mi próximo voto totalmente decidido a partir de ahora, sería el opuesto totalmente y enfrentado a ti. Por mentirosa. Nos has tratado de tontos a todos los trabajadores y nos has intentado vender la moto mucho antes de tener todos los componentes para poder fabricarla. Y eso sí es acabar con la salud mental de la gente que confiaba en ti.  Aseguraste a los españoles que la derogación de la reforma laboral era un hecho y un hito logrado por tu trabajo mientras, en realidad, quedará en un leve movimiento que apenas tendrá la repercusión que prometiste. ¿Cómo puede ser que no supieras que te iba a pasar esto desde el principio? Porque la mayoría de los economistas medianamente responsables, lo sabían. Ale, maja, sigue con tu indecente cara dura para disimular el suceso prestándote a realizar otras labores que ayuden a enmascarar tu fracaso, labores a la altura de la absurdez, como hemos visto.

Y es que, no me extraña. Alguien que nos llega al Gobierno a través del PCE con una hoja de ruta definida y adaptada a nuestros días de lo que Marx, Lenin o Gramsci prodigaron no tiene mucha más vuelta de hoja. Por lo tanto, va a resultarnos muy complicado encontrar en sus políticas un verdadero sentido del trabajo en función relativa a la necesaria construcción de un proyecto de país estable, rico y permanente en el tiempo. Un país como el que verdaderamente merecen los españoles. Porque la inminente idea que nos transmiten en cada una de sus deplorables, cínicas y banales actuaciones es que ni tan siquiera trabajan por un proyecto de Nación, sino que Yolanda Díaz y sus acólitos están claramente a otras cosas. Así son estos comunistas de caviar que viven disfrutando al máximo del capital acaudalado que les llega vía impuestos, favoreciéndose entre ellos para estar arriba. No en vano, Diego Fusaro, tilda a estos nuevos comunistas como “una izquierda para las clases dominantes”. Así pues, a Yolanda Díaz lo que menos le preocupan son los trabajadores de España, los que están abajo, los que lo pasan mal, aquellos que difícilmente van a conseguir modificar su situación hacia la mejoría laboral y económica mientras en España sea una máxima dejar de comer carne o acabar con los toros y con la caza. La reindustrialización, por ejemplo, les preocupa entre nada y más nada, con que la dejan ya si eso para otro día.

Estos son los que también en el día de ayer -el 15N-, no han apoyado al pueblo cubano en su manifestación y lucha por la Libertad. Son los que apoyan a Gobiernos totalitarios que empobrecen y masacran a su pueblo en nombre de una revolución en la que nadie cree. Son los que prodigan y respetan un gobierno que ostente en sí mismo los tres poderes del propio Estado, el Legislativo, el Ejecutivo y el Judicial en nombre del Pueblo al que vapulean, atan y menosprecian. Son los que aprueban la tiranía y desprecian la propiedad privada de los demás, son los que jamás moverán a España si no es para retroceder en derechos y libertades y avanzar en odio y quiebra. Yolanda Díaz, los trabajadores estamos muy lejos de ti. Nada más qué decir.

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