George Soros y la invasión rusa en Ucrania

Hergé ilustró en ‘Las Aventuras de Tintín’ de manera magistral la crisis territorial que existe actualmente en los Balcanes y en el este de Europa a través de los países ficticios de Syldavia y Borduria.

En el relato, las disputas entre dichos países no vienen de antes de ayer, sino que llevan fraguándose desde, al menos, el siglo XI y que según el álbum ‘El Cetro de Ottokar’ (publicado en castellano por la editorial Juventud): “en 1275, el pueblo syldavo se sublevó contra los bordurios y en 1277, el barón Almaszut, alma de la sublevación, fue proclamado rey. Reinó con el nombre de Ottokar I, el cual no debe ser confundido con Ottokar I Przemyst, duque y rey de Bohemia en el siglo XII”. Las tensiones entre los syldavos y los bordurios, llegaron hasta, de acuerdo con la colección oficial, 1972 con la película y cómic ‘El Lago de los Tiburones’ traduciéndose en una guerra diplomática, golpes de estado, espionajes varios y la lucha por la carrera espacial.

Antes de entrar de lleno en este artículo extraordinario, me gustaría ponerles un poco más en contexto y decirles que Syldavia y Borduria son dos formas de gobierno diferentes. Mientras que los primeros, a mi juicio, tienen una monarquía semejante a la española y están  lideraros por el rey Muskar XII, los segundos son gobernados por un régimen que, por su bandera y escudo en los brazaletes (además de las camisas pardas de sus correligionarios) se puede entender como pronazi, pero estando en la Europa del Este tampoco sería descabellado pensar que sea un régimen prosoviético. Lo que está meridianamente claro es que el bigotudo (staliniano) mariscal Plekszy-Gladz es el líder supremo de dicha república dictatorial.

Sin ánimo de ser exhaustivo, la posición del “filántropo político” George Soros a cerca de la invasión rusa a su país vecino, se puede concretar en lo siguiente:

El pasado 31 de enero, George Soros escribió un artículo para de Project Sydicate (“organización sin ánimo de lucro” que da cabida a publicaciones globalistas en pro de la ideología de género, el BLM, el calentamiento global…). En dicho artículo, Soros anticipa la posición de la OTAN (encabezada por EEUU y Reino Unidos, seguidos desde lejos por la UE) contra la invasión de Rusia sobre Ucrania. Como no puede ser de otra manera, las instrucciones del magnate son claras: 1º- “Estados Unidos no irá a la guerra para defender a Ucrania”, 2º- “Si Putin ataca, la sanción más grave a la que se enfrentará será una mayor cooperación transatlántica” y 3º- “La sanción más grave a la que se enfrentará Rusia será una mayor cooperación transatlántica que buscará una solución pacífica” (¿les suenan a ustedes estas “sanciones”?).

A Soros le faltó decir que la UE debería apoyar a Ucrania iluminando la Puerta de Brandemburgo y la sede la Comisión Europea, pero la verdad es que su hijo Alex y Ursula von der Leyen ya lo hicieron, respectivamente, en sendos tuits. Por cierto, George Soros también ha salido a apoyar en Twitter su causa en el galimatías ucraniano. Algunas de sus palabras textuales han sido: «permitir que Putin tenga éxito en su búsqueda enviará un mensaje a todo el mundo de que las naciones simplemente pueden crearse o disolverse por la fuerza bruta». Horas después de este tuit, resulta muy revelador que la Comisión Europea anuncie que por primera vez financiará la compra de armas a un país atacado. ¿Casualidad? ¿Georgie está marcando los tiempos de occidente? Soros (senior) está obcecado por imponernos desde, al menos, la década de 1980 una «sociedad abierta» que traduciéndose al conflicto en Ucrania, me da la sensación que pasa por permitir a Zelenski amparar las milicias abiertamente neonazis.

El Donbass, región en que se sitúan Donesk y Luganks, lleva en guerra civil desde 2014. Una región que está en una pugna fratricida y que se aleja del contexto del eje comunismo-capitalismo de la Guerra Fría, eje que los federicos de turno se empeñan en vendernos como rigurosamente actual. Pero claro, como durante este tiempo los medios oficialistas nos han intoxicado con el covid y muchas fake news de acoso y derribo contra Donald Trump, nos hemos creído que un día, Putin se levantó y le dio la psicopatía de anexionarse Ucrania. ¿Y si Ucrania no es la “democracia liberal” que nos han intentado vender? ¿Y si el estado ucraniano se ve colapsado y le es imposible atajar que guerrilleros controlen un Donbás fallido? Situación sociopolítica que nada tiene que ver con la “democracia liberal occidental” que los medios de comunicación españoles nos venden. Un dato a señalar a cerca de esta hipótesis es que en 2021, Trasparencia Internacional situó a Ucrania en el puesto nº 122 de 180 países, respecto al Índice de Percepción de la Corrupción.

Respecto al otro bando, cabe señalar que Putin no es comunista (la mayor prueba de ello es que no existe el PCUS desde 1991 y que el principal partido de la oposición a Putin en la duma rusa es el mismísimo Partido Comunista de la Federación Rusa). Putin es un presidente que, eso sí, con mucha mano de hierro vela por los intereses de Rusia. Putin no está dispuesto a que la Agenda Globalista (que impone Soros en Cuba y Venezuela, entre otros «paraísos comunistas») entre en su país. En Ucrania hay un lío morrocotudo de muy señor mío, que requiere un análisis pormenorizado y que lo más fácil para cualquiera es realizarlo desde un prisma maniqueo (o conmigo o contra mí).

Soros ha visto en Ucrania la ocasión perfecta para implantar su proyecto personal de «sociedad abierta». Proyecto que consiste en desproveer a las sociedades infectadas, de toda soberanía y dejándolas en manos de un gobierno único “de expertos”, que popularmente pueden ser conocidos como “tecnócratas”. Véanse el gobierno de Draghi en Italia que sin pasar por las urnas pero, que con la bendición de la Comisión Europea, ejecuta el destino de los italianos. No hablemos ya del ridículo espantoso del gobierno de Pedro Sánchez y Unidas Podemos enviando, en un principio, fragatas de la Armada a un mar Negro dominado por Rusia y Turquía (estado miembro de la OTAN, por cierto). Actualmente, nuestros soldados están vagando por el Mediterráneo oriental por orden de la alianza atlántica, lamentable ataque a nuestra soberanía.

En definitiva, Ucrania y Rusia (al igual que los países ficticios de Syldavia y Borduria) como es propio de la región balcánica y del este de Europa, llevan en enfrentamientos cainitas desde la Edad Media y analizar esos conflictos exclusivamente desde la cosmovisión de la Guerra Fría, es un anacronismo. Y es que, como explica César Vidal en su libro ‘Un mundo que que cambia’ (2020), “el mundo del siglo XXI no se divide entre derecha e izquierda, sino entre globalistas y patriotas”.

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