¡Qué buenos somos!

Siempre pasa lo mismo, fallece un famoso y, de repente, todo el mundo se acuerda de un mal concreto que afecta a la sociedad. Estos días la muerte de Verónica Forqué ha marcado la tendencia, hashtag “depresión” y “suicidio” es lo que toca, naturalmente acompañados de un abanico de debates adornados con el eco de la típica frase hecha: “poner el foco en…” La insoportable frivolidad del ser humano moderno, porque esto mismo ya se vivió hace 14 años, pero en España somos muy buenos olvidando.

Hace 14 años, la hermana de Doña Letizia tiraba la toalla, aunque entonces hubo más un susurro mediático que un ruidoso clamor, ya que Casa Real recomendó respeto y prudencia, así que una especie de omertá informativa cubrió con un crespón de silencio el fatídico acontecimiento. Otra declaración clamorosa a raíz del suceso fue la llegada a través de la Moncloa, donde el jamás democrático, pésimo diplomático y mal educado José Luis Rodríguez Zapatero se sumó a la petición de “máximo respeto».  Resultó de un sarcasmo insultante que alguien que es incapaz de respetar no solo a cientos de españoles si no a cualquier tipo de institución (no musulmana, of course) pidiera algo que ni él mismo sabe lo que significa. Qué tiempos aquellos en que los periodistas acataban eso de ser respetuosos y prudentes, qué tiempos cuando alguien pedía respeto y prudencia, ojalá ahora alguien se manifestara de la misma forma, cuando llaman a los que no se quieren vacunar contra el Covid insolidarios, bebelejía y hasta asesinos. Lo dicho, la insoportable frivolidad del ser humano moderno.

Aunque, a grandes rasgos, de entonces a hoy nada ha cambiado, los medios están lo suficientemente podridos como para despellejar falsa e irrespetuosamente a tantas personas como días hay en un calendario y callando cortésmente cuando se trata de otras. Hoy todo son halagos y comprensión hacia quienes sufren depresión, hacia quienes arrastran un peso anímico difícil de sobrellevar, hacia quienes dicen basta sin más dejando en un mar de preguntas a su entorno más cercano. Al comprensivo luto se suman algunos políticos. Ese hipócrita PSOE y el oportunista Errejón, el líder de “más pa mí” por poner algún ejemplo, los mismos que apoyan el aborto o eutanasia ahora se muestran compungidos por quienes sufren depresión y deciden atajarla con el fin de la vida, la hipocresía socialcomunista no tiene límites.

Pedro Sánchez ha anunciado un Plan de Acción para la Salud Mental, dotado con 100 millones de euros y con un teléfono activo las 24 horas para la prevención de los suicidios… mientras La Palma espera que haga algo más que comerse un plátano y visitar la isla con aire de instagramer. Todo es hipocresía en esta sociedad basada en una solidaridad virtual. Cuánta gente sigue colgando sus mensajes en redes ininterrumpidamente mientras está hablando con otra persona, cuando, en teoría, debería estar escuchando en vez de simplemente oyendo. Cuántos periodistas visten hoy su falsa moral con un hábito de comprensión y solidaridad, para quitárselo en cuanto toque volver a atacar a cualquier verso suelto que no comulgue con la tendencia social del momento. Cuánta gente abrazará el recuerdo de Verónica Forqué y esa oscuridad llamada depresión durante unos días más, pero volverá a dejar a sus semejantes en la puerta de un bar por no tener ese pase de buen ciudadano.

Queridos todos, el suicidio es la principal causa de muerte, el 2020 se convirtió en el año con más suicidios en la historia de España desde que se comenzaron a registrar en 1906, contando un incremento del 7,4% con respecto a 2019, es decir, 270 personas más que el año anterior. Ahora se habla de esto, después de dos años donde las cifras no han hecho más que aumentar, preocupantemente también entre los jóvenes a partir de los 16 años. El Ministerio de Igualdad no te dirá que un 74% de los fallecidos por suicidio han sido varones y un 26% mujeres, para estas cifras no existen campañas y quizás sea mejor así, no sea cosa que digan que los hombres se suicidan para castigar a la mujer y se inventen otro tipo de violencia. ¿Y qué hacen las autoridades pertinentes y sus pregoneros oficiales? Implantar y aplaudir medidas que evitan el contacto humano, aíslan a las personas y fomentar el discurso de odio ya sea ideológico o social.

De nada sirve que se organice en La Moncloa un acto llamado “Salud Mental y Covid-19. Plan de Acción”, que se anuncien medidas de prevención contra el suicidio, que los periodistas pongan cara de lechuga marchita cuando hablen de que “hay que poner el foco en el suicidio” cuando llevan dos años prohibiendo todo aquello que puede iluminar la oscuridad de alguien. No visites a tus seres queridos, no salgas a tomar algo, no te reúnas con amigos, no abraces y no olvides la mascarilla incluso cuando vas por la calle, no sea cosa que sonrías y tu sonrisa pueda alegrar el día de alguien, porque no hay mayor rasgo de humanidad que una sonrisa.

Nos están arrebatando la humanidad para convertirnos en piezas inertes de una maquinaria llamada sociedad bajo la marca del globalismo. No te reúnas con nadie al final del día para evadirte de tus problemas y reír, pero amontónate en el transporte público para ir a trabajar o trabaja en la soledad de tu casa, porque las grandes reuniones están ya reservadas para la élite globalista y todos aquellos afines. A menos de 1’5 metros y sin mascarilla Yolanda Díaz cogía las manos del Papa, Boris Johnson organizaba una fiesta con su gabinete en plena pandemia, Bill Gates casaba a su hija en olor de multitud, los eventos políticos con sus desayunos, comidas y cenas siguen… pero tú quédate en casa o, si sales, cumple con el mandato sanitario que te impongamos para recibir tu premio, la libertad que ya tenías.

The Lancet, cómo no, ha presentado un estudio en el que se afirma que el Covid ha provocado un importante incremento en el número de personas que sufrió depresión o ansiedad en 2020. Si lo dicen los expertos debe ser cierto, pero nada más lejos de la verdad. Lo que ha provocado este aumento no ha sido otra cosa que el continuo miedo vomitado por los medios convencionales de información, las medidas inhumanas de aislamiento fomentadas por las autoridades pertinentes, el voraz apetito de las arcas del estado que no para de devorar la economía de los españoles, así como la servil aceptación y agresiva actitud de los ciudadanos, colaboracionistas necesarios para que este macabro juego y sus nefastas consecuencias continúen.

Al igual que tanta gente dice a las personas que sufren depresión, “supéralo”, “pasa página” o “está solo en tu cabeza”, porque las heridas del alma no se ven, no sangran ni se escayolan, porque lo que no se ve no existe… yo les digo que “esto también pasará”, hasta el próximo desastre natural o la próxima alarmista noticia pandémica. Nada cambiará, como nada ha cambiado desde hace 14 años, eso sí, Pfizer lo sabe y siempre tendremos disponibles los anti depresivos que el Plan de Acción de Salud Mental ponga a nuestra disposición, porque la salud es lo importante y este gobierno no deja a nadie atrás…

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