La conciliación y el instinto maternal

Recuerdo con 27 años siendo agente de viajes ver a otras compañeras trabajando como yo con jornada partida de 09:00h a 13:30h y de 16:30h a 20:00h y sábados por la mañana alternos. Todas eran madres, excepto yo. Una tenía una hija que ya iba al instituto, otra una niña de 12 años, otra de ellas, una pequeña que iba a infantil, un compañero que decía que sólo le daba el biberón a su hijo por las noches y, por último, una recién estrenada mamá.  Por aquel entonces mi instinto maternal me decía que cuando se dieran el momento y hombre adecuado, lo sería también pero que para nada me gustaría vivirlo de esa triste manera.

¿Ser madre y NO disfrutar de tus hijos? Recuerdo a una de mis compañeras recibir un día de Carnavales a su hija de tres años vestida de hada madrina marcharse con sus abuelos a pasear con cara triste. A otra de ellas animar una tarde a su adolescente que lloraba tras el teléfono y a la recién parida dar un abrazo a su bebé una tarde de invierno en la que la abuela se plantó con ella y que llorando no quería alejarse del abrazo de su mamá.

Recuerdo, años después y tras casi diez dedicados al sector turístico, decidir algo que hasta ese momento no se me había pasado por la cabeza: prepararme una oposición de Turismo. Surgió la oportunidad y allí que me lancé. Siete meses, siete días a la semana sin dejar de estudiar y aprobar a la primera sin haber trabajado previamente en la Administración. Aquellos meses fueron intensos y duros, pero si había algo que por aquel entonces a mí me motivaba era poder trabajar de 08:00h a 15:00h de lunes a viernes porque tenía claro que si algún día yo sería madre lo que anhelaba era no parecerme a ninguno de mis antiguos compañeros.

Yo quería TIEMPO. Tiempo para disfrutar de mis hijos y de la maternidad. Tiempo para realizarme como mujer trabajadora sin renunciar a mi instinto poderoso de crianza, mimos y amor. La vida ha sido generosa conmigo al darme dos hijos de los que sí puedo disfrutar. Se critica mucho a los que somos funcionarios de carrera sin saber ni sus motivaciones, ni sus luchas anteriores, ni logros, ni aspiraciones. Yo lo conseguí por eso de la igualdad, mérito y capacidad de lo cual me siento muy orgullosa porque nadie nunca jamás me regaló nada en la vida, ni siquiera una triste entrevista de trabajo. Todavía recuerdo también a mis amigas decirme que ellas/ ellos no pudieron disfrutar de sus hijos y que yo era una privilegiada. ¿Yo? Para nada. Yo luché y tuve clara mi meta de conseguir ese tiempo para mis hijos. ¿Y el resto? ¿Qué hicieron? ¿Qué estamos haciendo por los niños? ¿Qué hacen las empresas? ¿Y el Gobierno?

Y llegados a este punto, abro el debate de la conciliación y corresponsabilidad en una sociedad centrada única y exclusivamente en la victimización de la mujer, en eliminar la presunción de inocencia en el hombre, en el género de los juguetes o si el Roscón de Reyes mejor con o sin azúcar maligno. Abro el debate porque lo que está en juego y a quienes se les obvia en todo, es a los niños. Sí. ¿Esos niños qué nos pagarán? las pensiones y por quienes ahora luchamos por darles lo mejor. Pero aquí quiero hablar de dos situaciones 1) El papel de hombre en la crianza 2) El papel de la sociedad y empresas en la conciliación.

Yo he vivido lo que es la corresponsabilidad con el padre de mis hijos. Excepto los meses de lactancia materna en los que mis bebés y yo éramos simbiosis, incluso ahí en las tomas nocturnas él se levantaba y cogía a nuestro bebé y me lo daba para que pudiera alimentarle. Sé lo que es pasarnos de brazo a brazo nuestros hijos en la etapa cuando irrumpían sus primeros dientes cual si se trataran de seres poseídos. Sé lo que es levantarnos raudos tras un grito de terror nocturno. Sé lo que es tener a las 4 de la mañana cambiar sábanas, fregar suelos y arrastrarnos de sueño al día siguiente por vómitos y llantos.  Sé también lo que es irnos a urgencias con toses interminables de alguno de mis hijos y sé que ellos no habrían cenado demasiado sano si sólo hubiera sido por mí y mi alergia a la cocina. He sabido (hemos sabido) desde el minuto uno que los hijos eran de los dos y las tareas asociadas a ellos y a la unidad familiar, también. Hemos tenido claro el significado de la corresponsabilidad. Pero. (Siempre hay un ‘pero’.) Yo era funcionaria y él trabajaba en Banca. Yo salía a las 15:00 y él no podía/ no sabía/ no quería/ no le dejaban/ disfrutar de esas tardes porque su sector precisaba de su presencia y horas de trabajo. Presentismo que quedará poco y pocos trabajadores en breve, todo sea dicho de paso.

He disfrutado de esas tardes de parques y niños, NO precisamente por ser mujer y tener que encargarme de mis hijos, tal y como se nos quiere señalar desde la izquierda, lo he podido hacer por MI profesión. De seguro que si yo me hubiera dedicado a la Banca tampoco habría podido tener todas esas horas para mis hijos o flexibilidad en la hora de entrada y salida de mi puesto de trabajo. Pero yo luché (y sigo en otras batallas) por ello. Por ellos. Por lo tanto, el debate y en serio que yo plantearía a los partidos políticos es no tanto la corresponsabilidad como obligación familiar (que acabaría con el patriarcado y bla, bla, bla) sino las ayudas verdaderas a las familias ofreciéndoles TIEMPO para vivir; tiempo para conciliar vida laboral y personal. Es cierto que hay profesiones en dónde esto es una quimera y no sería tan fácil el plantear lo que escribo. Pero ese tiempo trae consigo el facilitar esa corresponsabilidad de la que tanto se oye hablar, pero a la que nadie se atreve a plantar cara con medidas reales y efectivas que nos otorgue una sociedad más feliz, ¿por qué no? Flexibilidad laboral y teletrabajo. Los pilares sobre los que trabajar.

No me vale la teoría de ahora y durante la pandemia, de los que siendo padres y si uno de nuestros hijos en la escuela tiene un contacto estrecho con Covid tenemos la obligación de encerrarles en casa. En casa dicen, ¿cómo? ¿solos? ¿Qué solución se nos da? Pues cogerte vacaciones y/o licencia sin cobrar para estar con ellos. Ojo, yo ya lo he vivido en dos ocasiones y he adelantado días de mis vacaciones de Navidad a marzo y a julio que fue cuando mi hija estuvo con otros niños contagiados de Covid. De nuevo, los niños y el tiempo para ellos, lo último. De nuevo la lucha por querer estar con ellos que como padres tenemos la obligación de hacer. Y de nuevo el estamparte con la realidad. Búscate la vida, así un poquito y sin molestar mucho, nos han dicho desde el Gobierno.

No soy jurista, ni empresaria, ni política y tampoco periodista, pero sí madre x2 y sólo me gustaría que pensáramos en ellos y cómo queremos que nos recuerden, qué tipo de sociedad queremos que disfruten y qué legado podemos dejarles. Son nuestro futuro.

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